La locura de
la oposición no tiene límites ni mucho menos remedio. La tragedia
por la muerte del gobernador del estado Guarico William Lara generó
hilaridad y regocijo en aquellos sectores que dicen ser “democráticos”,
“tolerantes” y “amantes de la vida”; en el fondo, de lo
que adolecen estos personajes es de un severo grado de disociación
y fascismo. Aún con el cuerpo del camarada William sin recibir sepultura,
las aves de rapiña de la supuesta “Mesa de la Unidad” lanzaban
improperios contra quien en vida fue ejemplo de fidelidad y constancia
en los momentos más difíciles de la Revolución Bolivariana.
Con este tipo
de opositores no se puede ni se debe dialogar. El poco talante político
y respeto que han evidenciado nos presenta un cuadro que no puede ser
abordado con vocación política más sí con camisa de fuerza y una
dosis de antidepresivos. Cuando murió Tascón y Müller estos hijos
de Santander hablaron de “justicia divina”; incluso algunos por
Internet desearon que la muerte tocara al presidente Chávez. ¿Qué
se puede esperar de seres tan siniestros como estos? ¿Qué proyecto
de país pueden evocar y presentar a los venezolanos y venezolanas?
Quienes me conocen saben que he transcurrido los caminos de la fe, he
deambulado por el escepticismo que nos dota proverbialmente la ciencia
y en la actualidad creo sólo en una cosa: la razón, las ideas y el
debate; no obstante, soy respetuoso de cualquier tipo de culto y religión
como lo expresa nuestra Constitución; sin embargo, hay quienes abusan
y manosean el dogma de las religiones para manipular al pueblo con el
objeto de llevarlo a los abismos de la violencia y el caos fascistoide.
La oposición
habla de “justicia divina” y desea, pone velitas para que más camaradas
como Müller, Tascón, Willliam, García Ponce y muchos campesinos que
defienden la Ley de Tierras sigan muriendo. La cobardía y su incapacidad
para poder derrotar a los CUADROS de la Revolución Bolivariana, han
obligado a la oposición fascista a invocar lo sobrenatural para conquistar
espacios en la política. Yo conocí brevemente a un Dios de la Teología
de la Liberación, conocí a un Jesús que vivió entre pobres; a ustedes
opositores apátridas, no los acompaña ninguna divinidad, ni fe, y
mucho menos justicia divina; lo que anida en su espinoso costillar es
la rabia, la ira, las ganas de vengarse y asesinar a quienes de alguna
manera han y hemos estado a esta lado del camino. No hablen de Dios,
ni de vírgenes, ni de santo alguno; orienten sus discursos y acciones
hacia lo que es en realidad su naturaleza y espacio: el infierno. ¡Justicia
divina! ¿La quieren sentir? toquen al presidente Chávez y verán la
fuerza del soberano venírseles encima a ejecutar la justicia divina
no del cielo, sino la del bravo pueblo en la tierra.
Schopenhauer
afirma de forma lacerante que “cuando la religión se encuentra en
peligro de muerte, se la ve agarrarse de la moral, por cuya madre le
gustaría pasar. ¡Pero de ninguna manera! La moral y la moralidad auténticas
no dependen de religión alguna, por más que todas ellas las sancionen
y de ese modo les concedan un apoyo… En siglos pretéritos, la religión
era un bosque tras el cual se podían mantener escondidos ejércitos
enteros. El intento de repetirlo en nuestros días ha salido mal: después
de tantas talas ya no es más que un matorral el cual en ocasiones se
ocultan bribones. Por esa razón hay que tener cuidado con quienes quieren
meterla en todo, y salirles al paso con este refrán español: <<Detrás
de la cruz está el diablo>>”. Opositores, su religión y dioses,
han sucumbido. Ni en los tiempos del inefable CAP se había abusado
tanto de la buena voluntad de la feligresía para sumar aliados a sus
causas perdidas. Esto, más que un error, lo que denota es una profunda
pereza mental para proponer ideas y de verdad impulsar una fuerza opositora
nacionalista. Bajo la desidia de las derrotas anteriores los opositores
han dedicado sus últimos días de campaña electoral a enaltecer el
discurso por la necrofilia y la mentira; toda vez que, como lo
indican algunas encuestas en el país, unos pocos de ustedes llegarán
a la Asamblea Nacional pero no podrán cumplir con el objetivo que tienen
entre ceja y ceja: sabotear a la Revolución Bolivariana.
*Periodista