La ineficiencia intelectual y la reducción de los procesos lógicos primarios

La inteligencia artificial está produciendo en los procesos lógicos primarios, el mismo efecto que la calculadora tuvo en los procesos de desarrollo del pensamiento matemático. Pero en el caso de la inteligencia artificial, no se trata sólo de una muleta mental. En este caso nos estamos refiriendo a la sustitución de los procesos básicos de cognición; el establecimiento, combinación y comparación de variables, su análisis desde las distintas condiciones hetero-determinantes que las producen y la construcción o desarrollo de premisas desde las cuales abordar dichos procesos.

El principio de incertidumbre, desde el cual iniciamos los procesos de indagación de nuestro entorno para obtener datos puntuales sobre un determinado fenómeno, hecho o elemento de realidad que nos afecta, es ahora satisfecho con una orden a la IA. Ya ni siquiera es necesario acudir a la memoria, ya no hace falta. La memoria funciona ahora como un repositorio nominal que sólo debe contener los elementos iniciales de cualquier concepto, desde allí en adelante es trabajo de la IA.

El diálogo como proceso de sistematización de las ideas que subyacen desarticuladas en el universo simbólico del sujeto y que tienden a articularse en función del marco conceptual que se esté desarrollando, ha pasado a convertirse en mero instrumento de la interfaz con que el sujeto se relaciona con los medios digitales de intermediación del conocimiento. Ya es casi impensable una conversación donde no participe un teléfono inteligente. Igualmente, los temas de conversación, por lo general, son pautados por estos medios de intermediación del conocimiento.

Pareciese que estamos viviendo una especie de abducción cognitiva general y masiva, un tipo de sistema de gregarización digital inducida, como una nueva tecnología de programación cultural que integra y sintetiza todas las formas existentes, con tal nivel de eficiencia, que incluso genera adicción en quienes interactúan habitualmente con dicha tecnología.

La simplificación del acceso al conocimiento, viene condicionada al abandono de los procesos claves de cognición, al sesgo confirmación programado, a través de la adopción de las verdades pre-masticadas, que a diario consumimos en los medios digitales de intermediación del conocimiento.

La noción de lo verdaderamente humano o la esencia de lo natural, incluso, trata de ser sustituido por combinaciones programadas de conjuntos de algoritmos diseñados para crear una ficción normalizada de lo real. Cada vez es más difícil distinguir, a simple vista, entre lo que realmente ocurre o ha ocurrido y lo forjado a través de los medios digitales de intermediación del conocimiento.

Digamos que, por ahora, no han logrado replicar la esencia natural de lo vivo; ese tipo de mensaje, estímulo o señal, producido desde la necesidad de generar una respuesta, y no cualquier tipo de respuesta, sino una asociada a un código intrínseco alojado incluso, en lo más profundo del mismo ADN. Por ejemplo: Hay mucha más naturalidad en la expresión de un títere (como extensión de la esencia del titiritero) que en cualquier réplica de la vida realizada por algún medio digital de intermediación del conocimiento.

Hasta ahora la reproducción digital de lo vivo, carece de ese elemento que nos permita dialogar con su esencia, dado que no la tiene. Es como el sabor artificial a algo, siempre está ahí recordándonos que es sólo una réplica de lo realmente natural, aunque pueda tener un buen sabor.



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