El proceso de emancipación de la América Meridional contra el poder imperial español, fue iniciado desde Venezuela por una generación de jóvenes prominentes entre los que se encontraban Simón Bolívar, Antonio José de Sucre, Rafael Urdaneta, Juan Germán Roscio, Andrés Bello, entre otros, quienes interpretaron las condiciones de la sociedad venezolana para conducirles a una gesta titánica que traspasó las fronteras patrias y abarcó el sur del continente. Gesta que se desarrolló contra todo pronóstico favorable de victoria, con base en sus creencias y al amor a una futura patria independiente.
Este amor a lo propio fue lo que condujo a generaciones de venezolanos y venezolanas a resistir los embates del sistema de opresión de los hombres entre sí, reivindicando la idea de igualdad de los ciudadanos ante Dios y las leyes, entregando sus vidas en los llanos, montañas, mares, ríos y valles de la República naciente.
Sin embargo, con la muerte del padre de la Patria, El Libertador Simón Bolívar en 1830, las oligarquías nacionales traicionan el esfuerzo de millares de mártires, impulsando la paulatina entrega del país a los objetivos del nuevo imperialismo norteamericano, todo bajo un falso concepto de seguridad hemisférica, que manejó la idea del “enemigo interno”.
Esta Doctrina de Seguridad Nacional que nace en el marco de la llamada Guerra Fría, sirvió para justificar el genocidio selectivo hacia la población humilde que, inspirada en los avances del movimiento revolucionario en el mundo, se opuso a la implementación de políticas que buscaban desmantelar a la Nación en pequeñas cuotas accionarias de los grandes inversionistas extranjeros, a la violación sistemática de los derechos humanos, a las desapariciones forzosas y al clima de terror impulsado desde los Estados Unidos a través de las dictaduras militares que se gestaban en la Escuela de las Américas en el marco de la “filosofía geopolítica de la contención del comunismo”.
Es en este contexto donde se presenta a finales del siglo XX, el punto de quiebre del aparato burocrático- burgués en Venezuela, implantado luego de la traición al ideal bolivariano. Con la aprobación de la Constitución Nacional de 1999, se comienza a impulsar una nueva Doctrina de Seguridad autóctona e independiente de los centros de poder, basada en la unidad cívico-militar y destinada a recuperar la dignidad nacional, continuando con el proyecto de unidad Latinoamericana, cual responsabilidad histórica y cultural legada por nuestros Libertadores.
En su artículo 326, la novísima Constitución venezolana nos expone el “Principio de Corresponsabilidad” entre el pueblo y el Estado a fin de garantizar la seguridad de la Nación. El desarrollo de este principio constitucional también va acompañado con la implementación de una nueva doctrina militar, donde los actores fundamentales son el pueblo y las Fuerza Armada Nacional Bolivariana, en función de un proceso de integración, que responda a los intereses nacionales, geopolíticos y estratégicos, dejando atrás la concepción aislada y reduccionista de los cuerpos militares cuya función era la de velar por el mantenimiento del estatus quo de la democracia de élite, privando a la población de toda esperanza de alcanzar el bienestar social, contemplado en las leyes y preservando los intereses de la clase dominante.
La participación popular en la tarea de defensa nacional ha de tener como eje fundamental el papel de los jóvenes, quienes sintetizan en su ser, un conjunto de virtudes tales como rebeldía, pasión, autenticidad, visión, desprendimiento, convicción y voluntad a toda prueba, por lo que el ritmo de la revolución dependerá del nivel de integración de los jóvenes en los campos neurálgicos de la sociedad, que garanticen desmontar el aparato productivo e ideológico del sistema neocolonialista y que a su vez permitan ir preparándolos para asumir las delicadas tareas de defensa de la patria signada por el intervencionismo estadounidense contra el proceso bolivariano.
Es por ello que los jóvenes y en especial los estudiantes, han de asumir una de las tareas más difíciles del proceso político revolucionario, la cual es ser agentes de transformación mientras modifican a lo interno los parámetros conductuales impuestos por el propio modelo consumista, a la vez que se convive dentro de éste.
El papel de los estudiantes como centro de generación e irradiación de conocimiento, enfocados al tema de la Seguridad y Defensa Integral de la Nación, es fungir de ente cohesionador de los centros naturales en los que se desenvuelve el quehacer revolucionario y romper el parcelamiento tradicional impuesto por la mentalidad individualista, sectaria y excluyente masificada en los liceos y universidades del país, que sólo busca la alienación para “llenar los espacios de producción con mano de obra medianamente calificada para el mercado”.
La tarea articuladora permitirá a los jóvenes cohesionarse alrededor de la “praxis revolucionaria”, impregnados en valores como la solidaridad, la camaradería, la justicia social y el bien común, necesarios para la organización del pueblo, sólo con la finalidad de coadyuvar activamente en la satisfacción de los requerimientos de la sociedad y de los retos que impone un proceso político como el que lideriza nuestro Comandante Presidente.
Los jóvenes y en especial los estudiantes no han logrado interpretar las condiciones de la situación interna nacional sobre las que se maneja la revolución bolivariana y su rol de vanguardia, evidenciándose contradicciones de fondo, en cuanto a formas de organización que expresen en la práctica las aspiraciones del colectivo.
Ante la necesidad de articularse en torno a un tema de trascendental importancia como es la defensa de la patria, jóvenes y estudiantes definan líneas básicas comunes que permitan, junto a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y al Estado como un todo, hacer efectivo el principio de corresponsabilidad, es por ello que la defensa de la patria para un joven o estudiante se debe manifestar en todo lo que hace a diario:
1. cumplir con sus labores académicas, estudiar y prepararse integralmente,
2. contribuir en la práctica masiva del deporte,
3. involucrarse en los problemas de interés para la comunidad con el ánimo de aportar soluciones,
4. participar activamente en los planes de desarrollo social y en las misiones, e
5. integrarse a la milicia nacional bolivariana o servir como voluntario en apoyo a las labores que ejecutan las regiones militares.
Estas actividades son tan necesarias en momentos en que se evidencian las múltiples acciones del gobierno de Estados Unidos para derrotar a la revolución bolivariana. La amenaza de una agresión militar siempre será una posibilidad real, por muy tranquila que transcurra nuestra cotidianidad, y más aún con la anunciada activación de la IV Flota en aguas territoriales de América del Sur.
Es por esto que además de batallar a diario por la defensa de la revolución, es un deber ineludible instruirnos militarmente. “Sólo preparándonos para la guerra podemos evitarla”.
Cabe destacar que, hasta ahora, los esfuerzos en la preparación militar de jóvenes y estudiantes se limitaban a centros educativos como la Universidad Nacional Experimental de la Fuerza Armada (UNEFA) y tímidamente a la Reserva Militar Estudiantil de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). Estamos convencidos que llegó el momento en que la preparación militar debe ser parte de la formación de todo joven y estudiante, sobre todo para desarrollar cinco líneas fundamentales de acción:
1. Trabajo de información, divulgación y toma de conciencia de las amenazas probables de una agresión militar contra Venezuela y, por ello, de la necesidad de estar preparados militarmente.
2. Entrenamiento militar a través de la participación en maniobras y participación en cursos de preparación para la defensa.
3. Perfeccionamiento y aprovechamiento de la reserva militar universitaria sobre las misiones y posiciones de cada joven y estudiante en caso de agresión de una potencia militar extranjera.
4. Realización de un proceso serio y consciente de aportes académicos, intelectuales y políticos a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana y en especial a la Milicia Nacional.
5. Integración y apoyo a las actividades de defensa con los cadetes de los institutos militares universitarios.
Desde la propia organización de esta Milicia Universitaria y con la finalidad de garantizar su desarrollo exitoso es necesario:
1. No limitar el ejercicio de la Milicia Universitaria a un solo día del año.
2. Convocar de forma creativa a los jóvenes y estudiantes para participar.
3. Desarrollar un proceso de discusión sobre la importancia de estar preparados ideológica y militarmente para la defensa de la Patria.
4. Coordinar actividades que puedan realizarse en conjunto con la Fuerza Armada Nacional Bolivariana: prácticas de tiro, caminatas, planes de actuación en casos de contingencia, presentación de audiovisuales y debates.
Es recomendable recordar que en la preparación para la defensa, la tarea de primer orden de cada estudiante y joven es conocer qué le corresponde hacer en caso de ser agredidos por una potencia militar extranjera, y a su vez estar convencido que así como la gesta de independencia fue una labor de jóvenes ejemplares como el Mariscal Sucre y de los estudiantes seminaristas que al mando de José Félix Ribas derrotaron a los españoles un 12 de febrero de 1814 en los Valles de Aragua, hoy nos toca a nosotros prepararnos para la defensa contra otro imperio.
“Necesario es Vencer”.
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