El Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones "Hugo Chávez" en nuestra transición al Socialismo

1. Papel coyuntural y estructural de las misiones sociales en el contexto en el que surgieron

El siglo XX capitalista venezolano nos dejó una estructura de sociedad basada en la desigualdad, o lo que es lo mismo, una sociedad estructurada sobre la base de la desigualdad, como no podía ser de otra forma toda vez que la desigualdad le es inherente a la lógica del capital. Ello se expresaba concretamente, por ejemplo, en la pobreza en la que se encontraban estructuralmente sumidos más del 40% de los hogares venezolanos, 17% de ellos en pobreza extrema; alrededor de 20% de desocupación, con 60% de informalidad del empelo; el 21% de sub-nutrición de la población, incluido un 8% de desnutrición infantil; una tasa de mortalidad infantil que rondaba 32 por cada 1000; una exclusión escolar de 10% en primaria, 46% en secundaria, 54% en la educación inicial y ni qué hablar de la educación universitaria, en la que la matrícula apenas rondaba las 800.000 personas; un 20% de la población sin acceso al agua potable y 38% sin accesos a sistemas de aguas servidas, por mencionar sólo algunas aristas de la desigualdad que imperaba en Venezuela en el año 1998.

Aquí la lógica del capital se traducía en que los alimentos, los servicios de salud, la educación, por ejemplo, eran vistos como servicios cuya prestación suponen un costo que debe ser cubierto por quienes pretendan acceder a ellos; esto es la mercantilización de los servicios sociales. El propio derecho al trabajo se llega a mercantilizar al punto de que para acceder a él se debe pagar no sólo en el sentido de entregar dinero para obtener un trabajo, sino además que la sociedad en su conjunto debe pagar un alto costo social para que la mercancía fuerza de trabajo se mantenga a un precio de conveniencia para el capitalista, sobre todo si este precio está por debajo de su valor. Por esa vía la propia vida humana y la naturaleza misma iban adquiriendo el carácter de mercancía, por la cual quien aspirarara acceder a ellas debía contar con el dinero para pagar su valor mercantil fijado por el sistema capitalista, por supuesto, a niveles de exclusión para parte de la población.

Como consecuencia de ello, y esperanzado en la promesa de erradicación de esa desigualdad, el pueblo venezolano abrió las compuertas de la historia para dar paso a la Revolución Bolivariana, liderada por el Comandante Eterno Hugo Chávez Frías, encontrándonos con una situación en la que toda posibilidad de cumplimiento de aquella promesa pasaba por la necesaria reconstrucción de las bases de la estructura social capitalista heredada, a fin de, posteriormente, re-estructurar la sociedad venezolana ahora sobre bases justas e igualitarias. A tales efectos, fue necesaria la refundación de la república y proyectar en la nueva Constitución de la República Bolivariana de Venezuela las vías y formas para esa reconstrucción y re-estructuración social.

Por aquel entonces el Comandante Presidente Chávez, amparado en el nuevo marco constitucional, propuso un Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación para guiar al pueblo venezolano hacia una nueva situación en la que se alcanzaran cinco (5) equilibrios: económico, social, político, territorial e internacional, es decir, pasar de la desigualdad estructural de la sociedad venezolana en esos cinco ámbitos a una situación de equilibrio, lo que constituiría una forma intermedia para luego avanzar, partiendo del equilibrio, a la igualdad.

En ese contexto se implementaron políticas que, si bien contribuyeron a mejorar las condiciones de vida de millones de venezolanos y venezolanas, en primera instancia no significaban una ruptura radical con la lógica del capital predominante en el país. Por otro lado, el uso soberano de los recursos nacionales para implementar dichas políticas, orientadas además hacia un esquema de desarrollo nacional no tutoreado cuyas posibilidades reales atentan contra la configuración internacional diseñada por el imperialismo norteamericano, según la cual Venezuela tiene un papel asignado acorde con los intereses imperiales del que no debe desviarse, todo lo cual determinó la emergencia de una coyuntura en la que, por una parte, el capital operante en Venezuela saboteó la economía nacional mediante paros, acaparamiento y boicot, logrando revertir las mejorías alcanzadas en la calidad de vida venezolana, y por otra, el imperialismo, aliado con la burguesía nacional, decidió y ejecutó acciones para derrocar al Gobierno Bolivariano. Como balance resumen de las lecciones históricas de la referida coyuntura podría señalarse la demostración de que mientras sean determinantes la lógica, las relaciones sociales y los intereses del capital, todo avance en el tránsito a la igualdad social puede ser revertido mediante la colusión del imperialismo norteamericano con los agentes internos de ese capital.

Es en respuesta a esa coyuntura histórica de los años 2002-2003 que surgen las misiones sociales, como forma estratégica para garantizar los derechos humanos consagrados constitucionalmente a partir de 1999. Dicha estrategia implicó el establecimiento de una forma paralela de administración púbica que sorteara los escollos que significaban las trabas y mecanismos burocráticos, incluida la resistencia del propio personal de las instituciones, con los que la vieja forma institucional del Estado heredado le hacía el juego a la desigualdad estructural del atrofiado capitalismo que se implementó en el país.

Es de destacar que no se trató de la sustitución de una forma de administración por otra, sino de la coexistencia de ambas formas de administración en una suerte de dialéctica cooperación-oposición, complementación-competencia, apoyo-traba, que dejó abiertas las posibilidades para que, una vez superadas las situaciones de exclusión de los segmentos de población atendidas por cada Misión Social, éstas desaparecieran quedando la administración tradicional a cargo del sostenimiento de la nueva situación de equilibrio, o bien la vieja forma de administración fuera la llamada a ser absorbida por las Misiones. Así debía ser, toda vez que uno de los indicadores de la desigualdad lo constituía el índice de desocupación anteriormente señalado, lo cual negaba la posibilidad de liquidación de instituciones con el consiguiente pase a desempleo del personal de las mismas.

En cuanto a lo coyuntural, el surgimiento de las misiones no solo permitió dar respuesta eficiente a la reversión de los indicadores sociales que había producido la agresión de la burguesía y el imperialismo, sino que adicionalmente visibilizó, activó y reanimó un conjunto de fuerzas sociales que blindaron a la revolución con el respaldo sociopolítico suficiente para encarar victoriosamente los retos electorales entre los años 2004 y 2006, las cuales, en buena medida, han mantenido su inercia hasta el tiempo presente.

En cuanto a lo estructural, las Misiones contribuyeron significativamente, de manera directa e indirecta en la búsqueda de los equilibrios básicos desde los cuales se ha de partir para alcanzar la igualdad sustantiva. Es así como desde abril de 2003, cuando nacieron las primeras Misiones Sociales, hoy socialistas, hasta 2011 se redujo de 44 % a 27 % los hogares en pobreza y de 17 % a 7 % los hogares en pobreza extrema; se redujo la desocupación del 20 al 7 %, invirtiendo al mismo tiempo la relación entre formalidad e informalidad del empleo, pasando de 60 % de Informalidad a solo 40 %; la esperanza de vida al nacer subió de 75 a 78 años en el caso de las mujeres y de 69 a 72 en el caso de los hombres; se redujo la sub-nutrición de 21 % de la población a sólo 6 % y en especial la desnutrición infantil que bajó de 8 a 2,9 %; la mortalidad infantil bajó de 32 a sólo 15 por cada 1000; se incrementó la matrícula estudiantil de 90 a 93 % en primaria, de 54 a 72 % en secundaria, de 46 a 70 % en educación inicial, y de 800.000 a más de 3 millones de estudiantes universitarios; se incrementó el acceso al agua potable de 80 % a 95 % y el acceso a sistema de aguas servidas de 62 % a un 84 % de la población, todo lo cual evidencia positivamente un mayor equilibrio económico y social, pero al mismo tiempo señala la evidencia, en negativo, de que aún persisten situaciones de desigualdad para una considerable porción de la población que ve impedido el ejercicio de derechos consagrados en nuestro proyecto de país, lo que indica que la tarea histórica de reconstruir las bases de estructurales de la sociedad venezolana no está concluida.

También en este plano debe destacarse que las misiones han revertido la lógica mercantilizadora de los servicios sociales que el capitalismo trata de imponer al mundo, según la cual para acceder a ellos se debe pagar conforme a la ley del valor, cual vulgar mercancía en un esquema de mercado. Gracias a las Misiones y al resto de la política económico-social de la revolución, se facilitó el ejercicio de los derechos a través de servicios prestados por el Estado en forma no mercantil sino como obligación de la sociedad para con sus miembros, lo cual rompe con la lógica del capital y asume una lógica social humanista que debe ser profundizada y expandida para lograr el objetivo de aquellos cinco (5) equilibrios que aún están pendientes, puesto que el sistema capitalista ha demostrado una capacidad de resiliencia tal que le ha permitido hasta ahora reproducir sus males estructurales a un ritmo superior que la velocidad con la que actúan los remedios que le hemos aplicado.

2. El sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones como sistema en sí

Un sistema material, como objeto complejo, consta de composición, estructura, mecanismos y entorno. El Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones "Hugo Chávez" está compuesto actualmente por veintisiete (27) Misiones y Grandes Misiones; de ellas, veinte (20) Misiones, a saber: Misión Róbinson, Misión Ribas, Misión Sucre, Misión Cultura, Misión Música, Misión Barrio Adentro Deportivo, Misión Barrio Adentro Salud, Misión Sonrisa, Misión Milagro, Misión Negra Hipólita, Misión Niño Jesús, Misión José Gregorio Hernández, Misión Jóvenes del Barrio, Misión Alimentación, Misión Guaicaipuro, Misión Árbol, Misión Nevado, Misión Identidad, Misión Transporte y Misión Justicia Socialista, y siete (7) Grandes Misiones, a saber: Gran Misión Vivienda Venezuela, Gran Misión Barrio Nuevo Barrio Tricolor, Gran Misión Saber y Trabajo Venezuela, Gran Misión en Amor Mayor, Gran Misión a Toda Vida Venezuela, Gran Misión Hogares de la Patria y Gran Misión Abastecimiento Soberano.

Cada una de estas Misiones y Grandes Misiones cuenta con sus formas institucionales, algunas con personalidad jurídica propia y otras como integración de varias instituciones con ejercicio político de la autoridad de la Misión o Gran Misión por parte de una de las personas responsables de alguna de las instituciones involucradas en la política decidida. Del mismo modo, cada Misión y Gran Misión cuenta con misioneros y participantes, así como recursos financieros y no financieros asignados directamente para la gestión del logro de los objetivos asignados, que constituyen las entradas y salidas que procesa el Sistema en cuanto tal, a través de sus distintos mecanismos.

Otros componentes del Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones son, o deberían serlo, sus órganos de dirección, órganos asesores, de participación y de contraloría social, un Servicio Nacional de Información Social, los órganos y entes rectores y ejecutores de las políticas involucradas en las Misiones y Grandes Misiones y un órgano de financiamiento. Cuando se dice que deberían serlo, se hace referencia al hecho de que, aunque esos componentes están establecidos como tal en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones, no todos están debidamente constituidos y/o integrados al Sistema, incluso algunos pudieran comportarse sólo como entorno del sistema y no como componentes, con el agravante de que, con frecuencia, la actuación como entorno es hostil, en sentido sistémico.

En cuanto a la estructura, el Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones cuenta con varios niveles de operación, desde el ámbito nacional hasta el ámbito de los misioneros participantes, contemplado de la siguiente manera:

1) Alto mando del Sistema: Conformado por el Presidente de la República, el Vicepresidente del Área Social, quien lo coordina, los Vicepresidentes Sectoriales y Ministros responsables del desarrollo de la Misiones y Grandes Misiones. Además debe contar con el Consejo Nacional de Política Social como órgano asesor, conformado por un (1) representante de la Comisión Central de Planificación, un (1) representante de la Vicepresidencia del Área Social, las máximas autoridades de las instituciones encargadas de las estadísticas, un (1) vocero o vocera del Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras y tres (3) investigadores (as) de reconocida trayectoria académica y social, así como con el Fondo Nacional de Misiones para la gestión, asignación y administración de los recursos destinados a las Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones.

2) Coordinación General: como instancia ejecutiva de articulación e integración, dirigida por el Vicepresidente o la Vicepresidenta del Área Social y compuesta por los jefes y jefas nacionales de las Misiones y Grandes Misiones. Cuenta también con una instancia operativa como es la Secretaría Ejecutiva y con dos órganos de consulta, participación, contraloría e información como son el Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras, y el Servicio Nacional de Información Social. El Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras sería una Instancia de encuentro, evaluación y de formulación de propuestas de los voceros y voceras de las Misiones y Grandes Misiones, con participación de las autoridades de los órganos y entes responsables de Misiones y Grandes Misiones, mientras que el Servicio Nacional de Información Social sería la plataforma de centralización de registros de todas las Misiones, Grandes Misiones y demás políticas sociales, así como de coordinación del intercambio de información disponible a la ciudadanía e instituciones.

3) Coordinaciones Estadales del Sistema: Instancia de Dirección de nivel estadal, regida por un (a) Coordinador (a) e integrada por los (as) coordinadores (as) de las Misiones y Grandes Misiones en cada Estado, así como por voceros (as) estadales del Poder Popular integrantes del Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras.

4) Coordinaciones Municipales del Sistema: Instancia de Dirección de nivel municipal, dirigida por un (a) Coordinador (a) e integrada por los (as) coordinadores (as) de las Misiones y Grandes Misiones en cada municipio, así como por voceros (as) municipales del Poder Popular integrantes del Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras

5) Mesas de Misiones de las Comunas: Instancia de articulación comunal, integrada por voceros (as) de los Consejos Comunales, jefes (as) locales de las Misiones y Grandes Misiones, y voceros (as) de los (as) Misioneros (as) que hagan vida en dichos territorios.

6) Mesas de Misiones Comunitarias: Instancia de articulación comunitaria, donde no esté conformada la Comuna, integrada por voceros (as) de los comités de trabajo del área social de los Consejos Comunales, y voceros (as) de los (as) Misioneros (as).

7) Bases de Misiones y Ambientes de Atención: Espacios para la prestación de servicios de las Misiones, Grandes Misiones y otros servicios púbicos destinados a la atención y protección integral de las comunidades y las familias

8) Misioneros/Participantes: Sujetos de atención en los que se concreta las acciones de protección ante situaciones que vulneran derechos; son la razón de existencia del sistema en sí.

Al analizar la estructura, haciendo abstracción de los mecanismo realmente existentes, nos encontramos con debilidades y falencias necesarias de resolver a fin de robustecer al Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones. Veamos.

Del Alto Mando resalta que se trata del Presidente de la república y una porción del consejo de Ministros y Ministras del Poder Popular, instancia esta que tiene su dinámica ordinaria, por lo que su funcionamiento como Alto Mando del Sistema pasa por la agregación de actividades extraordinarias sobre dicha instancia, ya de por sí sometida a una vertiginosa dinámica extraordinaria tanto en su dimensión de cuerpo colegiado como en su dimensión de órganos particulares del Ejecutivo Nacional, lo cual dificulta realmente un ejercicio cotidiano, sostenido y concentrado del papel de Alto Mando del Sistema. Por otra parte, hasta la fecha tampoco están conformadas: la instancia llamada a fungir como órgano asesor, el Consejo Nacional de Política Social, cuya existencia y régimen orgánico de funcionamiento podría suplir, en parte, las debilidades de funcionamiento del propio Alto Mando, ni la instancia contemplada para la gestión, asignación y administración de los recursos financieros del Sistema, el Fondo Nacional de Misiones.

Respecto a la Coordinación General del Sistema, en buena medida sufre las mismas condiciones de dinámica colectiva y particular del Alto Mando, toda vez que está constituida, en parte, por los mismos actores y actoras. Ello coloca sobre los hombros de la Secretaría Ejecutiva, cuyas funciones aún no han sido debidamente establecidas por vía reglamentaria, la mayor parte de las funciones que corresponden a todas las instancias antes mencionadas. Dicha situación, podría estar siendo fuente de no pocas distorsiones, frenos y fricciones sobre los necesarios mecanismos que debe implementar el Sistema para su buen funcionamiento. Al respecto, piénsese en la jerarquía de los actores involucrados como máximas autoridades de Misiones y Grandes Misiones y en las secuelas de la cultura organizacional capitalista aun presente en el ideario colectivo de nuestra dirigencia, frente a las posibilidades reales de la Secretaría Ejecutiva para encarrilar al Sistema.

En este nivel también se adolece de la no conformación y puesta en funcionamiento orgánico de dos (2) instancias previstas en el Decreto con Rango, Valor y Fuerza de Ley Orgánica de las Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones, como son el Consejo Nacional de Misioneros y Misioneras, y el Servicio Nacional de Información Social, del todo necesarias, tanto desde el punto de vista de la conducción socio-política del Sistema en todos sus niveles de operación, dada la previsión de vocerías de los Misioneros y Misioneras en cada uno de ellos, como desde el punto de vista de la necesaria generación de la información requerida para la planificación del desarrollo del Sistema, así como para su autoevaluación permanente.

En cuanto a las Coordinaciones Estadales, cuentan en su mayoría con un funcionamiento muy irregular y con una incompleta incorporación de sus integrantes; por supuesto, no cuentan con la participación de vocerías de los Misioneros y Misioneras por las razones expuestas anteriormente. Otra debilidad es la agenda habitual -ya que no podría hablarse propiamente de una agenda ordinaria-, generalmente basada más en el cumplimiento de tareas nacionales coyunturales (la mayoría de las veces de manera muy eficiente, hay que reconocerlo en justicia) que en la función integral del Sistema como tal, es decir, basada más en lo extraordinario que en lo orgánico permanente.

En este nivel de operación del Sistema también se expresa una especie de supremacía de algunas Misiones y/o Grandes Misiones por encima del Sistema, que las lleva a auto-valorarse como más importantes o de mayor rango que el mismo Sistema al que deberían estar integradas y subordinadas, y consecuentemente a mantenerse al margen o, cuando menos, reñida con la disciplina, organicidad, coordinación y articulación que requiere todo sistema para su pleno funcionamiento. Súmese a esto un insuficiente desarrollo de habilidades y destrezas de Dirección, tanto a nivel de algunas coordinaciones estadales del Sistema como a nivel de muchos responsables estadales de Misiones y Grandes Misiones, y se tendrá un cuadro bastante aproximado de las condiciones en las que el Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones debe pujar para convertirse una potente realidad.

En el ámbito de los municipios, las Comunas y las Comunidades, no se ha avanzado, en la inmensa mayoría de los casos, en la conformación e instalación de las Coordinaciones del Sistema y de las Mesas de Misiones, respectivamente. Por el contrario, la regla tiende a ser la desarticulación entre actores y actoras del Sistema a esta escala y a nivel de los ambientes particulares de atención de las Misiones, aunque se reconocen excepciones a esta regularidad en el comportamiento del Sistema. Sólo en las Bases de Misiones el Sistema se materializa en una estructura con suficiente coherencia sistémica, lo cual no impide que lineamientos particulares de alguna Misión, como, por ejemplo, el de la Misión Sucre de funcionar exclusivamente a través de Aldeas con más de 600 participantes, rompan con la referida coherencia.

Finalmente, en la base de la estructura del Sistema, está el y la participante, en la mayoría de quienes se expresa una debilidad orgánica estructural del Sistema, consistente en el insuficiente desarrollo de mecanismos, tanto autónomos (individuales y colectivos) por parte de los beneficiarios y beneficiarias, como por parte de las instancias de dirección y coordinación para que se trascienda la auto-apreciación como meros participantes y se pase a la conciencia del carácter de misionero (a) al que se debe aspirar como parte y razón de ser del Sistema.

Mención especial en este punto merece la juventud, puesto que, como ya se dijo, el ritmo de reproducción de los males estructurales del capital por encima de la velocidad con la que actúan los remedios que le hemos aplicado, tiene su impacto actual principalmente en dicho sector de la población. No hace falta ahondar en estadísticas para confirmar que actualmente la inmensa mayoría de los participantes/beneficiarios de las Misiones y Grandes Misiones son personas y familias jóvenes (es decir familias cuyos jefes son jóvenes o que están constituidas principalmente por integrantes jóvenes), con excepción, claro está, de la Gran Misión En Amor Mayor, pero cuando se piensa en Róbinson, Ribas, Sucre, Cultura Corazón Adentro, Misión Música, Barrio Adentro Deportivo, Barrio Adentro Salud, Sonrisa, Negra Hipólita, Niño Jesús, José Gregorio Hernández, Jóvenes del Barrio, Misión Alimentación, Guaicaipuro, Misión Árbol, Nevado, Identidad, Transporte, Justicia Socialista, Vivienda Venezuela, Barrio Nuevo Barrio Tricolor, Saber y Trabajo, Toda Vida Venezuela, Hogares de la Patria y Abastecimiento Soberano, desde una perspectiva etaria, se reconoce de inmediato, por una parte, que verdaderamente el capitalismo aun imperante en Venezuela sigue causando estragos en la población, especialmente en la juventud, y por otro, que las Misiones, Grandes Misiones tienen en ese sector tan importante de la población a su principal sujeto-objeto, lo cual debe determinar el tipo de acciones a desarrollar para estimular su conversión en Misioneros plenos de su propia liberación social.

Respecto a los mecanismos del Sistema, todas las misiones tienen los suyos, algunos muy efectivos y otros no tanto, destacando el hecho de la escasa homologación entre todos esos mecanismos, lo cual suma entropía al Sistema. Por otro lado, se han venido imponiendo mecanismos burocráticos de atención que tienden a normalizar el funcionamiento de las misiones, es decir, a hacerlas pasar de hechos extraordinarios de un proceso de transformación a cotidianidad administrativa. Se adolece de mecanismos de trabajo político que estimulen la imbricación entre los niveles de operación del Sistema y cada nivel de operación del tejido de participación política de una sociedad en revolución.

Adicionalmente, el Sistema requiere mecanismos para el procesamiento de "núcleos duros", "huesos duros" o concreciones emblemáticas de la pobreza estructural, sean estas de carácter individual, particular, colectivo o territorial, lo cual requiere de una agenda ordinaria, al lado de lo coyuntural-extraordinario representado en las tareas nacionales emergentes. En tal sentido, el Sistema debe tratar de homologar los mecanismos de todas las misiones donde ello aplique, y al mismo tiempo hacer prevalecer los mecanismos sistémicos y la visión de conjunto por encima de los mecanismos particulares de cada Misión y Gran Misión, sobre todo para el tratamiento de los huesos duros de roer del capitalismo.

Para ello se debe identificar, sistematizar, ubicar territorialmente y planificar el abordaje sistemático y sostenido de esos "núcleos duros" de la desigualdad, en cada estado, municipio, comuna y/o comunidad donde se localicen, sea de manera concentrada o diseminada, para lo cual, además del funcionamiento orgánico ordinario, se requiere una agenda permanente que contemple el ciclo de diagnóstico-planificación, coordinación, abordaje, decisiones, seguimiento, evaluación y superación estructural de situaciones.

3. El Sistema Nacional de Misiones y Grandes Misiones como elemento emergente dentro del sistema aun capitalista venezolano y su papel en el sistema transicional avanzado al socialismo

En términos sistémicos, las Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones, así como su integración en un sistema, representan agentes extraños al sistema capitalista aún predominante en Venezuela. En tal sentido, quedan abiertas tres posibilidades desde el punto de vista de la teoría de los sistemas.

Una es que el sistema capitalista logre desarrollar los "anticuerpos" o mecanismos de defensa para contrarrestar los agentes extraños y termine por expulsarlos, lo que en términos políticos para nuestra sociedad sería una restauración plena de la lógica del capital.

Una segunda posibilidad es que, bien por la capacidad de resiliencia del sistema capitalista o bien por la insuficiente posibilidad de los agentes extraños (Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones) para comprometerlo estructuralmente, aquel logre asimilar y metabolizar al Sistema de Misiones, con lo cual sólo se habrá fortalecido al capitalismo venezolano dotándolo de mecanismos para suavizar sus consecuencias negativas.

Y una tercera posibilidad es que el Sistema de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones, como elemento extraño al sistema capitalista, logre desarrollarse al punto de comprometer estructuralmente el funcionamiento del mismo, provocando su colapso y sustitución por un nuevo sistema, basado en la lógica portada por las misiones, que es la lógica de lo humano; la lógica del socialismo.

El socialismo pleno ha de ser un sistema de vida e interacciones en el que cada persona recibe de la sociedad cuanto requiere para su pleno desarrollo y aporta a esta cuanto puede, ya sea física, moral y/o intelectualmente; esto es la conciencia del deber social, que es una relación social bidireccional de la sociedad para con la persona y de ésta para con la sociedad. En el capitalismo, una porción mayoritaria de la población no accede a cuanto requiere para su pleno desarrollo como personas ni tiene condiciones para aportarle a la sociedad todo su potencial físico, moral e intelectual, a pesar de que, materialmente hablando, dicha sociedad produce lo suficiente para igualar la condiciones de desarrollo de todos y todas, si cambiara la forma en la que se distribuye esa producción, lo que le resulta imposible pues contradice su lógica, según la cual es necesario que esa porción mayoritaria de la población no acceda a una parte de lo que necesita, para que dicha parte pueda ser acumulada, y de manera creciente, por otra porción, minoritaria.

Vistas así las cosas, el Sistema de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones está llamado a jugar en la transición un doble papel, en el sentido de contribuir para que esa porción de la población, por un lado, pueda recibir de la sociedad parte de lo que requiere material, moral e intelectualmente para su desarrollo progresivo como persona, tal como lo contempla el Artículo 3 de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, y por otro, también pueda aportar a la sociedad progresivamente según desarrolla su potencial físico, moral e intelectual; es decir que el Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones es un generador de condiciones para el cumplimiento del deber social en ambos sentidos de esa relación social socialista: que los excluidos y desigualados por el capitalismo puedan recibir de la sociedad, a través del Estado, facilidades para su desarrollo como persona y que estas puedan devolver conscientemente a la sociedad su aporte en trabajo, virtudes en desarrollo e ideas. Por cierto que dicha conciencia del deber social tendría que estar orientada por al menos tres formas de conciencia, entendida ésta en términos chavistas, como suma de ciencia o de conocimiento; a saber, una conciencia instrumental que permita el desarrollo de capacidades técnicas para ejercer el protagonismo en la procura de medios destinados a satisfacer las propias necesidades; una conciencia práctica que facilite el entendimiento del significado de la experiencia humana, sustentada en el conocimiento de la historia y de las habilidades del razonamiento; y una conciencia emancipatoria que, basada en el conocimiento acerca de la realidad de la dominación social, sirva de potente móvil de la práctica social de todos los misioneros y misioneras del Sistema Nacional.

Si sólo nos concentramos en la primera de las dimensiones de la relación comentada, habremos hecho mucho pero no lo suficiente para romper la lógica del capital, y cualquier logro sería reversible; por otra parte, la segunda dimensión de la conciencia del deber social es imposible sin la primera, es decir, nadie puede aportar a la sociedad todo aquello para lo que tiene potencial si no desarrolla dicho potencial. He ahí parte de los retos de las Misiones, Grandes Misiones, Micro-misiones y del resto de la política social de la Revolución Bolivariana.

Para esto es necesario contar con métodos apropiados a fin de identificar, sistematizar, ubicar territorialmente y planificar el abordaje sistemático y sostenido de esos "núcleos duros" de la desigualdad, en cada estado, municipio, comuna y/o comunidad donde se localicen, partiendo, por supuesto, de los métodos actuales de medición de la pobreza y la desigualdad para que, desde los propios niveles territoriales en los que opera el Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones se elaboren los planes de acción sistemática, concentrada y sostenida, orientados por esquemas y mecanismos diseñados y dirigidos desde el Alto Mando y la Coordinación General del mismo.

También es necesario reconocer que en los millones de beneficiarios y beneficiarias del Sistema Nacional de Misiones, Grandes Misiones y Micro-misiones hay una fuerza social que, en buena medida, está dormida, respecto a su participación protagónica como parte de una vanguardia con conciencia de clase que debe estar dirigiendo el rumbo de la sociedad venezolana hacia el socialismo bolivariano del siglo XXI, y lo está aun cuando el Sistema sabe quiénes son, dónde están y cómo contactarlos para hacerles llegar el mensaje de su posible definitiva redención social a través de la lucha emancipatoria activa, mediante la movilización política, el aporte de trabajo sustantivo para el desarrollo de las propias Misiones de las que forman parte, entre otros posibles mecanismos, factibles de implementar, para que esa fuerza no se desaproveche sino que tribute cada vez con mayor ímpetu a la construcción del socialismo.

 

 



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Luis Fedemarx Gamboa


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