Un desagravio al Duque

Test de pinochetismo endógeno

En un articulo que publiqué en Aporrea hace ya algunos días, deliberadamente incurrí en el despropósito de dedicarme a denostar, ridiculizar y hasta ultrajar públicamente al ensayista, cronista, novelista y, sobre todo, brillante intelectual venezolano José Roberto Duque. El articulo impolíticamente se titula: ¿Por qué es preciso respaldar al gremio nacional de periodistas, y escarmentar al señor ese, José Roberto Duque?

El artículo busca defender casi obcecadamente al gremio nacional de periodistas, y malponer al señor Duque como un excéntrico, un perezoso, un envidioso, un infeliz. No conozco personalmente a Duque, pero ¿qué más da? Siento que la revolución continua, participativa y protagónica es consigna de ambos. Y, aunque no hayamos compartido nunca una mesa ni la línea editorial de un periódico universitario alternativo, el haber concordado con un proyecto análogo de país, de ciudadanía, de activismo popular, y virtualmente, de praxis revolucionaria, sigilosamente, siento que nos aviene. De esta sintonía no explicitada, creo, germina el atrevimiento para haber ficcionalmente cargado contra el compatriota Duque.

De Duque dije además, exabruptos de este aire: que es un superfluo y un argüidor de oficio, un entusiasta de desfachateces y un dogmático, un gimnasta de pasatiempos, un desvergonzado, además de espumador de un proyecto de comunicación popular “que nadie sabe cómo se come”. Una línea de reflexión que no pocos insignes teóricos de la comunicación han apostado como el gran desafío de y para la edificación de una sociedad de complexión positivamente democrática.

Frente a esta felpa de descomedimientos, intemperancias y hasta groserías mías en contra de Duque, hasta donde sé nadie alegó (o publicó) puntualmente siquiera una línea.

Pero esta manía de ultrajes públicos no es lo más disparatado de mi artículo, si así alguien pudiera, amablemente, rotularlo. Dogmaticé que si alguien había estudiado algo en la universidad, necesariamente debía detentar el monopolio del ejercicio de esa profesión. No importa en detrimento de quién pudiera ejercer este oficio.

Frente a la proposición de Duque de abrir democráticamente el ejercicio periodístico a todos los ciudadanos y ciudadanas, afirmé primores como estos:


”Si los periodistas estudian precisamente eso: periodismo ¿por qué diantres va a venir este señor a quitarles un oficio que, como ya bien se sabe, es materia dellos?”

“¿Para qué estudiaron (y pagaron matrícula) por cinco o más años en la Católica o la Metropolitana si no es para ejercer libre y libérrimamente, como los juristas, los médicos, los ingenieros o los contadores públicos su digno y meritorio oficio?”

Pero aquí acabo con la deplorable manía de citarme a mí mismo.

Quiero más bien subrayar que el artículo, o como se llame el bodrio que compuse, lo hice como un globo de ensayo para probar que en nuestro denominado proceso revolucionario, casi que es posible escribir cualquier cosa, sin asomo alguno de censura o requerimiento. Se puede comunicar, se puede ironizar, se puede satirizar incluso hasta atropellar perezosamente a cualquiera. Todo sin que nadie, o casi nadie, se ruborice o sofoque.

Pero, más grave aun, necesito confesar que algunos compinches y camaradas me escribieron uno que otro correo para agasajar la inercia de mi humor, “un tanto barroco, pero sabrosamente escrito” con qué “hacer valer tu punto de vista”.

Ninguno señaló el tiente fascista-pinochetista a que hiede el artículo. Nadie profundizó si este gremio nacional de periodistas merecía o no una defensa tan enconada.

Y en este punto recuerdo la opinión de viejos amigos sureños de izquierda quienes no peregrinamente me repetían que todos, o la mayoría de los latinoamericanos, llevamos un Pinochet navegándonos sigilosamente por las venas.

Repasar, analizar, profundizar el sentido último de lo que para todos fue, es y sigue siendo como sombra colectiva Pinochet, es una tarea pendiente para muchos. Acaso para todos.

Este ideario fascista latinoamericano puede ser mejor apresado en las innumerables citas textuales que el pensador de derechas latinoamericano prósperamente nos legó.

Quiero, como mínimo gesto de desagravio hacia el compañero Duque, y como llamado a reflexionar sobre la exigua memoria sobre la historia política de derechas, esto es, de dictaduras y las dicta-blandas de las que venimos en Latinoamérica, resonar algunas lindezas sobre el imaginario de democracia de este dictador.

Las frases entrecomilladas son citas textuales de Pinochet. Los títulos, en mayúsculas, intentan ser ironías mías:


ALTERNABILIDAD DEMOCRÁTICA:
"Lógicamente, con el tiempo han llegado algunos señoritos que pasaron tres años sentados en oficinas y ganan en dólares, a tratar de tomar el poder. Eso no se puede aceptar". 11 de agosto de 1983, en alusión al regreso a Chile de un puñado de exiliados.

AMATEURISMO:
"Era sólo un aspirante a dictador, nunca fui un verdadero dictador". 12 de octubre de 1998.

CLARIDAD DE CONCIENCIA:
"Yo no tengo que pedir perdón a nadie". 28 de diciembre de 1997.

CRITERIO DE ESCASEZ:
"Es una buena medida de economía de espacio en el cementerio". 3 de septiembre de 1991, refiriéndose al hallazgo en un mismo ataúd de dos cadáveres de desaparecidos.

CIUDADANÍA GLOBAL:
"No reconozco jurisdicción a ningún otro país para que me juzgue por los embustes españoles". 11 de diciembre de 1998, Londres.

DEMOCRACIA:
"Los únicos que están por la restauración de la democracia en Chile son los políticos y quizás uno o dos sacerdotes". 5 de mayo de 1979, aludiendo a las solicitudes de restauración democrática tras el golpe de Estado.

DEMOCRACIA PARTICIPATIVA:
"¡Ojalá (mis enemigos) intenten un golpe, porque ahí van a ver cómo los aprieto!". 12 de mayo de 1978.

DERECHOS DE TERCERA GENERACIÓN:
"Tengo 80.000 hombres armados. Ahí tengo la solución". 17 de abril de 1990, refiriéndose a amenazas de juicios por derechos humanos.

DESPRENDIMIENTO:
"Iré al congreso no a sentarme a ocupar un asiento, sino que voy a luchar por mi gente". 5 de noviembre de 1997, previo a su asunción como senador vitalicio.

DUDA RAZONABLE:
"Yo no conozco eso de los derechos humanos. ¿Qué es eso?" 4 de agosto de 1995.

GUERRA ASIMÉTRICA:
"El 11 de septiembre de 1973 se declaró una guerra, con muertos y heridos. Las Fuerzas Armadas tuvieron más de 600 víctimas y nunca se habla de ellas. En cuanto a los desaparecidos, no los hizo desaparecer el gobierno". 20 octubre 1983, refiriéndose a las víctimas y desaparecidos.

IDEAL DE PATRIA:
"Hacia 1985 ó 1986, cada trabajador chileno va a tener una casa, un auto, un refrigerador. No va a tener un Mercedes Benz, pero tendrá una Citroneta de 1975". 11 de septiembre de 1979, en el contexto de la celebración del sexto aniversario del golpe de Estado a Salvador Allende.

INGENIERIA GENÉTICA:
"En 30 años más tendremos un país de gente muy inteligente". 20 de agosto de 1978.

INOCENCIA:
"Yo nunca di orden de matar a nadie". 14 de marzo de 1998.

LAUREL:
"Me retiro con la conciencia muy tranquila". 28 de noviembre de 1997, en el contexto de su retiro del ejército.


LIMPIDEZ DE CONCIENCIA:

"Asumo toda la responsabilidad política por lo ocurrido durante mi gobierno". 25 de noviembre de 2006, en la celebración de sus 91 años. (Primera y única oportunidad que lanzó dicha tesis.

MADUREZ:
"Nada podrá impedir que un día, tal vez no tan lejano, vuelvan la paz y la sensatez a esos espíritus que todavía siguen cegados por la pasión". 11 de diciembre de 1998, en mensaje a sus paisanos chilenos una vez es arrestado en Londres.

PLURALISMO DEMOCRATICO:
"El marxismo es como un monstruo de siete cabezas. Uno corta una cabeza, y todavía quedan seis. Corta otra, y quedan cinco". 09 de noviembre de 1995.

PROPÓSITO DE ENMIENDA:
"Nosotros no somos una aspiradora que barrió el marxismo para ahora devolver el poder a los señores políticos". 26 de junio de 1979.

SALDO POBLACIONAL:
_"Aquí (en Chile) había 12 millones de habitantes. De esos, 2.000 no son nada". 3 de septiembre de 1991, refiriéndose a los detenidos-desaparecidos.

SANTA PAZ:
"En Chile reinan la libertad y el orden". 4 de noviembre de 1993, refiriéndose a su obra de gobierno.

Pero, sin duda, ya hemos tenido bastante de Pinochet. Me permito entonces una efímera conclusión:

De este rosario de lindezas de pensamiento de derechas se deduce entonces a qué peligrosos eventos nos podría conducir la proliferación política y mediática de este rosario reaccionario de ideas. Lo que llama a repensar en qué manos dejamos el ejercicio legítimo del periodismo de opinión. Esto es, el inteligente, y necesariamente ideológico, intercambio de ideas.

Se deduce de ello qué riesgos conlleva no identificar colectiva, intuitiva e instantáneamente que detrás de frases aparentemente inocentes, como la que salmodiaba la tía Etelvina, sigue viva la pesadilla de la reacción derechista en Suramérica:

“Limpieza, orden y progreso; progreso, orden y limpieza… estos son los valores que forjan una patria”.


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Luis Delgado Arria


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