De puro ocioso me puse a leer la columna que escribe Francisco Batista, es decir, Kico o el niño rata, como lo bautizaron en sus tiempos universitarios, en el vespertino de Petkoff. No es divertida, amena o graciosa, objetivo que imagino persigue el personaje con mucho afán para tratar de ocultar las rayas que le preceden en cada una de las aventuras en que incursiona.
En el texto en cuestión, Kico cuenta los aciertos que ha tenido respecto a los encuentros del mundial de fútbol, porque de antemano conocía cual serían los resultados (mosca Hermes, de pronto al niño rata le da por ofrecer triples y terminales) y eso lo asusta porque ahora tiene pesadillas bélicas inspiradas, claro está, por quién más? Por el Presidente Chávez.
Implora a Dios el niño rata que lo libere de sus demonios. Si será pendejo ... Cómo le van a sacar al diablo de encima si come, bebe, conversa, trabaja y hasta comparte cama, con las más demoníacas personas que se recuerden en esta tierra de gracia.
Cómo exorcizar de sus demonios de guerra a un tipo que hace hasta lo indecible para que Venezuela tenga una guerra interna, esa en que la sociedad que él representa con el apoyo de los marines acabe con los chavistas de los barrios populares y de las urbanizaciones, eso sí, sin tocar a los escuálidos, porque cómo quedaría Globovisión, encadenada a FOX y CNN en español, transmitiendo al mundo entero la mortandad que ocasionarían los gringos con sus lacayos criollos al derrocar al autócrata que mantiene un régimen de terror en Venezuela.
Un tipo que a sabiendas jugó el rol de comparsa aquellos días de abril, cuando encaramado en una tarima pretendió, sin éxito por supuesto, imitar a Carlos Ortega, Juan Fernández y ni siquiera le llegó a los tobillos a Orlando Urdaneta, quien se coló hasta en los más íntimos planes de los oficiales golpistas, aunque él, en honor a la verdad, durmió aquel abril con otra complotada, quizás lo más cerca que estuvo de la brevísima dictadura de Carmona, y desde hacía rato sufrió su propio golpe de Estado a manos de un alto oficial.
Esas pesadillas rosas del niño rata seguramente tienen su origen en la mala conciencia profesional que a diario intenta ejercer por cualquier medio para granjearse el cariño de sus patronos, en cada una de sus intervenciones busca parecer irreverente y al mismo tiempo conciliador, aparentando un equilibrio tan balurdo, que ni siquiera es digno del sarcasmo de Mario Silva, quien cuando se refiere a él lo hace muerto de risa. Definitivamente, el niño rata debería fijarse más en lo que hace Carla, tan insulza como él, pero al menos ella tiene un no se qué. Kico es en televisión una liga de Carla y Roland Carreño, pero más desabrido y en esta columna un híbrido de Nitu, Isa, Claudio, Laureano y Blanco Muñoz, con semejante arroz con mango cómo carajo no va a tener pesadilla.
Imagino que si algún resquicio de cordura conserva, el niño rata debe temer a que se materialicen sus pesadillas con personajes como Ybellise, y sus problemas judiciales, el cura Baltasar Porras, Antonio Ledezma, Oscar Pérez, El Mundo, Feriado, los restaurantes que supuestamente regentó, el viejo edificio de El Nacional ….Y Kico y Punto.
Por último, la pesadilla también puede ser una forma del pequeño roedor de posicionar el lema de campaña de su nuevo patrono, “Venezuela sin miedo”, a su manera claro, descubriendo el lado más pendejo de aquel que duerme con el diablo y aspira llegar al cielo por asalto.
*PERIODISTA