Hablemos de las lenguas del mundo

Por supuesto que sólo pueden ser estimativas las cifras, pero son elocuentes. Según donde consultemos, salvo la lengua española que, según la Real Academia de la Lengua, tiene aproximadamente 93 mil palabras, de las que 19 mil son americanismos, las restantes lenguas principales del mundo cuentan cifras bastante oscilantes según el sitio de Internet que consultemos.

Por ejemplo, un estudio entre la Universidad de Harvard y Google, da como resultado que la lengua inglesa cuenta con 1.019.729 palabras. Sin embargo, en otro sitio se dice que el Oxford English Dictionary tiene 252.200 entradas en las que define 414.800 palabras. Pero si nos quedamos con lo que dice, en 2018, la web de la BBC, se estima que hay 171.146 palabras actualmente en uso, de las que 47.156 son obsoletas…

De modo que, como se comprueba, los datos consultados en Internet sobre ésta y otras materias no podemos considerarlos rigurosamente ciertos. Lo mismo pasa con la lengua alemana. En general se estima que tiene unas 400 mil palabras, pero un análisis del corpus lingüístico de Konrad Dunde revela que son 17,4 millones. La rusa tiene entre 350 y 500 mil palabras. La italiana, según el Grande Dizionario Italiano, 500 mil voces, pero para el Garzanti, 250 mil. La francesa, según Le Grand Robert, unas 100 mil y más de 350 mil definiciones. En otros sitios, 400 mil. La finlandesa, 800 mil. La portuguesa, 820 mil. La china, 500 mil. La japonesa, 500 mil, aunque la mayoría de diccionarios recogen solo 200 mil. La coreana, un millón. Y la lengua árabe, en unos sitios 12,3 millones y en otro ¡23 millones! La pirahá es una lengua no escrita que consta de ocho consonantes y tres vocales. No dispone de ningún alfabeto. Es hablada por un pueblo del mismo nombre en la Amazonia. Por cierto, el Toki Pona es un idioma artificialmente creado por la lingüista canadiense Sonja Lang con menos palabras del mundo: 120 vocablos, una lengua vertebrada en la filosofía taoísta. La hablan unas 4 mil personas.

Como se ve y se puede comprender, la tarea del recuento no es fácil. No solo para los filólogos y estudiosos del asunto contabilizar palabras de una lengua, sino también para quienes consultan tan escurridizo dato que no saben a qué carta quedarse. Esas cifras del árabe son desconcertantes y hacen desconfiar.

Un español común y corriente se estima (¿quién ha tenido la santa paciencia de hacer el cálculo y cómo lo ha hecho?) que usa 300 palabras, y uno más culto, unas 500. Pero de las 93 mil del diccionario de la RAE, hay que suponer que más del 90 por ciento de ellas son acaparadas por el lenguaje específico de todas las áreas de conocimiento de las tantas y diferentes actividades, profesiones y oficios resultado de la división del trabajo estudiada enEconomía y Sociología. Es decir, ese 90 por ciento está compuesto por el repertorio de palabras empleadas en la Ciencia, en la Medicina, en lo jurídico, en la Matemática, la Física, la Química, la Sociología, la Biología, la Psicología, la Astronomía, la Meteorología, las Bellas Artes, las Artes menores u oficios varios. Ahora también la Informática y con ella aluviones anglicismos que empobrecen considerable y necesariamente la lengua castellana…

El caso es que lo que me ha movido a este facilón estudio basado en una consulta tras otra en Google, es que si en España hemos de hablar con 300 palabras, salvo las ocasiones en que los especialistas deban emplear en su trabajo un repertorio complementario, no me extraña que la distancia entre las 93 mil palabras del español-castellano y los 23, o los 12, millones del árabe, hayan hecho imposible un entendimiento histórico entre los hablantes de una y otra lengua, pues las diferencias entre los matices y las tonalidades de las palabras elegidas por unos y otros al encontrarse frente a frente los hablantes debe ser tal, que sólo la sensibilidad, tan lejos la de uno y otro interlocutor, sería capaz de superar las distancias. Algo que también al hablar cotidianamente el español-castellano es preciso tener en cuenta. Quiero decir que yo, personalmente, que sólo empleo unas veinte palabras para no parecer pedante, estoy seguro de entenderme a través de dicha sensibilidad mucho mejor con un pastor de ovejas, con un lapón o con un pirahá, que con mi ilustrado vecino, que con sus iguales emplea las 500 palabras que se atribuyen al "español culto", pero conmigo se tiene que contentar con 300 porque soy un español medio…



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Jaime Richart

Antropólogo y jurista.

 richart.jaime@gmail.com      @jjaimerichart

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