La oligarquía colombiana históricamente como clase social prepotente y autosuficiente ha mantenido su condición violenta y asesina, asi como su servilismo proimperialista hasta nuestros días.
De manera audaz e inteligente, ha domesticado al pueblo colombiano para que acepte resignada y temerosamente el asesinato cotidiano de los mejores hombres y mujeres que insurgen de manera rebelde en cualquier parte del campo y la ciudad fieles al legado bolivariano que pudo mantenerles despiertos y alertas contra toda opresión imperialista durante un tiempo.
Pero los oligarcas santanderianos ante tal legado bolivariano no se cruzaron de brazos y negando a Bolívar se dedicaron a fraguar su traición en forma sistemática y perseverante contra el Libertador Simón Bolívar, pese a que el Libertador había logrado un hito histórico, unir y crearnos a los pueblos “La Gran Colombia”.
Finalmente terminaron dividiéndola por mandato del imperio para llevar adelante el fatídico propósito liquidacionista de Simón Bolívar, al cual le dieron hasta lograr conducirlo abandonado, enfermo y solo a la muerte en Santa Marta.
