Martirio Mediterráneo

"Esto nos pone a prueba, lo acepto, porque tienes una plaga de inmigrantes que llega a través del Mediterráneo buscando una vida mejor, deseando venir al Reino Unido."

David Cameron, Primer Ministro Inglés, en declaraciones al canal ITV.

Desde Europa nos llegan a diario noticias verdaderamente desafortunadas. Con su arrogancia de otrora, su clase política intenta con el decidido apoyo de los medios de comunicación a su servicio, despachar el tema de las migraciones africanas hacia el viejo continente, con la simpleza y el desprecio que lo ha hecho el Primer Ministro David Cameron, al referirse a esta crisis humanitaria, como el avance de "una plaga" a la que el Reino Unido le hará frente, junto a sus socios europeos. Ya no importa cuántas vidas más cueste esto. A fin de cuentas se trata de negros, de pobres, de incultos, de seres inferiores y si lo miramos bien, para ellos no se trata ni siquiera de seres humanos.

No obstante, parece que la única plaga que hay en todo este asunto, es la cantidad de mentiras de las que se encuentra plagado, hoy como ayer, ese discurso racista e infame. Pero ¿qué es lo que genera este fenómeno? ¿Cuáles son sus causas, donde está su origen? Pues bien, revisando un documento denominado "Migraciones Africanas hacia Europa, Estudio cuantitativo y comparativo. Años 2006-2008 Centro Nº 6 de Nouadibou, Mauritania.", elaborado por la Cruz Roja Internacional Española, encontramos algunas luces que consideramos importante compartir a los efectos de tener una mejor comprensión de este asunto tan complejo. Para analizar la región africana, vale la pena enumerar una serie de indicadores del África Subsahariana que nos van a dar un marco de referencia general. Se trata de una región conformada por 46 países, a saber: Angola, Benin, Botswana, Burkina Faso, Burundi, Camerún, Cabo Verde, Chad, Comores, Congo, Costa de Marfil, Eritrea, Etiopía, Gabón, Gambia, Ghana, Guinea, Guinea-Bissau, Guinea Ecuatorial, Kenya, Lesotho, Liberia, Madagascar, Malawi, Mali, Mauritania, Mauricio, Mozambique, Namibia, Níger, Nigeria, República Centroafricana, República Democrática del Congo, República Unida de Tanzania, Rwanda, Santo Tomé y Príncipe, Senegal, Seychelles, Sierra Leona, Somalia, Sudáfrica, Swazilandia, Togo, Uganda, Zambia y Zimbabwe, que suman entre sí una población de aproximadamente 1.767 millones de personas y que de acuerdo al PNUD y UNICEF ocupan los últimos lugares del Índice de Desarrollo Humano (IDH), donde 148 de cada 1.000 nacidos vivos no cumplen 5 años y el 45% de la población no tiene acceso al agua potable, donde el 63% no cuenta con servicios de saneamiento básico, otro 32% de la población sufre desnutrición y donde se tiene un 5% de tasa de prevalencia media en VIH/SIDA entre jóvenes de 15 a 24 años, que hace algunos años adquirió características de pandemia, gracias entre otras cosas a la prohibición expresa de la Iglesia Católica, de que la feligresía africana mayoritariamente negra, usara condón por ser esto un pecado. De su población adulta, el 38% es analfabeta. Sumémosle a este terrible contexto la permanente inestabilidad política y social que afecta a la mayor parte de los países que conforman el África Subsahariana permanentemente azotada por guerras internas con importantes desplazamientos de población civil, por motivos políticos, de etnias y religiosos. Por otra parte – cuándo no - la implementación de los planes estructurales del Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial en estos países, con el decidido apoyo y en algunos casos con la descarada imposición de las democracias europeas, a cambio de créditos que aumentan su deuda externa, trayendo como resultado la imposibilidad del pago de la misma en la última década, con las consecuencias que tiene la dificultad para obtener nuevos empréstitos y el hecho de que dichos países destinen casi todos sus ingresos de manera exclusiva al pago de los intereses de estas deudas. Por otra parte vale la pena distinguir la emigración del África del Norte de la del África Subsahariana. El África "blanca" (Egipto y Magreb) exporta sobre todo sus poblaciones hacia Europa y Estados Unidos, mientras el África subsahariana, aunque ciertamente orienta su emigración hacia Europa (sobre todo Ghana, Nigeria y Senegal, que representan la mitad de los flujos migratorios subsaharianos, seguidos por Cabo Verde y Mali), tiene también importantes movimientos migratorios internos: de las zonas rurales a las ciudades, de las zonas en guerra hacia las zonas en paz, y de los países más pobres hacia los países más ricos. Así, países como Nigeria, Libia o Gabón, enriquecidos por el petróleo, y Kenia, Costa de Marfil, Sudáfrica y Botswana, con más recursos económicos, acogen a los trabajadores de los países más pobres del África Subsahariana, que expulsan cada vez que se manifiesta una crisis económica. El África Occidental y el África del Norte son las grandes regiones de las migraciones del continente y sirven de etapas hacia Europa.

Ciudades como Nouadibou en Mauritania y San-Luís en Senegal sirven de puntos de paso y de contacto con las redes de migraciones entre el África subsahariana y el Magreb, última etapa antes del salto europeo; de este modo se ha pasado de las migraciones internas a las migraciones externas. Por otro lado las guerras en Siria e Iraq son claramente también grandes impulsores de la migración hacia Europa. Los países vecinos de Siria han recibido a unos tres millones de refugiados. Millones de sirios más están desplazados dentro de su propio país. Según las agencias de ayuda este conflicto es la principal fuente de migración a la Unión Europea. Y ahora el número de sirios que huyen de su país ha sobrepasado al de los afganos, eritreos y otras nacionalidades. Pero también hay un gran número de personas procedentes del África subsahariana que arriesgan su vida para realizar el trayecto. En Libia muchos están dispuestos a pagar sumas enormes de dinero a traficantes de personas para escapar del conflicto en su país. Conflictos que cuentan con el auspicio de Estados Unidos y ¿adivinen de quien más?, pues de la mismísima Unión Europea.

"Nadie debería morir tratando de alcanzar la seguridad en Europa La gran mayoría de las personas que llegan a Europa por el Mediterráneo -225.000 este año - huyen de la guerra, los conflictos y la persecución y más de 3.000 han muerto desde enero", nos decía en días recientes la portavoz de ACNUR, Melissa Fleming. Y ya no se sabe que es peor. Si ver como se nos convierte ante nuestros ojos el Mar Mediterráneo en un cementerio o ver como la burocracia internacional pretende hacernos mirar hacia otro lado, mientras juegan a rescatar a los africanos, solo para devolverlos de nuevo a sus tierras, saqueadas por Europa durante siglos, con la esperanza de que en el próximo intento se ahoguen de una buena vez o termine matándolos una bala disparada por las armas que ellos mismos les venden para que libren sus guerras.



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Rubén Villafañe


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