El Derecho de Vivir (I)

Introducción

¿Qué mundo es éste, reducido al lugar común de la miseria humana y la violencia? ¿Quién es Latinoamérica y cuál es la orientación capitalista que desde tiempos lejanos decide su bienestar? Desde cuándo la opresión considerada como un retrato o un autorretrato, socarrón, le viene de maravilla a la representación de un sistema político, inscrito con ironía en la gravedad de un estancamiento germinal, complaciente, rígido preconcebido, represivo y genocida: canalla de la sumisión rutinaria; servil de las formas definitorias de las nociones imperiales y la causalidad concretada como administración de la opresión.

Todo proyecto de dominación, una vez retratado como evolución pura y simple, se consolida como factor de complacencia de los possessores: puro es el pueblo con la lógica de los acontecimientos que lo convierten en movimiento de resistencia aunque simple sea el derecho de los derechos de vivir. Impura es la niñez de la pobreza y su mayoría de edad, figurada bajo la presión que aparece de distintos modos a la cara del mundo de la dominación capitalista

El origen de la dominación capitalista, perpetuada por las grandes potencias occidentales es algo profundamente calculado mediante el recurso de la no causalidad. Dentro de este esquema, se descubre, a espalda de los pueblos una instancia de control, generadora de pobreza extrema y desequilibrios sociales; dictaminados por el órgano político del capitalismo de modo decisivo, desde el absolutismo encarnado por el modelo político “democrático”. Ello, tan sólo se elige interindividualmente. En conexión completamente funcional con los mercenarios enquistados en la gerencia de las instituciones de regulación “democrática”; conforme a las exigencias de las actividades mercantiles que controlan la internacionalización del capital. Esa estructura de poder representada por la “democracia” se caracteriza por la mediocridad profesional y el servilismo de las clases gerenciales hacia las clases privilegiadas.

Democracia

La “democracia”, contemplada en la forma más positiva que se pueda intentar, representa todos los caracteres de una fatalidad, transfigurada sin ninguna perspectiva de gloria ni discusión. Sobre ella, residen llantos cubiertos de muerte: invasión de 1492; sangre diseminada sobre las paredes y las aceras somnolientas de genocidios y barbarie; colgaduras y fusilamientos en nuestros zócalos del día, en las grandes llanuras, selvas y ciudades; o la rebeldía de los ancestros de los pueblos oprimidos por revolucionarios: el tatarabuelo, revolucionario; el bisabuelo, un revolucionario; el abuelo, otro revolucionario; el padre y la madre, revolucionarios; los hijos e hijas, revolucionarios… aquí donde la lucha de los pueblos se proclama como la libertad fundamental del derecho de vivir como revolucionario. Simultáneamente a este procedimiento, la “democracia” administra el poder político de la sangre, del hambre y las privaciones; interconectándolas al capitalismo de manera onerosa; tal vez de forma inconsciente en el imaginario colectivo de los pueblos y los parentescos, que yacen a la espera del develamiento de las conexiones inventadas por la historia para dominar los pensamientos de manera consciente. A estas alturas es indiscutible que un régimen como el capitalismo monopoliza la “democracia” cuando sus intereses son favorables a la dominación y la explotación de los seres humanos. Y cuando, la “democracia” se arrastra, encima de la candidatura de sus pertenencias individuales. De esta manera la “democracia” cumple con los requerimientos y los dictámenes tutelados por los amos más oscuros de la opresión. Su estructura política, por más variada y heterogénea que pueda parecer no surge del libre albedrío ni de la pluralidad sino de la explotación y la exclusión económica conformada para controlar la multitud, una vez accionada la ceguera sobre el terreno propicio de la dominación “democrática” impuesta por el imperialismo.

El refinamiento comercial de la “democracia”, es consciente de la realidad que han sufrido y sufren los pueblos bajo la presión del sufragio, la religión y la dominación imperialista; inmediatamente después que cocina en la cabeza del colectivo la cultura de los hipócritas: possessores que no quieren la guerra (mentira inoculada por los medios políticos de desinformación) porque no soportan la sangre productora de agonía, muerte, lágrimas, dolor y horror, que detiene la resistencia natural de los pueblos. Hoy día, tanto en la monarquía de la iglesia católica como en la dominación ejercida a través del modelo político “democrático”, el totalitarismo tiene un lugar muy especial como agresor de la desesperación y la rebeldía de los pueblos. En estas condiciones, la rebeldía de los pueblos va dirigida, ante todo, al sistema político “democrático” y a las problemáticas nacionales e internacionales producidas por su estructura hegemónica de poder; y al inadecuado posicionamiento etimológico de la palabra “democracia”. El modelo político “democrático” no personifica la igualdad; tampoco representa los pueblos; menos la palabra que le da nombre. Esta vieja sociedad mercantil fecunda sus fechorías asumiendo el capitalismo; aceptando la “democracia”; y completando su rol de verdugo desde el período en el que se encarcela la reviviscencia de los pueblos (1789 – 1794). Es en éste período, cuando la “democracia” pasa de la etapa semántica, imaginativa e intelectual, a la constitutiva de los fascismos “democráticos” que hoy conocemos como impersonalidad mediática. Esa impersonalidad que, en los ámbitos de la inconsciencia y la enajenación se oculta como una voz autoritaria permanentemente maquillada por sus hacedores; discierne en pintura, retrato y fotografía del drama realista de los pueblos conquistados por la “democracia”; al mismo tiempo que se descubre sujeto de la polinomia; universalizada y especializada en el campo del enajenamiento de la conciencia que avasalla los pueblos.

Creemos oportuno señalar un par de circunstancias del arte de la imagen estética de la “democracia”; integrantes del cartel internacional, encargado de sostener la crisis política, económica y social bajo amenaza de coacción:

* “Democracia” como modelo gubernativo totalitario, separado del mundo de la realidad, no sólo por contraste y unidad divina sino por acción y pensamiento.
* “Democracia” como evolución mística y desparpajo, representativo de los ejemplos más nefastos de intolerancia intelectual, indagación lingüística y apego a la manipulación etimológica de la palabra que la identifica.



Esta “clase” de interpretación, hace de la “democracia”, una síntesis fraudulenta de todas las conquistas conservadas por el derecho de vivir. Tanto, que confiesa la manufactura de beneficios, recompensas y vicios de Gobierno: codicia, individualismo, ignorancia, inmoralidad, corrupción, burocratismo, eurocentrismo, despotismo y desprecio al derecho de la vida de los seres humanos. En este sentido, es indispensable reconocer, que los pueblos excluidos se organizan como convicción viviente e inmediata de su liberación; resistiendo la dictadura política y económica del orden “democrático”. Para entender esto, basta, con confrontar el análisis de las voces duras de la opresión con las brutales estadísticas de genocidios y muerte, extendidas sobre el imperio de los fantasmas y los demonios que la “democracia” representa en todo el continente americano.

Por supuesto que este develamiento no eleva la comprensión del problema y su contradicción fundamental. Todos sabemos que la “democracia” justifica sus imposiciones políticas y económicas; manipulando los efectos y escondiendo el rostro mercantil de los beneficios; originados, a través del determinismo, aprobado contra el comunismo, el narcotráfico y el terrorismo. También sabemos del divorcio manifiesto entre los objetivos y los puntos de vista expresados por los representantes dictatoriales del sistema de poder “democrático”; empeñado, en el exterminio de los pueblos libertarios; cuándo no acatan el capitalismo y la “democracia” como un predicado de Dios: solapado adentro de una atmósfera mítico – religiosa de dominación, conectada a la conciencia condicionada y proporcionada por la actividad vívida de la publicidad. Este método de dominación, profundizado y perfeccionado en el siglo XX, adquiere vigor espiritual; desarrollándose a través de los medios impresos, el cine y la televisión. Todo ello, con el concurso de poderosas transnacionales y sus extensiones de interés.

Afectos

No existen dudas sobre quienes son los cómplices de las injusticias que afectan el bienestar de los pueblos en América y el mundo. El Proceso Bolivariano los ha identificado por sus auspicios a la contrarrevolución activa y pasiva. Todos ellos, son socios y aliados del capitalismo: los mismos ricos, la misma iglesia; los mismos políticos; los mismos empresarios de comunicación; los mismos cuadros del fascismo “democrático” en la región; el mismo caballo de Troya mimetizado en rojo y el mismo imperio genocida y expoliador. Cada uno moviéndose en el círculo de su influencia de Gobierno, conforme al proceso habitual de desarticulación y desestabilización de los procesos revolucionarios, articulados por el fascismo “democrático”.

Hasta el año 1998, Latinoamérica, con la excepción de Cuba se mantenía como una colonia exclusiva del sistema capitalista; manteniendo con la miseria y la pobreza extrema, la evidencia más aguda de las mentiras del modelo político “democrático”; todavía se mantiene, a pesar de las nuevas relaciones comerciales y políticas que convierten a los pueblos de Cuba y Venezuela en sujetos primarios de la opresión estadounidense. Tanto, que ha llegado el momento de reflexionar y revisar el modelo “democrático” y sus bienechurías de fe: sistema de organización económico caracterizado por el derecho divino de la propiedad privada y el capital privado; ley de la oferta y la demanda como principal regulador de la economía monopolista de mercado; influencia legislativa liberal individualista, protectora de los más poderosos; regulación y reducción de los derechos de los más débiles; disociación entre los sistemas jurídicos nacionales y los controles “democráticos” de la legislación internacional, acordada como sistema indiscutible de sumisión “democrática”.


Esta manera de actuar debe ventilarse cuestionando la “democracia” y buscando la verdad dentro de su sistema de abstracción comunicacional; como lo admite la no renovación de la concesión otorgada al 27 de mayo de 1987 a RCTV. Esto implica, considerando los preceptos, esquemas y principios que conducen la involución del progreso social en cualesquier circunstancia, la revisión de la función social que el Estado debe cumplir mediante la legislación conmutativa. Invocando para ello el carácter de los derechos de vivir contenidos en la justicia social.

Viendo y analizando de cerca la palabra “democracia”, nos encontramos con un sistema de connotaciones lingüísticas, negadoras de la realidad que observamos todos los días al observar la exclusión histórica de los pueblos y la malintencionada distribución del bienestar económico, político y social. Sin duda alguna, el capitalismo administra para sí la palabra “democracia”; en tanto, es transformada en mito y aceptada como leyenda. Basta con confrontar las asimetrías históricas consumadas en beneficio de los ricos en su identidad exterior para percibir las reglas inmodificables del modelo político “democrático”; expresado como la libertad política de una minoría que niega la libertad económica de los pueblos. Conforme a este concepto de dominación, la “democracia” obtiene la conserjería que custodia el orden jurídico de la explotación, usando la concepción liberal individualista y la “sociedad civil”, contra los pueblos libertarios a lo largo de los dos últimos siglos de representación “democrática”.

Hay que confesar francamente que la clase dominante inventó un modelo político para permitirse el control de las relaciones de producción y su dominio. Concretado, cuándo las minorías se forjan propietarias de un Estado de Derecho con sus normas; y de una cultura, que borra de la conciencia colectiva, los antagonismos y las contradicciones. En estas condiciones nace la quimera de la pretendida neutralidad del Estado “democrático” y su supuesta impersonalidad; prestada a la manipulación de los supuestos que combinan la apariencia con la realidad; o la noción, que pretende hacer creer que la “democracia” es un modelo político apto para cualquier ideología que democráticamente ocupe el poder.

Todo lo anterior se resume en la necesidad práctica de analizar la “democracia”, más allá de la relación sujeto – receptor y su superestructura. El punto de partida debe ser la comprensión de los principios de dominación prácticos no la intriga del anti – comunismo heredado de la cultura occidental dominante. Cuanto más profundo sea el análisis que hagamos de la “democracia” más probable será la construcción y los descubrimientos deductivos del socialismo. El sentido de observación y comparación es evidente e imprescindible para juzgar esa fábrica de inanidad social que llamamos “democracia”: noción de organización artificial, irresponsable de sus deberes, compromisos y derechos que la ley del sufragio confiere a la vida. En cualquier caso, al sopesar la diferenciación entre la etimología de la palabra “democracia”, la realidad de la inanidad social y la tiranía a ojos de todos; vemos todo acto y administración de gobierno “democrático” en letra menuda; alejada de la expresión del derecho de vivir. No debe extrañarnos que un modelo político puramente instrumental; como es la “democracia”, pueda tener algún tipo de conexión con principios y valores del realismo. Con ésta aptitud engañadora no solamente descubre su verdadero rostro, también determina la finalidad y destino de la abstracción y generalización de la barbarie que hace posible su enriquecimiento financiero.

Reducida la “democracia” subjetiva a un conjunto de normas obligatorias, impuestas coercitivamente, debemos hacerla sujeto de la indagación más minuciosa que se halla hecho sobre modelo político alguno. Su constructo ideológico significa un engaño demasiado cruel aunque para muchos el carácter avanzado de las mentiras, convertidas en enajenación sea la ventaja de determinados intereses. Sé que no es fácil, decidir el curso de los acontecimientos actuales. Sabemos también que no es fácil escapar de la desarticulación y la desestabilización practicada e instituida como salvaguarda del modelo “democrático”. Recuérdese que el interés de los pueblos es antagónico al de los ricos; recuérdese también que la propiedad privada beneficia la libertad política de los ricos negando la de los pueblos. Siendo así, los principios y las directrices preestablecidas por el régimen de enajenación “democrática”, tienen que ser revisadas antes de la construcción de un sistema político socialista. Es así, que debemos construir, construyendo el inicio del cambio de modelo gubernamental, formulando esquemas y ordenamientos específicos en el sistema jurídico: abolición de la propiedad privada y la explotación de clases autoritaria; fin de la esclavitud y la opresión; sanción y criminalización de las conductas no deseadas; fin de la práctica coercitiva del clero y la aristocracia ataviada de “democracia”; proceso productivo planificado para el interés de toda la población. Destacando, que la búsqueda y consolidación del bienestar colectivo no debe repetir los compartimientos estancos que desintegran el derecho de vivir; tampoco debe asociarse a planos electorales de opción política, impuestos por el modelo político “democrático” a través de su infeliz historia.

Pueblos

Con la derrota del nazi - fascismo se mantienen las estructuras de la oligarquía latinoamericana y la dominación del capital extranjero. La estrategia de los Estados Unidos, una vez terminada la segunda guerra mundial, es aplicada escatológicamente: uso sistemático de la tortura física y sicológica; desarrollada, controlada y alimentada, como forma de investigación contra los pueblos que reclaman el derecho de vivir. Estas políticas son encubiertas bajo la forma de la fobia anti - comunista: conjunto de condiciones que permiten la violación de los derechos humanos y la consumación de crímenes de lesa humanidad. En otros términos, tomando como base el atajo represivo tomado por Brasil en 1964. Queremos descubrir como la “democracia” se militariza, cuando Jânio Quadros dimite en 1961 y la violencia sobreviene al golpe de Estado que derrocó al presidente constitucional Joao Goulart en 1964: golpe de Estado como plan B de la “democracia” para violentar los derechos humanos con el pau de arara - tortura - y el “Acta 5” - institucionalización de la violación de los derechos humanos - de pleno acuerdo con los Estados Unidos, la oligarquía comunicacional y las fuerzas vivas más representativas de la democracia brasilera. En las elecciones de 1945 el Partido Comunista Brasileño había obtenido 600 mil votos, quince diputados y un senador. A finales del ano 1946, el Partido Comunista tenía, sin contar con los simpatizantes, alrededor de 180 mil militantes. Fue así que ciudades como Santos y Santo André (estado de São Paulo), Recife y Jaboatão (estado de Pernambuco) fueron declaradas legalmente, manipulando la ordenanza, estancias balnearias de exclusiva afluencia turística, para que así los prefectos, según la intervención practicada en la constitución, no fueran elegidos por votación popular, sino nombrados directamente por el gobernador. Mientras tanto el Correio da Manhä de Rio de Janeiro, anunciaba: “No se puede comprender, hasta ahora, de qué manera el gobierno opondrá una barrera a la epidemia comunista”. También podríamos analizar las dictaduras de Pinochet o Videla y la progresiva ascensión de estos asesinos al poder. Junto a José Napoleón Duarte y su concepto de reforma con represión y diálogo con intervención militar, financiada por la CIA a través de la fundación Konrad Adenauer de Alemania. Igualmente, escudriñando el proceso de “democratización” emprendido por “demócratas”, como: Efraín Ríos Montt, el Cardenal Cassariego y Oscar Mejía Víctores en Guatemala. Encontramos que estos etnocidas y genocidas, obedeciendo las órdenes del capitalismo yankee, redujeron a formalismos de contenidos anti – comunistas, las convicciones “democráticas” por ellos representadas: interrumpieron, sobre esa base la paz de los pueblos con la guerra anti – comunista; y la práctica dictatorial del pensamiento “democrático”, emanado del sufragio universal bajo el control del parlamento y la militarización de la muerte.

En efecto, el colonialismo maquillado de “democracia” es el fraude que protege al modelo político “democrático” de los enfoques del realismo. Desde este punto de vista la “democracia” ordena, clasifica y agrupa la conciencia de sus súbditos a través de formulaciones y creaciones retóricas. Así, el modelo político “democrático”, lo mismo que la mentira, corretea sus virtudes en la ficción confinada por su utilidad totalitaria. El contenido y el sentido, que suponemos debe ser develado por medio del socialismo nos señala una ecuación muy simple: colonialismo + capitalismo = democracia. A esas facciones de los privilegios económicos se reduce la semántica de la expresión “democracia” al expresarse de una manera y obrar de otra. O cuando exalta sus logros manipulando la credibilidad comprada por los juicios de interpretación con que convive la ineludible práctica de la opresión. Nadie más calificado para ejemplarizar esta opinión que los miles de cientos de muertes producidas por los regimenes “democráticos” en Centroamérica: cobijo “demócrata” del fascismo pasivo defendido por el modelo político democrático y su representación terrorista más “democrática”: James Carter y Ronald Reagan. Por fortuna el socialismo debe rebelarnos consciente y premeditadamente como se mantiene el sometimiento de la clase proletaria desde arriba. Esto es, lo que debemos revisar: los juicios de valor que hemos tenido, hasta ahora, en torno a la “democracia” y su sociedad de falanges.

La personificación del cambio emprendido en la Revolución Bolivariana se consuma como respuesta a las mentiras construidas como ejemplaridad por la “democracia” y su sistema de representación. La acción y la creación del Proceso Bolivariano se desarrollan como símbolo inequívoco de la ruptura con la opresión y la dependencia sistematizada por el modelo “democrático”. Qué la democracia sea mentirosa, asesina, genocida o no, poco importa; si la catástrofe del privilegio y la injusticia del paquete político “democrático”, trae en su seno la miseria y la represión sistemática de los pueblos. Somos los pueblos los que tenemos que identificar la “democracia”, indagando, en primer lugar, la posesión de la realidad, la manipulación del pensamiento y el dominio de la razón, sin equívocos.

La Revolución Bolivariana debe preguntarse: ¿por qué y contra qué los pueblos se rebelan; y por qué exigen su libertad política, social, económica y cultural? Allí, estamos los pueblos, mirando el comportamiento de la “democracia”. Ahora podemos advertir, por qué es vital el análisis del régimen democrático y su estructura.

Hoy, podemos preguntar: ¿Qué tan difícil es ir directamente al objeto de la opresión y a su estructura de dominación, tomando el derecho a vivir como nuestra única e incuestionable voluntad? ¿Qué tan difícil es apartar el mito “democrático” de la abstracción dominante? ¿Por qué los pueblos sufragamos la explotación, la pobreza y la miseria generada por el modelo político “democrático”, por qué?

¡Hasta cuándo vamos a dejar que la “democracia” nos robe la vida!

candelarioreina@yahoo.es


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Candelario Reina

Poeta venezolana, activista por la paz y la solidaridad con los pueblos del mundo. Productora Nacional Independiente, Guionista y Reportera. Primera poeta venezolana, en recibir en manos del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías, la orden "Heroínas de la Patria".

 sinfronteras_al@yahoo.com

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