Geopolítica del maíz. Parte I: Algo para preocuparse y ocuparse

Al maíz le tardó casi 10.000 años (desde las evidencias de comienzos de su domesticación en suelos mexicanos) ponerse a la cabeza de los cereales producidos en el mundo. Hoy día es la base alimenticia de muchos sistemas intensivos de producción animal, de la industria de alcoholes, de almidones, y de muchos otros usos. Hay países con altísimas producciones de maíz pero no lo consumen los humanos. Sin embargo, en América Latina, la cultura del maíz es alimentaria. Fuimos hechos del maíz, moldeable y divino. Esas leyendas centroamericanas definen la sacralidad del consumo de maíz. Y los Pueblos donde mayormente se consume este cereal en variadas formas y presentaciones, lo tienen como indicador sentimental del estado de seguridad alimentaria; puede faltar cualquier otro alimento, pero si el maíz no está, es un caos. Una crisis en la disponibilidad de maíz en México, países de Centroamérica, y en Venezuela es un signo para que los gobiernos teman por su estabilidad. De allí, que cuando en otros países del mundo, se afecta la disponibilidad de maíz buscan sustitutos y complementos energéticos para las raciones de los animales; pero si a nosotros nos falta o la disponibilidad es oscilante o dudosa, estamos frente a una calamidad, especie de sequía cultural.

De las 220 millones (aproximadas) de toneladas de cereales que América latina y el Caribe producen, un poco más del 50 % es maíz. El maíz es el tuétano de nuestra agricultura desde México hasta la Argentina hay maíz sembrado, y aunque en varios países no es parte abundante de sus dietas en otros (ya indicados) llega a representar casi el 60% de la ingesta calórica promedio diaria.

Entonces, en Venezuela, fue una desfachatez política que en la IV República se haya permitido que una empresa gobernara más del 75 % del mercado, con de la presentación de maíz como harina precocida. Con muy poco esfuerzo, esta empresa tomó el control de la agroalimentación en Venezuela, y con este poder proponía y colocaba sus fichas en los gobiernos, en dos áreas fundamentales, la agricultura y la educación. Nadie se atrevió nunca a tratar de ponerle freno a su expansión con tendencias monopólicas, ni a controlar las brechas de precios entre lo que recibían los agricultores por el maíz y los que lograba la Polar con su industrialización. Lo otro, fue que se vendió como cierto que la harina refinada, no solo era de más fácil uso en el hogar, asunto cierto, sino que se le atribuían características iguales en términos nutricionales a la masa lograda por medios artesanales. Esto dejó para la historia culinaria otras formas de molienda, remanente solo en pocas localidades del país.

Al cierre de la IV República la situación era la siguiente: la industria participaba muy poco en el financiamiento de la producción nacional de maíz, por lógica demandando recursos en divisas para importar. También, hubo mucha resistencia empresarial a la expansión de las capacidades de almacenamiento, y hay quienes señalan que promovieron el descuido e las capacidades instaladas, todo para burlar algunos programas de adquisiciones internacionales supeditados al uso de la producción nacional. FEDEAGRO no pudo tampoco hacerle frente con sus afiliados a la voracidad de Polar y otras empresas agroindustriales del maíz. Fueron los denunciantes de las brechas de precios, pero hasta allí llegaron.

En 1998, la producción nacional de maíz, arroz y sorgo, sumaron 2,2 millones de toneladas, de estas 46 % fue maíz. El consumo aparente per cápita era de 35 Kg y en ese momento era ligeramente inferior al consumo de trigo, otra deviación histórica de nuestro sistema agroalimentario: comer en abundancia lo que no producimos. En años previos al triunfo del Comandante Chávez, un grupo de pensadores y estrategas agrícolas le presentaron, al aspirante a la presidencia la idea de desmotivar el consumo de trigo, impulsar la producción de maíz y de arroz, en un escenario de incremento importante de la población del país.

Me contaron que Chávez escuchó con atención y dijo: algo para preocuparse ahora y cuando estemos en el poder para ocuparnos. Al juramentarse comprendió que requería de una estrategia geopolítica que disminuyera la vulnerabilidad política a causa de la dependencia alimentaria. Aun estaban bajos los precios del petróleo y todo parecía indicar que la mejor idea era impulsar la producción ajustándola al incremento de la población e importar lo faltante de países amigables. Un planteamiento de nuevas alianzas geoestratégicas, donde los EEUU y Canadá no estaban a la vista del gobierno. Pero, sin olvidar que los tentáculos de las grandes empresas que manejan los inventarios de excedentes mundiales, tienen sus tentáculos, aun en los países que se manifestaron como los mejores amigos de Venezuela, o los mejores vendedores oportunistas de alimentos y tecnologías.

A la siembra del Comandante Chávez ya el maíz (nacional e importado) le habías sacado ventaja al consumo aparente de trigo y hoy rondamos los 45 Kg/ persona/año. Sin embargo, las importaciones de trigo siguieron incrementándose, en volúmenes. El gobierno trató de desmotivar el consumo de trigo y terminó formando panaderos en los programas de Vuelvan Caras. Los intereses de este cereal totalmente importado, son parte de otro poder instaurado, sin lo cual es casi imposible entender la dinámica del circuito de los cereales en Venezuela.

Los enemigos eternos de la izquierda saben lo que dicen, dicen mentiras en cuanto a la producción nacional y del consumo de maíz en tiempos de revolución. Los resultados del 2007 y 2008, después de un crecimiento sostenido así lo confirman. Fueron casi tres veces más altos que las cifras dejadas por el gobierno de Caldera. Luego, inexplicablemente o explicado con argumentos débiles por nuestro gobierno revolucionario, ha decrecido la producción de maíz.

Allí debe estar la mano de los agroindustriales, presionando a la baja de la producción para cosechar, no maíz, sino divisas.

La nueva hipótesis en el gobierno del Presidente Maduro es que no tenemos buenas condiciones ecológicas para producir los 4 millones de toneladas de maíz que nos hacen invulnerables a Polar y a los enemigos externos. Y para colmo, la meta actual es inferior a las producciones 2007-2008. No hemos visto para los lados, las colas por alimentos, son entre otras razones, las colas por la harina de maíz.

Los enemigos de la revolución han crecido, y la geopolítica del maíz es y debe ser otra.



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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