Una incursión israelí sobre Rafah será una catástrofe humanitaria sin precedentes

La opinión pública israelí debe despertar, y con ella la Administración de Biden. Esta emergencia es más grave que cualquier otra durante esta guerra

Lo único que podemos hacer ahora es pedir, suplicar, clamar: no entréis en Rafah. Una incursión israelí en Rafah será un ataque al campo de refugiados más grande del mundo. Arrastrará al ejército israelí a cometer crímenes de guerra de una gravedad que ni siquiera ellos mismos han alcanzado todavía. En estos momentos es imposible invadir Rafah sin cometer crímenes de guerra. Si las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) invaden Rafah, la ciudad se convertirá en un tanatorio.

En estos momentos, en Rafah hay alrededor de 1,4 millones de personas desplazadas que en algunos casos se refugian bajo bolsas de plástico convertidas en tiendas de campaña. La Administración estadounidense, supuesta guardiana de la ley y la conciencia israelíes, ha condicionado la invasión de Rafah a un plan israelí de evacuación de la ciudad. No existe ni puede existir tal plan, aunque Israel consiga idear algo.

En la devastada Franja de Gaza, no queda ningún lugar adonde ir

Es imposible transportar a un millón de personas totalmente desamparadas, algunas de las cuales ya han sido desplazadas dos o tres veces, de un lugar “seguro” a otro, lugares que siempre se convierten en campos de exterminio. Es imposible transportar a millones de personas como si fueran ganado. Ni siquiera el ganado se puede transportar con tanta crueldad.

Tampoco existe ningún lugar donde evacuar a estos millones de personas. En la devastada Franja de Gaza, no queda ningún lugar adonde ir. Si los refugiados de Rafah son trasladados a Al-Mawasi, como propondrán las FDI en su plan humanitario, Al-Mawasi se convertirá en el escenario de un desastre humanitario como no hemos visto en la Franja.

Yarden Michaeli y Avi Scharf informan de que se supone que toda la población de la Franja de Gaza, 2,3 millones de personas, debe evacuarse en un espacio de 16 kilómetros cuadrados, aproximadamente del tamaño del Aeropuerto Internacional Ben-Gurion. Toda Gaza en el espacio del aeropuerto, imagínense.

Amira Hass ha calculado que con que un millón de personas vayan a Al-Mawasi, la densidad de población allí será de 62.500 personas por kilómetro cuadrado. No hay nada en Al-Mawasi: ni infraestructuras, ni agua, ni electricidad, ni viviendas. Sólo arena y más arena, para absorber la sangre, las aguas residuales y las epidemias. Pensar en esto no sólo hiela la sangre, sino que también muestra el nivel de deshumanización al que ha llegado Israel en su planificación.

Se derramará sangre en Al-Mawasi, como se ha derramado recientemente en Rafah, el penúltimo refugio seguro ofrecido por Israel. El servicio de seguridad Shin Bet dará con algún oficial afiliado a Hamás al que habrá que eliminar lanzando una bomba de una tonelada sobre el nuevo campamento de tiendas. Veinte transeúntes, la mayoría niños, morirán. Los corresponsales militares nos contarán, con los ojos brillantes, el maravilloso trabajo que están haciendo las FDI para liquidar al alto mando de Hamás. La victoria total está cerca; una vez más, los israelíes estarán satisfechos.

Sin embargo, incluso a través de esta alimentación forzosa, la opinión pública israelí debe despertar, y con ella la Administración de Biden. Esta emergencia es más grave que cualquier otra durante esta guerra. Los estadounidenses deben bloquear la invasión de Rafah con acciones, no con palabras. Sólo ellos pueden detener a Israel.

Los estadounidenses deben bloquear la invasión de Rafah. Sólo ellos pueden detener a Israel

El sector concienciado de la comunidad israelí busca fuentes de información que no sean las emisoras de aquí, que son “caramelitos para los soldados” y que se hacen llamar canales de noticias. Vean imágenes de Rafah en cualquier cadena extranjera –no verán nada en Israel– y comprenderán por qué no se puede evacuar. Imagínense Al-Mawasi con los dos millones de desplazados y comprenderá cómo proliferan los crímenes de guerra.

El sábado se encontró el cadáver de Hind Hamada –o Rajab, en algunos medios de comunicación–, de seis años. La niña se había hecho famosa en todo el mundo tras los momentos de terror que vivieron ella y su familia el 29 de enero frente a un tanque israelí –momentos que quedaron grabados en una llamada telefónica con la Media Luna Roja palestina, hasta que cesaron los gritos de terror de su tía–. Murieron los ocho miembros de la familia.

Hind fue hallada muerta en el coche quemado de su tía en una gasolinera de Khan Yunis. Estaba herida y cubierta por los siete cadáveres de sus familiares, murió desangrada antes de poder salir del vehículo. Hind y su familia habían respondido a la llamada “humanitaria” de Israel para evacuar. Quien quiera miles de Hinds más, que invada Rafah, cuya población será evacuada a Al-Mawasi.

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Traducción para CTXT: de Paloma Farré.

*(1953, Tel Aviv-Yafo, Israel). Periodista y escritor israelí. Firma una columna semanal para el diario Haaretz. Levy ha ganado premios por sus artículos sobre los derechos humanos en los territorios ocupados por Israel.

 

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