22 de marzo 2011.-Fukushima es un tira y afloja constante desde hace cuatro días. De repente la temperatura de los reactores baja y el Gobierno japonés sale rápido a celebrarlo; más tarde aparecen humos sospechosos, el Gobierno aguarda en silencio y el pánico a la fusión nuclear reaparece.
A veces se pasa del optimismo a la alarma en un mismo día. Los operarios de la Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco) consiguieron enlazar un cable eléctrico a los seis reactores de la central, con lo que ahora sólo falta dotarlos de corriente. Pero, al mismo tiempo, la temperatura en el núcleo del reactor 1 ascendía sin ninguna explicación aparente y el reactor 3, el más peligroso por contener plutonio, echaba humo de nuevo, lejos todavía de estar bajo control.
La situación "sigue siendo extremadamente difícil", indicó el ministro de Industria, Banri Kaieda. El problema ahora no son los altibajos dentro de la central, sino las consecuencias que las emisiones radiactivas están teniendo sobre el entorno.
Según el Organismo Internacional para la Energía Atómica (OIEA), en la localidad de Namie, a 20 kilómetros de la planta, el nivel de radiactividad ha llegado a ser 1.600 veces mayor de lo habitual, hasta los 161 microsievert por hora. Aunque de momento, en los lugares más alejados como las provincias de Saitama, Chiba, Kanagawa y la propia capital, Tokio, las mediciones realizadas por el Gobierno japonés, el OIEA, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y expertos estadounidenses indican que los niveles de radiación están aún por debajo de ser peligrosos para la salud.
A la preocupación sobre la seguridad de las espinacas y la leche se sumó el gran pilar de la dieta japonesa: el pescado. Según confirmó Tepco, una muestra de agua marina recogida ayer en una radio de 15 kilómetros de la central nuclear reveló un nivel de yodo radiactivo más de 126 veces superior al límite legal.
Hoy, la misma prueba reflejó un algo menos inquietante registro de 30 veces más radiación que la permitida. Esa diferencia tan marcada podría deberse a que el lunes cayó una intensa lluvia en Fukushima, lo que podría haber trasladado la radiación que emitían los reactores al mar.
El Gobierno japonés indicó que aún es pronto para saber hasta qué punto los productos pesqueros de la zona están contaminados, y aseguró que pronto se realizarán análisis para evaluar el impacto de la radiactividad en el mar, mucho más preocupante para la salud pública y la economía nacional que la registrada en huertos y granjas.
"El Gobierno dice que las verduras no son peligrosas para la salud, pero los clientes se abstienen de comprarlas", se queja un agricultor de Ibaraki, la provincia al sur de Fukushima donde se encontraron los alimentos contaminados. Se calcula que en esa provincia los agricultores ya han perdido el equivalente a siete millones de euros desde el tsunami.
El peligro de automedicarse
Mientras, Estados Unidos, en un nuevo gesto desconcertante, anunció que está estudiando la evacuación obligatoria de miles de soldados y familiares de la base militar norteamericana de Yokosuka, al sur de Tokio, por temor a los efectos de la radiactividad. "Ningún otro país esta afectado hoy por la crisis nuclear en Japón", indicó Gregory Hartl, portavoz de la OMS, a la cadena china CCTV.
"La radiación sólo se eleva a una altura muy baja y no sube más allá, y eso le impide viajar lejos. Así que no hay motivo para que otros países estén preocupados por ahora", insistió. Hartl alertó sobre el peligro de automedicarse con tabletas de yodo o sal, lo que, dijo, podría ser incluso más peligroso que exponerse a la radiación.
El balance de la tragedia es cada día más grave. Se han alcanzado los 22.000 muertos y desaparecidos. En la zona devastada por el tsunami, las comunicaciones comienzan a normalizarse y la ayuda en forma de alimentos, agua, electricidad y gasolina llega ya en mayor medida.