La iglesia conqusitadora y sus sainetes (I)

Todo se inicia aquél día 3 de agosto de 1498, cuando Cristóbal Colón (1451-1506) - vendedor de esclavos africanos, marino, Santo Cruzado y a la postre esclavista de indígenas - ingresa a las costas de Paria, conoce las torrentes del Orinoco, se topa con las islas de Margarita, Coche y Cubagua, pero lo más trascendente, introduce el santo y la seña más  poderosos que hayan existido jamás sobre la faz de la tierra: la Cruz. "…tomo posesion de las islas, porque los nativos eran designados por Dios para ser puestos bajo la autoridad de civilizados y virtuosos principes o naciones, asi pueden aprender mejor moral, costumbres mas virtuosas y una forma de vida mas civilizada."(sic) BULA PAPAL " INTER COETERA"[1]


A continuación el conquistador pasa a los hechos:

"Yo os certifico que, Dios mediante, entraremos a la fuerza a vuestro país y os haremos la guerra mediante todas las formas y maneras que podemos, y os sujetaremos al yugo y obediencia de la Iglesia y de vuestras Majestades. Tomaremos vuestras mujeres e hijos, y los esclavizaremos, y de esta manera los venderemos y desecharemos..." (en Las Casas, III, 1965, pp. 26-27)". REQUERIMIENTO.[2]

 
Esta es la más pura verdad y razón histórica del origen cristiano y católico de nuestro continente. ¡Señoras y señores, No existe otra! Fue así como se inició el gran holocausto americano. Los aborígenes fueron masacrados sin piedad. Los sobrevivientes pasaban a engrosar las huestes de la Iglesia gracias al ritual del bautizo. A partir de aquel momento todo nacido en estas tierras de inmediato pasaba a ser católico ¡genial idea de los estrategas de la Iglesia! El chorrito de agua sobre la cabeza de todo nacido era el sello de un extraño concordato (con solo la firma del Papa), en el que la Iglesia asumía como de su propiedad a todas las generaciones por venir, sus tierras y propiedades, sin que se otorgara al aborigen el más mínimo derecho a reclamo, salvo que quisiera ser considerado hereje y entonces enfrentarse a los Santos Tribunales de la Inquisición, que se complacían tanto en la tortura.

 

Aunque el tema es muy serio no dejo de recordar el día que junto a mi madre disfruté de la puesta en escena de la obra "La Historia del Sainete en Venezuela" estrenada en Mérida por los dramaturgos: José Ignacio Cabrujas y Rafael Briceño. Recuerdo como todos reíamos a mandíbula batiente imaginando lo que ellos magistralmente narraban. Palabras más, palabras menos, contaban que los sacerdotes que acompañaron a los recién llegados (realmente intrusos porque nadie les había invitado), al bajar de sus naves, se abocaron de inmediato a enseñar el Catecismo frente a la mirada absorta de los nativos. Colocados ante una barrera idiomática insalvable, un ingenioso clérigo hizo bajar de las naves tres cajones que le ayudarían a explicar el misterio de la Santísima Trinidad y acto seguido hizo que se instalara bajo cada cajón, fornidos grumetes. A continuación, con una orden o seña del cura, los tres cajones eran colocados uno arriba del otro para formar una gran y única estructura. Seguidamente los hacía descender y colocar de manera que se observasen los tres separados. El clérigo y sus marinos repitieron esta escena una y otra vez hasta el cansancio, esta vez la incredulidad pasó a apoderarse del sabio presbítero, quien no alcanzaba a comprender porqué estas criaturas no le entendían sus enseñanzas sobre el primer dogma de la fe católica. Cabrujas concluye diciendo que si bien los indígenas no entendieron un carajo, en cambio si gozaron un bolón presenciando a estos malabaristas de la cristiandad. Fue así como fue puesta en escena el primer sainete traído a tierras de Venezuela por estos invasores de la Corona Española y la Santa Madre Iglesia.

 
Pareciera que se llegó la hora de comenzar a bajar el telón de este largo sainete de 500 años. La luz del conocimiento, que cada día se expande con mayor brillo, ahuyentará los espantos y abrirá las conciencias de los pobladores de estas tierras americanas, de manera que más temprano que tarde estaremos mejor preparados para detener a tanto intruso maluco; prestidigitadores expertos en confundir almas inocentes.

 
Incautos los que aún creen que las naciones cristianas son los ejemplos a seguir. Estados Unidos la nación industrializada más "religiosa" del mundo, es sin embargo la más violenta. Europa, el continente desde donde se esparció el cristianismo avasallando a pueblos enteros de América, África y Asia, está señalada por la historia junto a su aliado del Norte como los autores y protagonistas de las más sanguinarias guerras coloniales. Cabe notar que la Conquista de América por la Corona de España en nombre de la Santa Madre Iglesia fue generadora del más espantoso etnocidio con más de 70 millones de seres humanos asesinados. "Se calcula que de 80 millones de habitantes (indígenas de América) en 1550 solo quedarían unos diez al terminar la conquista". [3]

 
Hasta estos momentos, la historia la han escrito ellos, los imperios, o sea, la santa alianza del poder Estado - Iglesia. Hoy, por fortuna, surgen desde las entrañas de los países latinoamericanos nuevas esperanzas de liberación, impulsadas por una tremenda fuerza ética y moral, que servirá de cimiente en la construcción de una nueva historia, en la que mujeres y hombres libres se permitirán soñar y se trazar su propio destino.

 
Continuará…

alcidesrivas@cantv.com



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Rubén Rivas

Merideño, Profesor de Música, con estudios en la Escuela de Música de la ULA. Egresado de la U. de Chile. Magister de la U. de Cincinnati. Autor de los proyectos de Carrera de Licenciatura en Música de la Universidad del Zulia y Universidad del Táchira.

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