A propósito del Cuatricentenario de la fundación de San José de Siquisique y San Miguel Arcángel de los Ayamanes

Reminiscencias de la historia venezolana (parte I)

"La historia es émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo del pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo por venir.

Miguel de Cervantes.

Después de un tiempo ausente, me he propuesto volver a escribir en este prestigioso portal, para continuar, desde mi solitaria trinchera, con la lucha por la descolonización del pensamiento; de lo que tanto se ha hablado en los últimos tiempos, pero sin embargo es mucho lo que aún nos falta por hacer, por lo cual es necesario profundizar con fuerza y voluntad colectiva, el estudio analítico y reflexivo de nuestra historia y salirnos del estilo épico-romanticista, con el que nos han dado a conocer los acontecimientos, que han forjado el índole idiosincrático, cultural y político del país que somos. El país que anhelamos enrumbarlo hacia un futuro promisor, que ha de ser legado a las futuras generaciones.

Considero que para entender y comprender la historia, necesario estudiarla, desde el análisis mediante el pensamiento crítico y reflexivo, apartándonos del estilo épico-romántico, que ha sido una caduca metodología, donde se han manipulado los criterios reales, que desde el pasado han venido haciendo posible el proceso evolutivo de nuestra esencia histórica de los pueblos, haciéndonos caer de manera sesgada, en lo retoricismo, tanto en el ámbito cultural, social y político en la geohistoria venezolana.

Una metodología que ha sido reglamentada a propósito, por el sistema político dominante, de alienación, que se ha hecho universal, que nos desvía del cauce efectivo, para la construcción colectiva de la historia popular, enmarcada en la corriente contentiva de los conocimientos del imaginario popular, tomando en cuenta la transformación de los ámbitos geográficos, en combinación con la investigación científico-técnica, enmarcada dentro de las ciencias sociales, que no es otra cosa que la historia hecha por el pueblo, desde sus propios espacios.

Hasta ahora seguimos estudiando, observando y aprobando la historia a través de la visión de quienes la han escrito de manera genuflexa. Y cuando digo esto, sólo me refiero a aquellos historiadores conservadores y reaccionarios que han escrito de cara al servilismo, para la complacencia de las sociedades burguesas, que históricamente han despreciado al pueblo, sus memorias y sus gloriosas luchas, lo que ha hecho que desconozcamos y olvidemos la esencial importancia del estudio y análisis, de nuestro pasado, para concertar y vivir dignamente el presente y diseñar el devenir del futuro, para cultivar el legado de nuestras sucesivas generaciones, con el bien entendido que la patria con su historia, está en permanente construcción y transformación evolutiva, y no solamente nos pertenece a los que hoy la habitamos y transformamos, son las futuras generaciones las que legarán nuestros productos, obras, creaciones, efectos, valores, aciertos y errores cimentados para hacer patria desde nuestro presente.

Desde este punto de vista, a partir de esta entrega, estaremos analizando la historia local y regional, desde las raíces del pueblo urdanetense, ya que el 9 de febrero, nuestra ciudad San José de Siquisique, capital del Municipio Urdaneta, del Estado Lara, cumplió cuatrocientos años de la fundación, POR PARTE DE LAS AUTORIDADES ESPAÑOLAS, al igual que el pueblo de San Miguel Arcángel de los Ayamanes, de la Parroquia San Miguel de este mismo Municipio.

De este acontecimiento histórico estaré escribiendo, con motivo de la conmemoración, (más que, de celebración), de esta fecha, que debe servir a los siquisiqueños, urdanetenses, larenses y todos los amantes de la historia de los pueblos, como punto de partida para el estudio y conocimiento reflexivo, que nos haga comprender y conocer nuestros orígenes y el secuencial trayecto histórico, de nuestra existencia ancestral, como sujetos históricos, pasando por el análisis de las consecuencias, y acontecimientos vividos durante la resistencia de nuestros aborígenes, hasta los entornos del momento actual, entendiendo que estos pueblos nativos, tienen una existencia milenaria, (por ahora desconocida) por encima de los cuatrocientos años de la fundación de los pueblos de españoles, (como el caso de San José de Siquisique y San Miguel Arcángel de los Ayamanes) valiéndose para tal propósito de la servidumbre aborigen, después de haber destruido los cimientos y raíces originarias de esos pueblos de existencia milenaria, como veremos más adelante.

Es importante destacar que para llegar hasta la fundación (por los españoles) de estas dos poblaciones en 1621, transcurrieron noventa y un años, después de haber pasado, en son de violencia contra los nativos, por este territorio (del hoy Municipio Urdaneta) uno de los criminales históricos de la conquista de Venezuela, como fue el welser Nicolás Federmann.

Para mejor entender este agudo momento de nuestra historia, se hace necesario hacer un pasaje reminiscente, que nos permita evaluar la intensidad de la resistencia sostenida por aquellos hombres y mujeres aborígenes, que en aras de defender este vasto territorio, habitado desde tiempos milenarios, por el pueblo ayamán, y avecindado por los pueblos Jirajaras y Gayones; visitado y recorrido por los comerciante naturales del pueblo Xaguas, que comercializaban con la sal, desde las costas del hoy estado Falcón, hasta la playas del Orinoco, constituyéndose en el camino de la sal, (así se ha llamado tradicionalmente ese sendero que aún existe) que hacía la obligatoria travesía por esta extensa región. De igual manera a los caquetíos, que para ellos, estos caminos eran un corredor de tránsito entre la parcialidad de ese pueblo que habitaba en Coro y la otra parcialidad Caquetía ubicada en Variquisimeto, que más tarde, estos senderos fueron utilizados como paso obligatorio para el tránsito de los conquistadores, que utilizaron o mejor decir, invadieron esos caminos, para transportar la transculturación obligada: origen de opresión y exterminio de los pueblos originarios en todo territorio venezolano.

Para llegar a las conclusiones históricas de provecho, para el estudio contextual de la geohistoria, debemos partir desde el momento en que los habitantes naturales de nuestra paradisiaca tierra venezolana, en los días de agosto de 1498, avistan por primera vez en las costas de Maracapana y el golfo de Paria (hoy República Bolivariana de Venezuela), la presencia del invasor europeo. Era el navegante genovés Cristóbal Colón, primer genocida venido desde el continente europeo, hasta nuestras maravillosas tierras de libertad, donde se asentaban y vivían en plena paz y libertad, los pueblos aborígenes. Era su tercer viaje de conquista y genocidio, por territorio caribeño. Expresaron gran emoción y alegría por la llegada a costas de Tierra Firme, lo que para ellos, sería el "paraíso terrenal", visionado desde la perspectiva de la ilusión bíblica del colonizador.

Los habitantes originarios de la Península de Paria y la región costera, los acogieron con hospitalidad, porque desconocían las intenciones verdaderas de aquellos bárbaros cristianos. Pero fue así, como empezó la tragedia para nuestros pueblos aborígenes. La masacre a la población nativa, en suelo venezolano no se hizo esperar. Fueron esclavizados y asesinados innumerables habitantes naturales, los que el conquistador le dio por llamarlos "indios".

Los invasores, violaron la dignidad del valiente pueblo nativo; mataron a hombres, mujeres, niños y ancianos; los despojaron de sus tierras, que por heredad natural les pertenecía. Les arrebataron sus dioses, su cultura y religión; y los que pudieron huir de tal ferocidad, y pudieron evadir el salvajismo de estos conquistadores, se retiraron forzosamente a parajes de extrema inhospitalidad, donde la vida era sumamente difícil. Y así resistieron, y se negaron a convertirse en esclavos de aquellos cristianos. Otros morían por la acción de la lanza, la espada asesina y la cruz de la humillación; muchos morían de hambre, y de enfermedades, por ellos desconocidas, que no eran más que transmitidas por los virus y bacterias portadoras de gripe, viruela, paludismo, y otras tantas pestes que venían inoculadas en los cuerpos infectos de aquellos insolentes invasores. Respecto a esta etapa histórica, Taviani hace las siguientes acotaciones:

Los aborígenes abandonaron las aldeas y huyeron en masa hacia las montañas. A los fugitivos se les daba caza con los perros; los que lograron escapar fueron diezmados por privaciones y enfermedades; cientos de infelices se suicidaron; se envenenaban con mandioca. (1).

Esto sucedió al inicio de la llegada de los invasores en todo el territorio llamado originalmente Abya Yyala, que a la llegada de estos conquistadores le llaman Nuevo Mundo y posteriormente le adaptan el nombre de Indias Occidentales y finalmente lo llaman América, en honor al explorador, cartógrafo, propietario de esclavos, y comerciante esclavista, llamado Américo Vespucio.

A los pueblos originarios, los invasores europeos le impusieron una religión y un Dios extraño, que muy lejos de ofrecerles protección divina a los habitantes de estos pueblos, se confabulaba con el cínico propósito del opresor y los apoyaba en sus tropelías criminales en contra de los aborígenes. El padre Fray Bartolomé de las Casas describe el comportamiento de estos inhumanos seres de esta manera:

(…) los cristianos con sus caballos y espadas comienzan la matanza: desbarrigaban las mujeres paridas y despedazaban a los niños y ancianos. Tomaban los niños de las tetas de las madres por las piernas, y daban de cabeza con ellas en las rocas… otros bullían los cuerpos de los niños en los ríos riendo y burlando… Hacían una orca larga que no juntasen los pies a la tierra, de trece en trece. Para luego colocar leña a fuego lento y los quemaban vivos. (2).

En el proceso de conquista llevado a cabo en territorio venezolano, al igual que el resto del Continente, a parte de las armas de fuego, la espada, el cuchillo, la lanza, utilizadas para el dominio y exterminio de los aborígenes, también utilizaron el caballo como arma, animal totalmente desconocido y temido por los nativos, y luego también los cazan, con perros amaestrados para la casería de seres humanos (aborígenes), según Taviani, al referirse a las armas y maneras de los conquistadores para castigar y asesinar y exterminar a los pueblos originarios citando al padre Bartolomé De las Casas, dice:

Después de la de los caballos: era el arma de 20 perros de presa que, enardecidos al grito de ¡cógelo!, en una hora capturaron a cientos de indígenas. Como éstos usualmente iban desnudos, con facilidad se puede imaginar los estragos causados por los ferocísimos lebreles, al ser provocados e incitados a morder cuerpos desnudos (…) –citando a de las Casas- "Esta invención se comenzó a poner en práctica aquí, y fue creada por el demonio; se difundió en todas estas Indias y terminará cuando ya no se encuentre más tierra en esta parte del mundo, ni gente que sojuzgar y destruir." Fue esta la primera de tantas "otras exquisitas invenciones que se encontraron, aplicaron y difundieron para la total destrucción de la nación indígenas". ( Op. Cit. Pág. 96).

A partir de aquella aciaga fecha, (agosto de 1498) Venezuela fue una "tierra prometida" para el conquistador. Era la tierra prometida de los reyes, los papas, obispos, curas y demás lacayos y malandros advenedizos; incluso, muchos de los enviados a estos vírgenes territorios, purgaban penas en las cárceles españolas, y eran traídos a la América a realizar sus desmanes vandálicos como lo expresa Garmendia:

El material humano que acompaña a los Conquistadores se recoge en las escorias sociales de las zonas marginales de las ciudades españolas. Mientras zarpa el basurero humano con destino a las Indias, España se descongestiona de gente indeseable y parasitaria. (3)

Los conquistadores al servicio de la Corona, y de los perversos designios del Vaticano, cuyo representante de turno, de Dios en el Planeta Tierra, era para el momento, el Papa Alejandro VI, (Rodrigo de Borja, español-valenciano) que en nombre de Dios, autorizaba, reconocía y bendecía aquellos viles atropellos en contra los habitantes originarios del Continente Abya Yala, (hoy América) adjudicándoles todas las tierras y riquezas que encontrase en este continente, como se expresa en las Bulas de los años 1493 y 1494, también conocidas como bulas alejandrinas, documentos pontificios en los que concede privilegios autorizados por el Papa, mediante un sello que lleva su nombre, a los reyes católicos de España, como podemos ver en una de estas bulas, la cual se fundamentaba el otorgamiento con amplias facultades, privilegios y exenciones y libertad para la explotación de todo el territorio de este Continente: sus tierras, riquezas y sus gentes. Gentes, que desde el Vaticano los llamaban infieles, seres sin alma, donde dice una de estas bulas, que:

"Con autoridad, ciencia y plenitud de potestad Apostólica… por don especial…para poseer libre y lícitamente todas y cada una de las gracias, privilegios, exenciones, libertades, facultades, inmunidades e indultos… (4).

Así se expresaba parte del contenido de esta bula o decreto papal, que le otorgaba a los reyes católicos españoles, el 3 de mayo de 1493, el derecho a conquistar y dominar a los pueblos originarios y apropiarse de las tierras y riquezas de este Continente, con la estricta obligación de evangelizarlos. En las bulas se establece que se concede "el dominio sobre tierras descubiertas y por descubrir en las islas y tierra firme del Mar Océano", por ser tierras de infieles, en las que el Papa, como Vicario de Cristo en la Tierra, se consideraba con potestad absoluta para hacerlo. Estas bulas, permiten la conformación de una sustanciosa empresa compartida entre la Corona Española y la Iglesia Católica, estableciendo la catequización de los indígenas, para doblegarlos y esclavizarlos, hasta exterminar los pueblos originarios y comenzar a fundar pueblos de españoles, con provecho de la servidumbre, a la que obligaban a los naturales, ya sea esclavizándolos, sometiéndolos al sistema "reparto y encomienda" y posteriormente por la reducción, seducida por parte de los misioneros católicos, que en último caso fueron las misiones la salida más efectiva para la dominación imperial española.

Para el estudio de la historia de la fundación de los pueblos, por parte de las autoridades españolas en Venezuela, debemos hacer énfasis en que antes de la llegada de los invasores europeos a nuestro territorio, existían ya, innumerables naciones, de milenaria existencia, habitados por hombres y mujeres con una estructura orgánica de gobierno, con una diversidad cultural y religiosa muy propia y natural, con un sistema social y económico colectivo, basado en la agricultura como fuente de subsistencia .

Para el momento de la Conquista y la colonización los conquistadores, para poder realizar la fundación de nuevos pueblos y ciudades y crear una estructura urbana al estilo europeo, tuvieron que destruir los pueblos que ya existían desde tiempos milenarios: dominar a los habitantes, esclavizarlos, torturarlos, reducirlos y conducirlos hasta el exterminio. Es por lo que al celebrar la Fundación de Siquisique el 9 de febrero, debemos tener en cuenta que estaríamos conmemorando la extinción de numerosos pueblos originarios, que perecieron bajo el dominio del Imperio Español.

Notas:

  1. TAVIANI, Paolo Emilio. La Aventura de Cristóbal Colón. Biblioteca Familiar. Pág. 97

  2. De LAS CASAS, Bartolomé "Brevísima Relación de la Destrucción de Venezuela". En: Tratados. México, Fondo de Cultura económica. 1965, Tomo I. Tomado de la Revista Memorias de Venezuela N° 2, de fecha marzo – abril 2008.

  3. GARMENDIA, Hermann. (1981). Cuando el Conquistador Juan de Villegas. Publicaciones Ministerio de Relaciones Interiores. Caracas, Venezuela

  4. https://es.wikipedia.org/wiki/Bulas_Alejandrinas

chirinosreinaldo04@gmail.com



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Reinaldo Chirinos

Licenciado en Educación Mención Desarrollo Cultural. Facilitador del INCES.

 reinaldoc06@gmail.com

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