¡Compro oro, dólares, euros, avalúo prendas, pago intereses!

Comprar y vender moneda extranjera y establecer tasas de cambio es una actividad reservada a bancos y casas de cambio, según lo dispone la ley. Operar como captador de dinero del público y fijar sus intereses es una operación de intermediación financiera reservada legalmente solo a las instituciones bancarias, según lo dispone la Ley General de Bancos y otras Instituciones Financieras. Las personas, naturales o jurídicas que sin tener tal carácter así operan regularmente transgreden la normativa reguladora de la actividad financiera.

Sin embargo, en los alrededores donde sesiona la Asamblea Nacional Constituyente, calles adyacentes a la Plaza Bolívar, Sabana Grande y lugares cercanos a joyerías, trafican a su antojo bandas que con su actividad no solo afectan las medidas tomadas por el Gobierno Revolucionario para proteger nuestro signo monetario sino también que lo desaparecen y venden en la frontera amparándose en la política diseñada por el narcogobierno colombiano contra Venezuela, a la vez que promueven el lavado de dinero.

La forma cómo operan estas mafias revela que no pueden ampararse alegando que otorgan créditos con sus propios fondos, visto que jamás rinden informes de sus actividades a la Superintendencia de Bancos y otras Instituciones Financieras.

Disponen de unos tasadores para fijar también el precio del oro cuya compra es un inocultable llamado al robo y venta de este metal sea o no en forma de prenda. Ya no gritan sus agentes publicitarios en la calle "compro oro roto", puesto que acabaron con la costumbre de los venezolanos de lucir como parte de su vestimenta prendas de oro y plata (pulseras, zarcillos, apliques, cadenas, rosarios, relojes, hebillas, llaveros, monturas de lentes, bolígrafos etc) al fomentar una inusitada ola de delincuentes que hicieron imposible traficar por la calle sin ser víctima de los "arrebatones", calificados por los jueces como "robo", por tratarse de un hurto con violencia, a despecho del significativo nombre que le dieron los periodistas.

Ahora todo aquel que extraiga furtivamente oro o se dedica a no muy santas actividades que son remuneradas con el metal amarillo en la zonas de explotación aurífera puede venderlo libremente, sin riesgo alguno, a estas bandas que lo tasarán y garantizarán a clientes y proveedores que todo quedará en el mayor secreto. A nadie, absolutamente a nadie. A ninguna autoridad parece interesarle este problema.

Vender oro es más lucrativo que vender dólares o euros. El gramo de oro ley 900 se vende a BsS8600. Se paga BsS 5000 por el gramo de 14 quilates y BsS7000 por el de 18 Kilates

Tiempo atrás, al tratar de enfrentar este actividad delictual, se generó la complicidad de las autoridades que se hacían las desentendidas o no veían lo que la más ingenua de las personas podía percatarse, puesto que el negocio no es oculto. Es público. A viva voz y hasta con tarjetas de promoción, con el acompañamiento del agente del comprador que lo escolta amablemente hasta el lugar donde se encuentran tasadores y compradores. El viajante de otras latitudes se queda perplejo y se pregunta , sin que nadie pueda responderle a su interrogante, cómo se puede permitir eso en Venezuela.

Pero sí, aquí ocurre eso, a pesar de la ley, mientras en Colombia una pobre muchacha venezolana de las que creyó conseguir mejor vida allende la frontera, fue hecha presa y sancionada por el grave delito de comerse una arepa en una estación del Metro. Aquí permitimos que el enemigo se prepare para acumular oro y poder "flotar" avizorando nubes oscuras en el porvenir y hasta negociar con los "lingoticos", sin hacer caso del escrúpulo escuálido. Los clientes de estas mafias no deben preocuparse por las transacciones . Se paga en efectivo, con punto o transferencia.

La Asamblea Nacional Constituyente, si es que existen baches en la ley que sirven de refugio al enemigo, debe legislar sobre la materia. Venezuela no puede continuar siendo tierra de nadie.



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