Antiimperialistas o antiestadounidenses

En el mundo actual existe un imperio hegemónico, los Estados Unidos de América, cuyas ramificaciones se extienden a lo largo y ancho del planeta, con alrededor de mil bases militares, además de mantener una poderosa industria cultural y decenas de transnacionales que responden a sus intereses y, por consiguiente, a la estructura capitalista global.

Sin embargo, que Estados Unidos sea el imperio hegemónico no implica que en el contexto planetario existan otros centros de poder que juegan –y lo hacen con mucha fuerza-, conformando verdaderos imperios que también buscan ampliar su influencia sobre naciones a las cuales ven como eventuales satélites que puedan satisfacer sus apetitos de recursos y divisas.

En este sentido, es necesario destacar a Rusia y China. El primero ha vuelto a la palestra internacional, bajo el liderazgo de Vladimir Putin quien, como todo un zar moderno, restituyó el rol global de Moscú, tras la debacle de la Unión Soviética (que para Putin fue una de las mayores catástrofes geopolíticas del siglo XX) y la vergonzosa gestión de Boris Yeltsin. En cuanto al gigante asiático, esta nación se ha convertido en la mayor fábrica del mundo capitalista y un voraz coloso, cuya economía ya ocupa el segundo lugar mundial, tras la estadounidense y que, de acuerdo con diversos especialistas, podría ubicarse en la primera posición en los próximos años.

¿Por qué hago este preámbulo? Pues bien, muchos de los actuales dirigentes del gobierno nacional, incluyendo al jefe del Estado, vociferan a los cuatro vientos el intervencionismo estadounidense y el deseo de Washington de erigirse como guardián del mundo. Los representantes de la nomenklatura criolla se autodefinen como antiimperialistas y defensores de la autodeterminación de los pueblo, pero… ¿Esto es cierto? ¿Se puede ser antiimperialista hacia un centro de poder mientras se es genuflexo y servil a otros?

¿Tiene sentido afirmar que Venezuela se libró de la dictadura del Fondo Monetario Internacional al mismo tiempo que se hipoteca la patria a favor de Beijing? ¿Es realmente lógico afirmar que las petroleras estadounidenses se llevaban los hidrocarburos de nuestro país aunque, se entreguen campos enteros a corporaciones energéticas chinas y rusas? ¿Acaso Lukoil, Rosneft o CNPC no son tan depredadoras como ExxonMobil o Chevron?

Es decir, encontramos analistas que deploran el militarismo de Washington pero defienden, con fervor, las innegables ansias expansionistas de Moscú, en esta nueva guerra fría que impulsan tanto las elites de la Casa Blanca como del Kremlin. Por consiguiente, en el madurismo no existen antiimperialistas, sino antiyanquis a quienes, al parecer, les molesta el intervencionismo de USA, pero que no lo piensan dos veces para poner en marcha políticas entreguistas hacia los emergentes imperios ruso y chino.

La reciente gira del presidente Nicolás Maduro a la tierra de Mao con el único objetivo de obtener liquidez para su gobierno, luego del despilfarro y el saqueo de cientos de miles de millones de dólares debido a una de las mayores bonanzas petroleras que ha tenido Venezuela, es un ejemplo patético del servilismo de esta neo burguesía.

Cinco mil millones de dólares, prestados por China, fue el resultado del Lobby que hicieron Maduro y su "primera combatiente". Ese dinero se suma a la mastodóntica deuda externa venezolana, que supera actualmente, los 150 mil millones de dólares. Es decir, quienes afirman defender la soberanía nacional, han hipotecado a la nación por varias generaciones.

Antes se compraban sistemas de armas estadounidenses, franceses, alemanes o italianos, en una clara preferencia hacia la tecnología de los miembros de la OTAN, como parte de la estrategia de los Estados Unidos de mantener su influencia en la región. Ahora, las adquisiciones proceden de Rusia y China, desde luego, también debido al deterioro permanente de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Venezuela y Estados Unidos.

No obstante, más allá de esto, el cambio de proveedor también obedece a ese sentimiento antiyanqui que lanza consignas contra el Tío Sam pero que no tiene pudor para entregarse a los gigantes de Eurasia.

Sería más sincero que Maduro y su círculo del poder, incluidos los jerarcas militares, dejaran de llamarse antimperialistas y dijeran que son, simplemente, antiestadounidenses. Pues, es una doble moral, atacar un imperio y entregarse de la forma más abyecta y servil a otros.

El madurismo es un movimiento que promueve la conformación de nuevas castas para sustituir a las elites anteriores. Por ello, si los recursos –prestados pero con escasa producción nacional y nula transferencia tecnológica- de China y Rusia contribuyen para sostener al sistema feudal implantado por Nicolás Maduro y su círculo, entonces continuará la sumisión a Beijing y Moscú.



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