Bien tramado sin bailoterapia contorsiva

Un Recado a Gaviria

Sí, un recado amistoso animado con un joropo bien tramado sin bailoterapia contorsiva. Un mensaje bien intencionado al estilo del venezolano vernáculo, semejante a los usos y costumbres de nuestros hermanos colombianos, que son sus coterráneos, carísimo expresidente. Este humilde venezolano campesino e hijo de campesinos de éstas ruralidades, con la experiencia que nos dan los contínuos avatares, no puede menos que hacer notar las centenares de formas y métodos que usan los intrigantes de siempre en nuestros países del mestizaje, para provocar la querella insinuante del odio.

No sabemos quién o quiénes le contagiaron a Venezuela y a Colombia esa mala maña que unos cuantos intentan poner en práctica. Ellos creen en la vieja ingenuidad cuando poníamos la oreja para que nos colocaran la “pajita” de la discordia. Todavía no se han dado cuenta los cisañeros que ya estamos grandecitos para caer en provocaciones. No saben algunos, y otros se hacen los desentendidos, lo de aquel juramento entre el Gabo García Márquez y Miguel Otero Silva, en la Plaza Bolívar de Caracas, en defensa de la paz entre ambos pueblos.

Su experiencia es sobrancera Dr. Gaviria. Es mucha la que le ha dejado el extraordinario hecho de haber nacido en uno de los países bolivarianos más fascinantes y bien queridos de nuestro padre Libertador. Seguramente usted habrá acumulado toda la sabiduría para distinguir entre la intriga y la verdad; entre los que hacen de la primera una ficción relevante desde los vericuetos comunicacionales.

Por todo esto, es mejor no olvidar. De lo que nosotros los venezolanos hayamos podido palpar, por el desenfreno irrazonable de un sector de nuestros compatriotas (entre otros males) nos queda el mal recuerdo de aquellos insultos a su persona, con epítetos peor endilgados, acompañados de groserías colmadas de un odio fascistoide. Entonces percibimos en Ud., a través de las pantallas de televisión, su incomodidad ante la infamia inmerecida. Ante la infamia que, aún cuando nosotros deseemos mostrarnos indiferentes, no deja que nuestras expectativas de paz olviden las vilezas contra nuestros visitantes amigos.
Esas mismas personas que entonces denigraron de sus buenos oficios, son los mismos que llegaron a vociferar denuestos contra el premio Nóbel de la Paz, y que ahora, ex presidente Gaviria, les hemos oído “aclamar” con alborozo un supuesto rechazo de su parte al Gobierno Constitucional de mi país. Contra ésta Venezuela que votó mayoritariamente por un cambio, no una sola vez, si no dos, tres, cuatro, cinco y hasta en seis oportunidades, de cuyo proceso también nos quedó una constitución que regula las futuras contiendas electorales.

Usted, más que muchos de esos denigrantes, conoce ésta realidad. No son pues esos cantos de sirena en tierra, los que deben distorsionar los acontecimientos, mucho menos las acciones terroristas como las llevadas a cabo últimamente, los que van a confundir y a desviar las mejores intenciones por la paz entre los pueblos. Y si percibimos un Gaviria ecuánime en los momentos de las algarabías y los groseros insultos, la esperanza por que los odios se acaben, no debe estar muy lejos de Venezuela. Sólo que, como buen mediador que es usted, los gritos destemplados y malintencionados no deben hacer mella en su característico equilibrio, mucho menos las intriguillas de nuevo cuño, ahora llenas de carantoñas hacia su persona.

Doctor César Gaviria, reciba Ud. el más sincero deseo por el éxito de su gestión conciliadora. Se trata de mi Patria Venezuela, a la que quiero mucho y con la firme decisión de seguir jerarquizando el brillo de sus símbolos y el flamear de nuestra Bandera en el mástil más alto de nuestra Geografía. Que Dios lo bendiga y éstas Patrias de la América mestiza le cobijen con el manto que simboliza la fraternidad y la Paz.


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Pedro Mendez


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