Los acontecimientos recientes que enfrenta el país son recordatorios inevitables de todas las movilizaciones que ha vivido la Quinta República. Desde los movimientos previos al “Carmonazo”, las protestas al cierre de RCTV, el Referéndum Revocatorio, hasta hechos más cercanos como la “Descarga de la Arrechera” contra el presidente Maduro: fueron etapas que se caracterizaron por ser impredecibles, sucesos que ocurrieron sin control, donde la incertidumbre que trajeron los medios: canales del estado, así como los medios opositores fueron directamente responsables de aumentar la tensión, adicional al descontento habitual que pudiera tener un sector del país. Actualmente, con una crisis descomunal, la diatriba de salir a la calle o quedarse en el hogar, es un debate al que se enfrenta el pueblo venezolano diariamente.

Entre las hegemonías de poder, el mecanismo de chantaje perpetuo de los medios, donde predomina la poca objetividad de la noticia, son quienes se aprovechan del más perjudicado (de un lado o del otro) de las protestas del país. Este método de manipulación de lo más bajo, es plenamente utilizado por las cúpulas para seguir polarizando a un pueblo, usado como “carne de cañón”, que al final es siempre quien pone los muertos. La ausencia de alternativas resulta una molestia permanente para aquellos que no se sienten identificados con la opciones de adquisición de poder, estos quienes debaten diariamente los acontecimientos, tienden a basar la toma de decisiones con el criterio del “mal menor”.

Las protestas de la oposición son idealizadas por la cúpula MUD, quien las considera el catalizador definitivo. A pesar de tener más de quince años en pie, la oposición tradicional quien todavía busca nuevas maniobras para “volver” al poder. Ahora con una base social (que pudiera no estar de acuerdo completamente con su criterio) que tiende a buscar en las movilizaciones un mecanismo de desahogo para luchar contra el gobierno. Esta organización que ha sido incapaz de sacar un victoria relativa (o duradera) al chavismo, es quien ahora a partir del desánimo, rabia y sensación de colapso, logra capitalizar un sector del descontento del país. Por otro lado, ante un gobierno ineficaz, mentiroso y ahora más tramposo que nunca, que está comenzando a mostrar su “cara definitiva”, autoritaria, defensiva y extremadamente contrarrevolucionaria, es quien no puede justificar ningún tipo de movilización, donde inevitablemente cualquier tipo de protesta pudiera verse en algún punto más heroica ante el descontento perpetuo que ahora padece el pueblo trabajador.

Por supuesto, la reflexión no es para apostar al fortalecimiento aparente de la oposición, sino para alertar de la decepción que pudiera surgir a continuación, cuando la oposición sea incapaz de romper con su hegemonía cupular, ya que es igual de complice que el gobierno.

Al final, la situación de derechos vulnerados, la represión brutal de parte del estado, los hechos vandálicos de quienes se aprovechan de las movilizaciones (de gobierno u oposición) serán solo sembradíos de terror y de impotencia que perdurarán mientras permanezcamos en esta crisis política.

Tras la llamada a las constantes movilizaciones que se darán en los proximos dias, no puedo evitar esa gran insatisfacción que me produce la falta de soluciones objetivas que ofrecen a la situacion del pais. Vivimos una coyuntura donde la incertidumbre es el combustible para cualquier tipo de intento de cambio en el país.

La lucha por los derechos democráticos, así como el derecho a la vida son aquellos que parecieran estar cada dia mas ausente. Ante la falta de opciones verdaderas de cambio, aquella “Gran Madre de las Marchas” que espero para mi, es aquella capaz de romper con el eje cupular y de acabar con este circo de manipulación donde quedarte en el hogar o en la calle es incorrecto