El Pan, el alimento histórico de las insurrecciones

Se dice que por aquellos días hace algunos años (4000 – 3500 a.C) en Egipto se comenzó a utilizar la fermentación para la elaboración de masa, es ahí donde se consiguieron lo que se conoce como los primeros registros de rastros de levadura en vasijas del periodo pre-dinástico. Se dice que el pan nació por aquellos lejanos años debido a las condiciones que ofrecían las riberas del Nilo para cultivar cereales, especialmente el trigo, de donde salió producto de procesos acordes a la época, lo que hoy conocemos como el Pan, que seguramente como la mayoría de los inventos fue producto de la casualidad. Dicen los historiadores que posiblemente haya sido producto de alguna masa abandonada, expuesta a la humedad, al calor, dando origen a la fermentación, y que estas masas abandonadas al sol, o junto a algún fuego prendido por ahí, en un proceso alquímico dio inicio a esa masa cocida que hoy en día llamamos pan.

También se dice que por allá en Egipto luego de ver esto, se realizaron los primeros hornos para hornear pan, pero también hay quienes afirman que la elaboración del pan no solo se dio en la cultura egipcia, sino también con los Asirios de quien también elaboraban pan e, igualmente, y los que van mucho más lejos dicen que en realidad los Sumerios ya elaboraban el Pan, enterrándolos en huecos con fuego o cenizas, esto no es de extrañar, las riveras del Tigris y del Éufrates también daban pie al cultivo de cereales. Lo que sí es cierto es que fueron los egipcios los que modernizaron la elaboración y el refinamiento del pan, con sus hornos de adobes y sus sutiles elaboraciones y preparaciones de las masas para el producto final.

Pero más allá de hacer un levantamiento histórico de los orígenes del pan, que en esa tarea pasaríamos largo rato, más allá de pasar por la Grecia antigua y sus nutridas variedades de pan, más allá de la torta de Corcelles de Suiza que dicen que es del año 2800 a.C, más allá de los hechos históricos que se dieron en Roma y el papel que esta les dio a los panaderos, poniéndolos en un lugar privilegiado como portadores de un conocimiento que alimentaba a la población, los llamados collegium agrupaban a grupos de panaderos profesionales que se encargaban del oficio de la magia del pan, un trabajo tan estricto que por ley se preservaba los secretos de esta labor, la tumba del panadero o tumba de Marco Virgilio Eurysaces habla mucho de la importancia de esa época y del valor político y económico que estás civilizaciones daban al pan.

Pero como decíamos, más allá de pasar por toda la historia de la edad media, pasar por el papel del pan en el renacimiento o en la Revolución industrial etc., lo que queda preguntarse es que quién habría imaginado que por aquellos años lejanos donde nacían lo cereales por el Tigris, el Éufrates y el Nilo, alguien habría previsto que al día de hoy este símbolo del alimento en general habría causado tantas revueltas y revoluciones a lo largo de la historia, es que, como sabemos, el pan, denominación genérica de lo que nos alimenta, y el pan en sí mismo, ha sido protagonista de las grandes insurrecciones y revueltas a lo largo de la historia. Y seguramente en la historia antigua hubo quienes imaginaron el poder "político" que se le estaba dando al pan, ya se sabe que el valor económico del pan en el antiguo Egipto era imponente, ya que se usaba como moneda de pago o intercambio, desde ahí fue tomando una importancia crucial en el bienestar y en la seguridad económica, física, psicológica, emocional y política en todo el ser social, hasta la historia moderna, donde las grandes revueltas fueron en el fondo producto de la búsqueda del pan, de la necesidad del alimento, y eso no ha cambiado hasta hoy. La necesidad de alimentarse como sabemos, es una necesidad básica y crucial para la vida, y como tal seguirá representando el primer empuje para cambiar cualquier cosa que afecte este funcionamiento.

Esta necesidad biológica es principio de todas las necesidades para todo ser vivo, nada se es primero desde que se inicia la vida sin el alimento, y ninguna vida se inicia sin él, no podría haber relaciones sociales, no podría haber vestimenta, no podría haber hogar, no hay reproducción, no podría haber nada. Ha de decir de Feuerbach: "Der Mensch ist was er isst" ("El ser humano es lo que come"). Y no solo el ser humano, toda la especie que habite en esta tierra no es nada sin el alimento, ni el organismo mas diminuto se salva de este funcionamiento cíclico en nuestro planeta, sea cual sea la especia viviente, siempre está encaminada a satisfacer esta necesidad primaria que da empuje al conjunto del hacer en todos los otros ámbitos. Es por eso que el estadio inicial de toda revuelta es cuando a alguien o algo, por alguna razón u otra, se les ocurre meterse con esta necesidad, la evidencia es notoria y solo basta repasar un poco de historia para darnos cuenta del real poder político que representan los alimentos y el pan como símbolo de ello a lo largo de los siglos.
Las insurrecciones del Pan

La más emblemáticas de estas insurrecciones en la historia moderna sin duda fue la que ocurrió en Francia con su revolución, el Ancien Régime comenzaba a jadear por allá en los años de 1773-1774, Luis XVI nombra a Jacques Turgot, como el Interventor General de Finanzas, liberando los precios de los granos, entre otras muchas medidas. Esto repercutió directamente en la posibilidad de alimentación de los habitantes de la población, es decir los súbditos del rey, lo más pobres como siempre fueron los más afectados. Los vicios de especulación, acaparamiento, monopolización de los alimentos, en este caso de los granos, era la receta diaria de quien poseía estos bienes. La cadena especulativa iba desde el poder central, pasando por agricultores, transporte, molineros, panaderos, etc. Fueron centenares las revueltas en diferentes lugares de Francia debido a esta situación de los granos, esto sumado posteriormente a grandes crisis financieras aunado nuevamente a los altos costos de los alimentos. Por ahí en 1788 producto de una sequía sin precedentes en primavera le siguió una terrible tormenta de granizo meses más tarde. Las cosechas se dañaron y para preparar aún más el terreno del caos, le siguió uno de los inviernos más duros en la historia de Francia.

Los precios de los granos se multiplicaron y se estaban formado nuevamente las condiciones para la insurrección general, cosa que se reinició desde los barrios populares de Saint-Antoine. El punto de mira por parte de la población se fijaba nuevamente en los panaderos especuladores y los acaparadores de la harina, en un país donde la harina era la esencia de vida, y el pan un modo ineludible de subsistencia, este comportamiento en contra del alimento del "pueblo" era intolerable, y más inaguantable fue la situación con aquella frase atribuida a María Antonieta "ils n’ont pas de pain ? Qu’ils mangent de la brioche" ("Si el pueblo no tiene pan, que coman brioche").

Marcha de las mujeres sobre Versalles

El precio del pan era tan alto, que un pedazo podía costar el salario de un mes de trabajo, una situación inaguantable como podemos imaginar, el caldo donde se fue cocinando todo lo que sería la Revolución francesa estaba casi listo. En aquellos días se dio aquello que el historiador Schama llamó "el experimento más numeroso de representación política nunca intentado en el mundo", Asambleas populares por todos lados, tomando decisiones, nombrando delegados, cosa que ya le daba cuerpo político a lo que finalmente desembocó en la Toma de la Bastilla, punto de quiebre de la monarquía francesa. El pan fue el protagonista ejemplar en toda esta historia y allí las mujeres jugaron un rol fundamental en esta tarea heroica, siendo por naturaleza las más preocupadas y enfocadas en la alimentación de los hijos e hijas y garantes de la vida. Sigue diciendo Schama en referencia a aquellos años en Francia: "Fue la unión de rabia con hambre lo que hizo posible la Revolución". La guillotina fue el destino de los principales responsables de aquellas situaciones que afectaron a la población francesa, incluyendo aquella que los mandó a comer brioche.

En España también hubo registros por allá en 1748 de fuertes levantamientos contra el alza del precio del trigo y el pan, la población más pobre acusaba directamente a los acaparadores del trigo de ser los culpables de esa situación, dejando como resultado varios detenidos y encarcelados, pero de los levantamientos que ocurrieron aquellos años en España fue el llamado "Motín de Esquilache" el que mayor sonoridad e impacto tuvo, pero que apenas logró una leve modificación en la monarquía reinante, logrando el destierro del marqués de Esquilache, al que consideraban ministro principal del Rey y responsable directo de la falta del pan. Estas revueltas que años antes de la Revolución francesa se daban por España no pasaron de ahí, la monarquía no hizo sino aprovecharlas para salir fortalecida, se dice que el rey Carlos III se refería a los españoles que se sumaban a las protestas "como los niños que lloran cuando se les lava y se les peina".

Y quién puede negar que la Revolución rusa comenzó también por el pan, por la búsqueda de satisfacer la necesidad primigenia de la alimentación, el pan volvía a ser el protagonista por aquellas tierras en aquellos tiempos de 1917 cuando su calendario juliano indicaba el 8 de marzo (nosotros bajo el calendario occidental estábamos aún en febrero), en aquellas tierras donde regía el poder el régimen zarista, este jamás imaginó que el principio de unos de los más grandes acontecimientos de la historia estaba por revelarse y menos aún pensaban que iba a suceder de manos de las mujeres, como de hecho sucedió, a partir de ese momento cuando se celebraba el día de la mujer.

Una Rusia sumergida en el caos y la guerra, comenzaba el año escaseando lo que se había convertido en la comida habitual y casi único alimento que se consumía, el pan, en toda Rusia la situación de los alimentos era catastrófica, según algunos datos para esa época casi el 50% de la clase obrera era integrada por las mujeres, la gran mayoría de hombres estaban en el frente de batalla. Las colas según cuentan los registros históricos eran generalizadas en busca de alimentos, mayoritariamente conformadas por mujeres en busca de sustento para sus hijos, durmiendo y pasando la noche a merced del frío del invierno ruso.

Amanecía un día frío en el marzo ruso, se dice que casi veinte mil mujeres se habían concentrado en una gran manifestación, hecho al que se unieron hombres de algunas otras fábricas ¡Abajo el Hambre y Pan para los trabajadores! era el grito que se escuchaba por aquellas calles, cuenta Trotsky que "A nadie se le pasó por las mentes que el Día de la Mujer pudiera convertirse en el primer día de la revolución. (…) Al día siguiente (…) se declararon en huelga las obreras de algunas fábricas textiles y enviaron delegadas a los metalúrgicos pidiéndoles que secundaran el movimiento (…). Es evidente, pues, que la Revolución de Febrero empezó desde abajo, venciendo la resistencia de las propias organizaciones revolucionarias; con la particularidad de que esta espontánea iniciativa corrió a cargo de la parte más oprimida y cohibida del proletariado: las obreras del ramo textil, entre las cuales hay que suponer que habría no pocas mujeres casadas con soldados. Las colas estacionadas a la puerta de las panaderías, cada vez mayores, se encargaron de dar el último empujón. El día 23 se declararon en huelga cerca de 90.000 obreras y obreros".

Concentración de Mujeres en Rusia, 1917

El grito que exigía pan, cambió de tono y de exigencia. Los gritos eran: ¡Abajo la autocracia!’ ¡Abajo la guerra! ¡Abajo el zar! Según registros históricos de la época, fueron en las colas de las panaderías y en la búsqueda de alimentos, donde se creó la rabia que posteriormente desembocó en insurrección, ahí en las colas fue donde se comenzó a maldecir a dios, al zar y a todos los de su régimen. Eso fue el principio de lo que conocemos como la gran Revolución de octubre, lo que sucedió después es otra historia y otros análisis, ya se ha contado mucho sobre ello, ya sabemos en qué devino todo aquello que se gestó con gran entusiasmo y a partir de la multitud de gritos particularmente de mujeres que exigían el pan para la alimentar a los suyos.

La historia política más reciente tampoco ha quedado al margen de la lucha por el pan. Las revueltas que comenzaron en Marruecos desde 1981 y que se agudizaron a principios de 1984 produjeron grandes manifestaciones y huelgas contra las alzas de los precios y contra la escasez, hechos que les dieron por nombre "la revuelta del hambre".

La población más pobre se vio afectada por los recortes del presupuesto social y la suspensión de subvenciones a los productos básicos como la harina, el aceite, la mantequilla, el azúcar, el gas. El régimen Marroquí de Hasán II hizo uso de la violencia policial y judicial para acabar con los que consideraba culpables de los levantamientos en el país, no dudaron en usar los tanques, los helicópteros y las ametralladoras para acabar con las manifestaciones, unos cuatrocientos muertos se dice que fueron a parar en fosas comunes en aquellas revueltas y que terminó desarticulando a movimientos que tuvieron gran protagonismo en los hechos de ese país. Una de las cosas que logró frenar aquella revuelta fue la eliminación de las subvenciones a los productos de primera necesidad, el régimen seguía intacto. En toda la década de los ochenta este escenario se repitió en diferentes países, la "revuelta del pan" llegó a Túnez, Argelia y Jordania. La revuelta del pan en Túnez dejó 70 muertos, un país bajo el mandato de Burguiba que sumaba 27 años en el poder, se apaciguó cuando este apareció en la televisión pública unos cinco minutos, anunciando la anulación de la subida del pan y del trigo y "estar siempre a la escucha de su pueblo".

Las revueltas del pan siguieron sacudiendo en la década de los noventa los países árabes, Jordania nuevamente, Yemen y Egipto, país que esta vez sí sería testigo moderno de lo que el pan o la falta de él era capaz de hacer, es decir, evidenciar el poder real que este alimento posee.

En la actualidad ocurre un hecho curioso en Europa, específicamente en Finlandia, un hecho que nació en los años noventa y que se creía temporal, debido a la crisis económica que atravesaba ese país, algo llamado leipäjono ("la cola del pan"), una iniciativa de organizaciones benéficas que atendieron semanalmente entre 2015 y 2016 a más de 20.000 personas en un país de 5 millones de habitantes, y hoy la situación al parecer continúa igual, y los que acuden a las colas no son solo indigentes, sino también jubilados, parados, familias e incluso estudiantes, las colas del pan muestra otra cara de lo que pensábamos de países como estos.
El Pan en nuestro continente

En nuestro continente no podíamos ser la excepción, ya sabemos el papel del pan subvencionado en Cuba y la ración que a cada quien le tocaba, la búsqueda de él, lo que representó en esa sociedad, principalmente en el llamado Periodo especial. También hay registros de sobra de cómo utilizaron la escasez de productos y del pan contra el gobierno de Allende en Chile.

En Venezuela el hambre ha sido el detonante de unas de las revueltas más emblemáticas de los años 80 en nuestro continente y el mundo, el levantamiento Popular del 27 de febrero del 89. La utilización del pan y del hambre como herramienta política a lo largo de la historia es un hecho evidente, el pan se posiciona a lo largo de su historia como un elemento de poder real, desde su uso como intercambio o pago, hasta en los días actuales con su uso alimenticio, el pan como hemos visto ha estado presente y ha sido el gran responsable de grandes acontecimientos en la historia de la humanidad, no es de extrañar que hasta el día de hoy se le de ese papel significativo en la coyuntura política que vive nuestro país, la utilización de los alimentos como arma política es algo que vivimos a diario, las colas por la búsqueda del pan es un hecho por nosotros más que comprobado y ni hablar del interior del país, donde en algunos lugares ni siquiera llega un poco de harina para comprar algún pedazo de pan.

En Venezuela NO HAY HARINA, pero solo para hacer el pan

No es nada nuevo lo que está pasando, solo que nos parece nuevo porque es a nosotros que nos está tocando vivirlo. El uso criminal del juego con el hambre de una población es algo imperdonable y en medio de los múltiples caos que producen situaciones como esas, hay que saber identificar bien quiénes son los responsables, de dénde se comienza a tejer la telaraña mafiosa y especulativa que crea situaciones como las que vivimos actualmente en Venezuela, y que la historia nos ha enseñado de lo que son capaces los pueblos que la sufren, esto para no repetir algunos errores de los ya conocidos.

Si algo queda en evidencia en todos estos grandes levantamientos a lo largo de la historia, fue que algunos grupos de poder manipularon a su antojo estas iniciativas de revueltas utilizándolas a su favor, para terminar posicionándose como los nuevos actores de poder y desplazando a los que inicialmente alzaron su voz por reivindicaciones justas como las ya contadas, decía Napoleón que "en las revoluciones hay dos clases de personas: las que las hacen y las que se aprovechan de ellas", y de esos que se aprovechan de ella está llena la historia de la resistencia política. Es un virus que se esconde para aparecer en el momento justo cuando ya ha tomado todo.
La repetitiva historia

Pero como la historia parece obstinadamente obligada a repetirse, en aquello que Nietzsche llamaba el eterno retorno, pareciera que todo vuelve a su ciclo inicial y que los actores que sufrimos hoy lo mismo que a lo largo de la historia les tocó a otros, terminamos siendo los responsables de los cambios que se puedan generar para el empoderamiento definitivo y poder acabar con todo aquello que nos afecta, el alimento en este caso como ya dijimos antes, es un gran poder, el pan como figura general ha sido su símbolo en el transcurso de la historia, en la revueltas, en las insurrecciones, en las revoluciones, protagonista ejemplar de todas las exigencias reivindicativas. Pero como poder que es, ha sido utilizado por unos y por otros para manejar las situaciones a sus antojos, valiéndose del hambre para lograr sus particulares objetivos.

Ante esta repetitiva historia Kropotkin nos dice sobre el posterior curso de la Revolución francesa, en un extracto del libro La conquista del Pan, que vale la pena reproducir completo debido a su gran certeza y comprensión total del momento:

"Grandes ideas se originaron en estas épocas, ideas que han conmovido al mundo; las palabras que fueron pronunciadas un siglo atrás aún hacen acelerar los latidos de nuestros corazones. Pero el pan faltaba en los suburbios. En cuanto estalló la revolución, el trabajo –inevitablemente– se suspendió, se detuvo la circulación de los productos, se escondieron los capitales. El patrón no tenía nada que temer en esas épocas, si es que no especulaba con la miseria, vivía de sus rentas; pero el asalariado se veía reducido a vivir al día. La escasez se anunciaba. Aparecía la miseria, una miseria como no se había apenas visto bajo el antiguo régimen. "Son los girondinos quienes nos hambrean", se dijo por los arrabales, y se guillotinó a los girondinos; se dieron plenos poderes a la Montaña, a la Comuna de París. Efectivamente, la Comuna se ocupó del pan; desplegó esfuerzos heroicos para alimentar a París. En Lyon, Fouché y Collot d’Herbois crearon los graneros de la abundancia, pero para llenarlos se disponía de cantidades ínfimas de granos. Las municipalidades se esforzaban para conseguir trigo. Se colgó a los panaderos que acaparaban la harina, y el pan siguió faltando. Entonces la emprendieron con los realistas, guillotinando a doce, quince diariamente, a criadas y duquesas, sobre todo a las criadas, porque las duquesas estaban en Coblenza. Pero aunque hubieran guillotinado a cien duques y vizcondes cada veinticuatro horas, nada habría cambiado. La miseria iba en aumento. Puesto que era preciso siempre cobrar un salario para vivir, y el salario no aparecía, ¿en qué podían influir mil cadáveres más o menos? Entonces el pueblo comenzaba a cansarse. "¡Qué bien va la revolución!" –Susurraba el reaccionario al oído del trabajador–; "¡nunca han sido tan miserables como ahora!". Y poco a poco el rico se tranquilizaba, salía de su escondite, provocaba a los desarrapados con su ostentación, se travestía en petimetre y decía a los trabajadores: "¡Vamos, basta de tonterías! ¿Qué han ganado con la revolución? ¡Ya es hora de acabar con ella!". Y con el corazón oprimido, al borde de su paciencia, el revolucionario llegaba a decirse: "¡La revolución otra vez perdida!". Se volvía a su cuartucho y caía en la inacción. Entonces la reacción volvía a aparecer y a alardear altivamente, realizando su golpe de Estado. Muerta la revolución, ya no le quedaba más que pisotear su cadáver. ¡Y lo pisoteaba! Se derramaban raudales de sangre, el terror blanco segaba cabezas, poblaba las cárceles, en tanto las orgías de la del hampa de alto nivel retomaban su curso. He aquí la imagen de todas nuestras revoluciones. En 1848, el trabajador parisino donaba "tres meses de miseria "al servicio de la República, y al cabo de los tres meses, no pudiendo ya más, hacía un postrer esfuerzo desesperado, esfuerzo que era ahogado por las matanzas. Y en 1871 moría la Comuna por falta de combatientes. No había olvidado decretar la separación de la Iglesia y el Estado; pero no fue sino muy tarde cuando pensó en asegurar el pan para todos. Y en París se vieron a petimetres provocando a los federados, diciéndoles: "¡Imbéciles, háganse matar por treinta monedas, mientras nosotros nos vamos de comilona al restaurante de moda!". Se comprendió el error en los últimos días. Se hicieron ollas populares, pero era demasiado tarde. ¡Los versalleses estaban ya dentro de las murallas! "¡Pan; la revolución necesita pan!"

Se podría agregar ese párrafo de Kropotkin para describir la Venezuela actual y no cambiar casi nada, la miseria va en aumento, Qué bien va la revolución "bonita" grita gran parte del país, nunca hemos sido tan miserables como ahora, dicen otros. Y poco a poco los ricos tradicionales y los nuevos ricos se tranquilizan, salen de sus escondites, y dicen "basta de tonterías ¿Qué han ganado con la revolución? ¡Ya es hora de acabar con ella!". Y con el corazón oprimido, al borde de todo y sobrepasando su paciencia, el revolucionario llega a decirse: "¡La revolución otra vez perdida!". Se vuelven a sus cuartos y se cae en la inacción.

Toda una podredumbre en todos los niveles sociales, que se sigue aplicando hasta los días de hoy en Venezuela con esos sistemas de desarticulación, de desánimo, de corroer las bases sociales, de corrupción, de delincuencia, de manipulación y de utilización del poder que representa los alimentos y el pan como herramienta política, hoy muchos más avanzados, como decíamos: cada quien utilizándolos a su manera de uno y otro lado. Sabiendo esto tenemos márgenes de maniobra mucho más amplios para no repetir los mismos errores, la revuelta del Pan en nuestro país lleva elementos mucho más significativos que él del alimento en sí, podríamos decir que los tiempos que nos ha tocado vivir son el combustible que encenderá los motores de la construcción de otra cosa, que permita el desenvolvimiento de una vida verdaderamente libre, pero para eso hay que ubicarse en el punto de poder y ya no como la eterna víctima. El papel de la víctima eterna es perjudicial para nuestras aspiraciones. Con una población actual mundial de más de 7 mil 500 millones y que según datos de la ONU se espera que para el 2050 sea de más de 10 mil millones, el panorama no parece nada fácil.

No solo del Pan vive el hombre dicen que dijo aquel predicador de Belén, pero lo que llamaba Epicuro, los placeres naturales y necesarios, como las necesidades físicas básicas, alimentarse, calmar la sed, el abrigo y el sentido de seguridad, seguirán siendo el combustible del mundo para la búsqueda de condiciones que garanticen al menos estas bases fundamentales, para poder desarrollar posteriormente la vida libre y necesaria, al menos hasta que la inteligencia artificial sustituya todas esas necesidades, como ya parecen algunos enrumbados a querer lograrlo, la sustitución del humano y todas sus necesidades es el otro tormento al que deberán enfrentarse las generaciones futuras, por ahora, solo nos quedará invertir aquello que decía Napoleón, y decir que si hay revolución debe ser de aquellos que la hagan y no de quienes se quieran aprovechar de ella. ¡La lucha no ha cesado!



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La fuente original de este documento es:
Frontarl 27 (http://frontal27.com/el-pan-el-alimento-historico-de-las-insurrecciones/)



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