Imprecisiones del "Precio justo"

Veámoslo así: Sea un precio de mercado que surge luego de una feroz competencia entre los múltiples fabricantes de determinada mercancía. Estos competidores suelen operar con diferentes composiciones de capital, esto es, algunos reciben más plusvalía que otros en razón de que la proporción de asalariados respecto a los medios de producción difiere de una empresa a otras lo cual se traduce, de entrada, en diferentes tasas de ganancia en caso de que vendieran al valor o a precios que no le garanticen una tasa media de ganancia.

Si las empresas vendieran y ajustaran sus precios de venta al valor de sus costes obtendrían tasas de ganancias diferentes derivadas de capitales técnica y desigualmente aplicados a la compra de medios de producción y mano de obra, dada la naturaleza de los valores de uso de cada empresa.

Ante esas diferencias de rentabilidad los precios deben ajustarse para vender con una tasa general o media para lo cual unas empresas retiran capital en las que la tasa de ganancia particular resulte inferior a otra empresa hacia la cual emigran.

El resultado de esa migración es una suba de precios de mercado en el mercado que contrae su oferta, y una baja en la que su oferta se incrementa. Es así como se nivelan las ganancias alrededor de una tasa media que satisfaga a todas las empresas del ramo o sector. El mercado quedaría así estabilizado en materia de precios.

Los precios de venta así uniformados en razón de esa competencia entre las mismas empresas que acusan diferentes composiciones de capital se conocen como precios de producción a los que las empresas colocarán sus ofertas, y luego la demanda enfrentada a esa oferta arrojará el precio del mercado correspondiente a cada mercancía.

Así las cosas, ¿cómo quedan las empresas sujetas a "precios justos", cuando estos no se formen libremente? Sencillamente, la empresas que estén recibiendo menores tasas de ganancia dejarán de competir mediante la migración de su capital hacia empresas que ofrezcan mejores tasas de ganancia ya que la menor oferta provocada por la emigración de capital en algunas empresas no subirá los precios, y los precios de aquellas donde haya una mejor tasa de ganancia no podrá bajarlos en caso de que su precio de venta se ajuste al precio regulado por el Estado.

De resultas, estaríamos, pues, ante una inmovilización de capitales que desanima a los empresarios, mismos que al vender a "precios justos" estén recibiendo menos ganancias porcentuales y que carecerían de estímulos para mejorar el empleo en aquellas otras donde pudiera lograr mejores precios y una mayor rentabilidad.

Digamos que el precio justo, si bien es cierto que estaría garantizando precios más asequibles para el consumidor, en paralelo está abiertamente perjudicándolo porque la economía nacional tiende a su estancamiento.

Esta realidad no es caprichosamente descrita en medio de un empresariado capitalista que suele regirse por leyes propias del capitalismo. La formación de los precios de producción es determinante en materia de competencia y por eso todo capitalista suele operar rentablemente bajo condiciones de una mayor elasticidad en la formación de esos precios de producción y de venta final.

Se nos ocurre sugerir que los precios justos o regulados deben irse cuadrando de tal manera que, sin mayores perjuicios para los consumidores, los empresarios que actualmente se privan de producir acá sin invertir allá empiecen a gozar de ciertas elasticidades que se aparten de la tiesura de los precios oficiales.

26/1/2017 8:23:46 p.m.



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Manuel C. Martínez


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