La demanda impulsa el valor aunque no sea su creadora

 

Manuel C. Martínez M.

22/12/2014 08:45:12 a.m.(22.12.2014)

 

“Si no hay “leal”, no hay “lopa”.[1] Esta norma comercial nos dice que si no hay demanda efectiva no hay precio para ninguna mercancía ni valor alguno por valioso que haya sido su costo que, en tal caso, resultaría improductivo e irrentable; se traduciría en trabajo o valor perdidos.

 

Cierto que la demanda precede a la oferta, pero sólo para llevar mercancías al mercado; se trata de valores reales, aunque potenciales en cuanto a su posible conversión en dinero o en otra mercancía objeto de trueque directo.

 

Estas conductas elásticas de la ley[2] de “la demanda y de la oferta” (sic) se explican porque no se trata de una demanda frente a una oferta, no es la “ley de la oferta-demanda”, sino la ley de las demandas y ofertas.

 

La economía clásica y precapitalista, o mercantilista, han manejado una ley referida a demandas y ofertas expresadas en dinero, y así han obviado que toda mercancía representa dos tipos de ofertas y, consecuencialmente, dos tipos de demandas.

 

Estamos escribiendo sobre la demanda de valores de uso y la de valores de cambio , valores que no necesariamente corren a la misma velocidad.

 

De allí que debamos sumar  como causal de elasticidad de esa ley,  tanto para la demanda como para la oferta, o sea, para el consumo y para la producción, la libre comercialización y fabricación de los bienes, de las mercancías, bajo normas extraeconómicas, sanitarias y afines.  Cuando, por ejemplo,  una sociedad racionaliza la producción de determinada mercancía y asimismo racionaliza su demanda, la elasticidad de la oferta-demanda, la de los valores de cambio, quedan congelados o puestos a un lado porque la coincidencia entre la oferta y demanda efectivas girará sobre un precio prestablecido y coadmitido por productores y consumidores. La mercancía habrá perdido su valor de cambio y  quedaría al descubierto sólo su valor de uso.

 

En el libre mercado burgués o capitalista, la oferta siempre se rige por los valores de cambio o por unos precios siempre cambiantes a conveniencia de los empresarios, conveniencia que aparece magnificada en los casos de mono y para monopolios.

 

Por todo eso, decimos que si bien la demanda estimula la creación del valor, a este no lo crea ella en el mercado, y así, tampoco en este puede crearse valor alguno y mucho menos la ganancia que es sólo una porción de todo el valor contenido en cada mercancía.



[1] Fonética achinada. Así respondía el lavandero chino de la primera mitad del SXX cuando le solicitaban crédito por la ropa lavada y aplanchada. Curiosamente, valga la digresión: A mi muy recordada, diligente y sobretrabajadora  Sra. María Ferrer, viuda de Párraga, comadre de mi adorada Abuela Gracia, y madrina de mi recordatísima mamá Graciela, todas de mi apreciada Valencia, pero no precisamente por su mantuanato de provincia, a ella, digo, a María, no la vi nunca lavando ni aplanchando; tal vez porque lo hacía sólo los sábados y domingos. Ella evitaba eficazmente todas aquellas faenas que peligrosamente podría yo querer imitarle tal como lo hacía con todos aquellos oficios que iba enseñándome a diario: que si hacer un rallo, con todas sus filas y columnas discontinuas, a partir de la tapa estañada de la lata de manteca “Los 3 cerditos”, con la ayuda de un clavo y un martillo. Entre muchos trabajos, me enseñó a rallar el coco con el que  hacía las criollísimas conservas, bien cuadriculadas a mano alzada: que si pardoscuras o melcochosas, que si de color de rosa, que si mezcladas con piña rallada, que si blanquecinas cuando faltaba el colorante… Me enseñó a llevárselas bien tempranito a su cliente exclusivo, dueño de bar y bodega, a una cuadra del cine Candelaria, cruce de calles José Laurencio Silva y Carabobo (propiedad del señor Pedro Sánchez), cerquita y vecino de la pionera empresa Helados El Polo, y cerquita también de 2 telares contiguos de los 3 de esta ciudad. Recuerdo que sus “obreros” cobraban por un lado, y por  otro visitaban el bar antes de bajarse de la mula en sus casas; ellos obsequiarían a su familia con aquellas deliciosas y fresas chucherías caseras  de las que yo  también disfrutaba de la mesa a la boca.

[2] A propósito, y valga esta digresión: la derecha parlamentaria esta tarde no le dio un espaldarazo a quienes ellos mismos habían aprobado en sesiones previas. ¡Mosca! con esta aparente contradicción. La derecha siempre anda derechita en sus malignas estrategias: Aparentan su reprobación pero podrían usarlos para fastidiar y sabotear durante su ejercicio como miembros del Consejo Nacional Electoral, así como aquel diz que independiente, un tal E. Zamora.



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Manuel C. Martínez


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