Euro-EEUU versus el Tercer Mundo

Cuadro General

En general, la Unión Europa hoy se presenta como:

1. Una realidad aceleradamente cambiante, disímil y compleja. Además, atravesado por políticas espasmódicas y particulares impulsadas por cada miembro.

2. En aceleradísimo proceso interno de integración económica.

3. Con políticas regionales concertadas y otras sumamente difíciles de conciliar debido a una despiadada dinámica de competencia interna por los recursos, oportunidades y protagonismos.

4. Esto se expresa en la multiplicidad de contradicciones y oscilaciones que se traducen en políticas acomodaticias, pragmáticas y heterogéneas.

5. Entre éstas se cuentan las volubles políticas de seguridad y defensa y las cada vez más flexibles posturas en materia de política exterior (“políticas de paz mundial”).

6. La tensión/ asociación con EEUU está impulsando nuevas rearticulaciones con diversos países y regiones. A esto parece responder la robusta dinamización de la política armamentista.

7. Diversos analistas prevén que la imperiosa salida de EEUU de Irak y Afganistán generará situaciones para las que se precisará de mayores recursos (económicos y humanos) por parte de la UE para enfrentar las consecuencias y secuelas de la post-guerra.

8. Dentro de la UE, fundamentalmente, Gran Bretaña, España, Italia, Francia y Holanda temen por potenciales nuevos brotes de terrorismo internacional como desquite por su apoyo a las guerras de EEUU en Irak y Afganistán.

9. Se teme que la pujanza del eje de desarrollo asiático China, India, Rusia, Japón termine por desplazar a mediato plazo a la UE como segundo bloque económico, y también como aliado preferencial de EEUU para el manejo geopolítico de las tensiones en el mundo.

10. En el plano económico, en la UE se registra un fuerte déficit en materia de transporte (carreteras y redes de trenes) y energético (gasolina, energía nuclear, etc.) que presionan a los gobiernos y Estados por identificar aliados estratégicos, e impulsar soluciones sustentables de mediato y largo plazo. Ello pidiera representar una oportunidad de negocio y asociación de beneficio mutuo entre Venezuela y la UE.


Escenario en materia de seguridad:


Cada país buscar seguir una política particular.

No obstante, viene tomando cuerpo una tendencia creciente a adherirse a la política se seguridad promocionada por EEUU.

Sin embargo, varios países están haciendo lobby por conformar una política europea diferenciada.

Por ejemplo, recientemente Alemania, Francia, Bélgica y Luxemburgo decidieron seguir una mayor integración en el campo de la Defensa, apuntando a una política europea independiente de EEUU.

Es interesante que incluso Blair recientemente se ha mostrado interesado en apuntalar este camino.

La complejidad de las situaciones en Irak, Afganistán y ahora, las evidenciadas por el huracán Katrina parecieran impulsar todavía más esta tendencia.

La OTAN, fuertemente influida por EEUU, presiona para que la seguridad de los países miembros de la UE sea decidida bajo el marco de los parámetros de la OTAN.


La UE y el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales en el marco de la ONU

Todos los estados europeos son estados miembros en las Naciones Unidas y dos de ellos tienen estatuto de Miembros Permanentes en el Consejo de Seguridad.

Casi siempre hay uno o dos estados de la Unión Europea que son elegidos para formar parte del Consejo de Seguridad como estados no permanentes, pero con capacidad de voto y de diseño del mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.

Así, los estados comunitarios participan en este foro de forma muy cualificada. Sin embargo, esta participación se hace a nivel individual y no colectivo.

Por ello, aunque se intenta armonizar las distintas políticas exteriores de los estados europeos, son en definitiva los países que tienen derecho de veto o voto los que toman sus decisiones atendiendo sus intereses particulares, casi exclusivamente.

Ha ocurrido que a veces los países presentes en reuniones del Consejo de Seguridad no informan de las decisiones del Consejo al resto de delegaciones europeas, por lo que algunos países, como Alemania han demandado mayor solidaridad comunitaria en estos asuntos.

Esta situación explica, en parte, el enanismo político de Europa en materia de influjo en el diseño de la política internacional ante la ONU.


Aspectos económicos de la participación europea en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales

La responsabilidad contributiva de los estados comunitarios al mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales en términos individuales es muy inferior a la de los Estados Unidos o a la de Japón, e incluso a la de la Federación Rusa.

Sin embargo, colectivamente hablando, los 15 Estados miembros de la Unión Europea pagan el 35,41% de todo el presupuesto de las Naciones Unidas, mientras que el que más paga, es decir, Estados Unidos, sólo abona el 25%.

Es más, en estas partidas presupuestarias los estados europeos son en general buenos y puntuales pagadores, mientras que Estados Unidos, Rusia o Japón, son deudores persistentes, devenidos ya en morosos endémicos. Tal situación está llevando a la Organización al borde de la quiebra.

En el marco específico de las Operaciones de las Naciones Unidas para el Mantenimiento de la Paz que suponen también gastos ordinarios de la Organización de las Naciones Unidas, Europa paga por encima del 38%, mientras que su segundo pagador, Estados Unidos, no abona ni siquiera su compromiso del 25%, aunque la ONU le haya asignado el 31%.

Además de todo esto, Europa contribuye de forma voluntaria a los organismos humanitarios promotores de la paz y la seguridad internacionales en cantidades importantísimas, constituyéndose en el primer donante de ayuda.

Aspectos políticos de la participación europea en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales

Los egoísmos nacionales hacen que se des-coordinen y disipen las políticas comunes (cuando éstas existen), salvo en lo relativo a las decisiones económicas tomadas en el seno del Consejo Europeo o del Consejo de Ministros de la Comunidad Europea.

Tal situación es evidente, en especial, en lo que respecta a las sanciones, embargos, u otras actividades llevadas a cabo por iniciativa de la ONU para restablecer o mantener la paz y la seguridad internacionales.

Estos egoísmos nacionales, en la práctica hacen que cada país europeo asuma su propia política exterior y se observa que, en temas de seguridad o de paz, este aislacionismo individualista perjudica los intereses europeos que se perciben como fragmentados y no pocas veces hasta enfrentados.

Por último, todo este cuadro de fragilidades se ve acrecentado por la falta de una estructura de defensa común que permita desplegar estructuras preexistentes y logísticas que faciliten la labor de las Naciones Unidas en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales.


Aspectos militares de la participación europea en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales

Diversos analistas concluyen que la contribución económica e, incluso, la superación de las políticas individualistas de los Estados europeos no podrían garantizar una participación hegemónica en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales, sobre todo en los actuales momentos de nerviosismos y tensiones crecientes en diferentes rincones del planeta.

Se observa una matriz de opinión dentro de Europa sobre que los Estados europeos deben estar dispuestos a ejercer una mayor presencia militar, por supuesto, siempre y cuando dicha imposición armada de “la paz” se efectúe dentro del marco de aprobación previa de las Naciones Unidas, y teniendo en cuenta los propósitos y principios suscritos en la Carta de San Francisco y otras convenciones y tratados internacionales.

El caso es que, en el marco de las Operaciones conjuntas promovidazas por las Naciones Unidas a objeto del “Mantenimiento de la Paz”, la participación de los Estados europeos se va tornando cada vez más activa.

Sin embargo, es claro que cada uno participa, además del riguroso pago de sus cuotas, en las operaciones que (política, económica o culturalmente) le son más interesantes, esto es, política y económicamente redituables.


Escenarios en materia de política exterior

Analistas en la UE concuerdan en que EEUU se encuentra viviendo una situación de “sobre extensión imperial”. Se parte así de la hipótesis de que EEUU no puede continuar imponiendo por mucho más tiempo su sistema imperial unilateral al resto de los países del hemisferio, obligándose entonces a entrar en una política de rearticulación de la hegemonía en la acepción en que entiende Gramsci de mezcla del poder de ejercer la violencia pero articulado con el poder de establecer y negociar acuerdos sobre la base de un cierto consenso.

Esta premisa hace cada vez más difundido la hipótesis en torno a un previsible (y pronto giro de EEUU hacia un mayor multilateralismo, con Europa como aliado ineludible.

No obstante, en Europa en general se observa un cierto resentimiento hacia la administración Bush, lo que hace que usualmente se la señale de anti-europea.

Además, se teme que EEUU adquiera mayor influjo dentro de la UE por vía de anexar países aliados a su política (como Turquía).

En general, se apuesta porque, a mediato plazo, EEUU precise del respaldo de la UE para dar una salida conjunta y sustentable a los conflictos de Irak, Afganistán; y para lidiar en lo adelante con las múltiples y crecientes tensiones del mundo.

La prensa europea evidencia constantemente la necesidad de diferenciar entre la política exterior histórica de EEUU hacia la UE, (básicamente colaboracionista), y la variante primordialmente opuesta seguida por la administración Bush.

Un importante desafío que se percibe a corto plazo es cómo convertir a la UE en un actor político con mucho mayor poder de influjo económico y militar global.

Se diferencia que ser un gigante económico no implica necesariamente serlo también político (como es ostensible en el caso de Japón).

La UE busca así compartir con EEUU la carrera por el dominio económico, político y militar sobre las zonas de influencia (o inversión) más sensibles (o apetecibles) a los determinados países de la Unión.
El interés de la UE estará marcado así por el interés del país de la Unión con más implicaciones en cada país. Digamos, por ejemplo, que el interés dominante hacia América Latina va a estar fuertemente afectado por los lineamientos que marque España.
No obstante, esta fórmula aplica con ciertas limitaciones. Marchará siempre y cuando cada decisión específica a tomar no entre en conflicto con algún otro interés mayor de otro Estado miembro de la comunidad; y aplica sólo para determinados temas.
Por razones obvias relativas a su hipersensible carácter geo-estratégico, usualmente se excluye del reparto al Oriente Medio, a Japón y a Rusia, entre otros.
Es de prever que el interés de la UE hacia Venezuela se verá fuertemente determinado por la escasez energética a futuro, y por los impredecibles vaivenes de tensión y distensión que impacten en lo adelante al Golfo Pérsico.

Atolladeros y disyuntivas de la UE


Mas allá de sus múltiples debilidades, la UE hoy se está planteando que si realmente aspira a convertirse en un actor global, debe ampliar en forma considerable su influjo. Esto es, debe poder proyectar fuerza para intervenir (militar y económicamente en el exterior) en circunstancias en que la UE o los EEUU consideren imperiosas para el buena marcha de sus intereses estratégicos.

Para ello, la UE se plantea desarrollar más diversidad de acuerdos en común entre los países de la comunidad, lo que no necesariamente se va a traducir en una política de prodigar más dinero.

Una matriz que tiende a reforzar esta necesidad de mayor alianza es que se concluye que muchos de los conflictos futuros no serán única ni básicamente contra entre Estados sino contra grupos extremistas, terroristas y de rebeldes.

Un objetivo subyacente de la UE pareciera ser el procurar convencer a EEUU de que un movimiento de política eficiente presumiría concluir con la política exterior estadounidense de intervención armada de carácter unilateral, apostando por una mesa de negociación si no consensual, cuando menos, mancomunada.


Perspectivas de futuro

El futuro de la participación de los Estados Comunitarios en el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales no descansa tanto en organismos regionales como en las Naciones Unidas.

Si bien la defensa y seguridad del continente sí descansa en aquellas instituciones regionales, en el plano más amplio de lo internacional, que tanto afecta a Europa, se encuentra en mayor dependencia del marco de las Naciones Unidas.

Resulta usual por ellos que Europa en su conjunto busque desarrollar una política de mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales a través de su efectiva participación sostenida en las organismos internacionales, proporcionando medios técnicos, efectivos humanos, sistemas de comunicación o de transporte, etc.

Así, queda claro por qué la UE este haciendo diversos esfuerzos por coordinar los recursos a nivel comunitario a objeto de impedir los desajustes que resulten en una mayor rentabilidad y eficaci de las iniciativas futuras.


¿Cuáles presentes esperar de la UE, y cuáles no?

Aunque usualmente se etiqueta la mentalidad de la Unión Europea como esencialmente individualista y mezquina, la UE carga con el costo económico (y parte del costo militar) de las disímiles operaciones de intervención “bendecidas” por la ONU.

Sin embargo no se vislumbran posibilidades reales de que la UE consiga un acuerdo para alzarse con el poder político en la ONU.

La estrategia de la UE ante las grandes tensiones mundiales sigue siendo de poca atención lo que explica que muchos países se expresen finalmente solidarios con las decisiones que de facto adopta EEUU.

No obstante cada vez se acentúan las voces que pugnan porque la UE tenga una política autónoma.

Esto en parte explica por qué la administración Bush está procurando acercarse diplomáticamente cada vez más hacia la UE, sugiriendo que sería posible suscribir un acuerdo conjunto de gobernabilidad mundial.

Esta posibilidad pondría a todos los países distanciados de o enfrentados a Washington en mucha mayor tensión y riesgo que en el presente.

No obstante la misma dispersión y despiadada competencia dentro de la UE hacen muy complejo llegar a un inmediato acuerdo en este sentido.

Esta situación de incertidumbre está haciendo que los países de la Unión se comporten atendiendo una política de corto plazo, sobre la base hiper-pragmática de redituar el mayor provecho de cada coyuntura.

Una crítica usual que se le hace a la administración Bush es que las guerras recientemente emprendidas han afectado negativamente a determinados intereses de compañías trasnacionales de países de la Unión, sin redituar necesariamente ganancias ulteriores a esos países y consorcios trasnacionales.

Esta percepción de que EE.UU. no compartirá el botín de la “reconstrucción” de los países invadidos está generando una tendencia a reforzar enérgicamente la carrera armamentista de alta tecnología, en los países de la Unión, como medio para poder (si no inclinar al menos medio balancear) la balanza hacia el lado que les convenga en el marco de conflictos bélicos futuros q ue revistan interés estratégico para determinados países de las UE.

En general, Venezuela aparece percibida por diversos actores en Europa como un mercado de aprovisionamiento energético natural de EEUU y del resto de América Latina. Pero se vislumbra que Venezuela tendrá también un carácter estratégico para la Unión Europea debido a sus cuantiosas reservas probadas. Y sobre todo, Venezuela es valorada por ser el único gran mercado petrolífero fuera del cíclicamente instable enclave del Golfo Pérsico. La fragilidad ecológica del golfo de México también pone de manifiesto el carácter estratégico de Venezuela como enclave de aprovisionamiento estratégico de EEUU y de la UE frente a contingencias futuras de emergencia.

Esta circunstancia confiere a Venezuela un relativo manto protector ante una potencial escaramuza belicista futura de EEUU hacia Venezuela. Pero la política de oponerse inicialmente a las invasiones, y apoyar luego (como de facto lo hizo la UE en los casos de Irak y Afganistán) hace complejo imaginar que ésta se opondría en bloque contra las pretensiones de EEUU una vez EEUU haya desatado una acción de confrontación directa.

Más factible parecería pensar que en caso de ataque de EEUU a Venezuela, Washington conseguiría el apoyo de unos pocos (pero poderosos) países de la UE, como Gran Bretaña, además del apoyo militarmente simbólico (pero geopolíticamente Clave) de países con mucho menos peso económico y militar (como Holanda).

Dado que Europa afronta hoy día un severo déficit de inversión en el sector transporte, podría preverse que la asociación de Venezuela con este sector pudiera constituirse en factor des-estimulante del apoyo (explicito o tácito) de la UE a una potencial invasión o acción desestabilizadora de EEUU a Venezuela.

Desde luego, esto en caso de frustrarse una pingüe negociación (EEUU-UE) de Venezuela (o de otro país cualquiera del tercer mundo) entre los poderosos mercaderes europeos y estadounidenses, muchos de los cuales están o en el poder o se les ve cada vez más resbaladizamente cerca de éste.

La conformación de nuevos enclaves (geo-políticos y económicos, comunicacionales e intelectuales), que sirvan de contra-peso a la rápida re-articulación del neo-colonialismo planetario en tiempos de Internet es una tarea tan o más inaplazable que la de prevenir nuevos tsunamis.

En especial cuando los científicos nos refieren datos casi cotidianos sobre el lánguido (aunque políticamente irrelevante) deshielo de los cabos más escarchados del planeta.





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Luis Miguel Delgado


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