Nuestra débil memoria puede llevarnos a la derrota definitiva

El último cuarto de siglo en Venezuela ha sido vertiginoso en lo político.

Las elecciones de diciembre de 1988 brindaron el escenario para a la aplicación del purgante económico recetado por FMI. El mal, en lo económico, requería una amputación de la inversión social y una quimioterapia de privatizaciones. El Estado venezolano arrastraba una deuda externa adquirida mayormente durante el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez, a pesar de contar con un ingreso petrolero inmenso. En esa época llegó a llamarse a nuestro país “la Venezuela saudita”. Sin embargo,no se diversificó el aparato productivo, la política de subsidios a la empresa privada estimuló no la producción, sino la atrofia de una clase empresarial parasitaria e incapaz de arriesgar sus capitales.

El sistema bancario, fuera de control, imponía políticas y hasta ministros de economía, finanzas y Presidentes del BCV a gobiernos débiles y chantajeados que, a fin de sostener el sistema de conciliación de partidos, derivado del Pacto de Punto Fijo y necesario para mantenerse en el poder, cumplía a pie juntillas sus dictámenes.

Las FAN de entonces jugaban su papel, junto con los organismos de seguridad e inteligencia del Estado, de represor de cualquier manifestación de descontento aplicando plomo del grueso y “averiguando después”. La televisión, la radio y la prensa escrita desempeñaban un papel hegemónico en la configuración de la opinión pública y su poder era tal que de la misma manera que imponían ministros censuraban presidentes, mientras ejecutaban a la perfección el papel de embrutecimiento de la población a través de su programación alienante.

Masacrado el pueblo luego de los hechos del 27 y 28 de febrero del 89, cuando el establishment político-empresarial- financiero-mediático se recuperaba de la reacción popular, aparece en el escenario Hugo Chávez Frías y un grupo de oficiales que por poco desalojan del poder a Carlos Andrés Pérez.

La derecha maniobra, pero el Pacto de Punto Fijo está herido de muerte . La candidatura de Caldera marea momentáneamente al pueblo pero luego en el poder demostraría ser más agresivo en términos económicos, que su antecesor, aplicando una dosis poderosa de neoliberalismo, haciendo exactamente lo mismo que ahora hacen los Gobiernos de Obama Y Rajoy , reeditando las medidas aplicadas en Italia, Francia, Gran Bretaña e implementando auxilios a la banca y dejando en la estacada a los ahorristas, como ha ocurrido en Grecia y Chipre.

El colmo lo constituyó la apertura petrolera y la acentuación de la supuesta descentralización administrativa, junto con la eliminación de las prestaciones sociales, amén de la venta de empresas básicas como SIDOR, La Electricidad de Caracas, CANTV y los macabros proyectos de privatización de la educación , la salud y los servicios públicos. Es decir, exactamente lo que ocurre en el mundo capitalista.

Si a algo le debemos achacar la culpa por lo que acaba de suceder en las elecciones del pasado 14 de abril, es precisamente a lo que constituye nuestra mayor falencia como pueblo: nuestra débil memoria.

En estos últimos 14 años de proceso revolucionario, la derecha dio muestras suficientemente claras de sus intenciones de cobrarle al pueblo su empeño de reconstruir el sueño bolivariano. El golpe de Estado de 2002 puso ante nuestros ojos a un grupo de fascistas que, ebrios de triunfo y revancha, se llevó por delante toda la institucionalidad, desde la Constitución para abajo, pasando por cada uno de los poderes del Estado, funcionarios electos por voto popular, magistrados, y hasta símbolos patrios y el nombre mismo de la República fueron desconocidos, saltándose toda racionalidad y formas legales.

El sabotaje petrolero de 2002-2003 llevó a PDVSA de producir algo más de tres millones de barriles diarios de crudo a CERO. Todo el poderío de la derecha se descargó, ya no contra el Gobierno, sino contra el Estado mismo, contra el pueblo mismo.

La lógica nos obliga a pensar que su plan era retomar al poder, no importando si en el camino se llevaban a la mitad de la población en los cachos. Una y otra vez han insistido por el camino de la aventura y el desconocimiento de la voluntad popular.

Capítulo aparte lo constituye la política sistemática de acaparamiento de productos básicos. La oligarquía venezolana, escaldada por sus constantes derrotas cuando ha entrado en el terreno de la violencia, recurre a una práctica que considero atentatoria contra los derechos humanos fundamentales y que debería castigarse de forma severa, como lo es esconder, de forma escalonada , programada , descarada y además, en concierto con los medios de comunicación privados nacionales e internacionales, productos de consumo masivo. El descaro llega a tal extremo que se han desaparecido productos que, horas antes de que se esfumaran, abarrotaban los estantes. Hemos llegado a tal extremo de surrealismo que incluso la gente, cuando observa algún producto en una bodega, abasto o mercado exclama: ¡apareció la harina! , ¡ apareció el café! , ¡ llegó la azúcar! , ¡ llegó la pasta dental!, es decir, como si las cosas desaparecieran y aparecieran por arte de magia.

Hoy no hay un paquete de harina y luego, las mazorcas crecen velozmente, se cosechan , se procesan y magia: ¡ aparece la harina ¡. Cuando en este país la gente comía perrarina, porque no podía comprar harina y punto. Cuando la gente no comía carne, sencillamente era porque ¡no tenía como comprar carne!.

El desabastecimiento que hoy padecemos no obedece sino a una de las acciones del llamado “golpe suave” o guerra de cuarta generación, la cual no se circunscribe al ámbito mediático, sino a cualquier ámbito sensible que, afecte a la población, socavando el piso de apoyo del Gobierno y atentando contra las políticas del Estado.

La falta de memoria es la única manera de explicar cómo tiene algún tipo de apoyo un personaje que apenas ayer arremetía contra la Misión Vivienda por adjudicar casas a familias y concederles años de gracia o, simplemente, por su precaria situación económica, exonerarlos de su cancelación, calificando la misión como “regaladera”, posición entendible, ya que él forma parte del sector privado, es un empresario adinerado y es solidario con aquellos constructores, inmobiliarias y bancos que despellejaron al pueblo con los créditos indexados y tasas de interés demenciales y , sin embargo, hoy chilla en público diciendo que el Gobierno “pretende cobrarle las viviendas a nuestro pueblo”.

Es decir, hay ingredientes del debate político en nuestra realidad nacional que IMPIDEN la consolidación del proceso revolucionario, porque constituyen una perversión teórica, un sofismo constante que hace mella en la conciencia del pueblo a quien precisamente, los factores de la derecha quiere destruir.

Poner todos estos elementos en la mesa es obligatorio para poder abordar el debate de ideas en momentos en los cuales el nivel de descaro en el discurso político de la derecha ha logrado en buena medida su propósito, que no es otro que confundir, engañar, hacer creer que defiende las reivindicaciones de las mayorías. Como educador creo que, aún con Gobierno de calle, de callejón, de trocha o lo que sea, si no se trabaja la conciencia histórica, la misma gente que vea solucionados sus problemas por esta vía, votará en contra da la Revolución como ya lo ha hecho.

Jorgeochoa004@gmail.com
Licenciado en Educación


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Jorge Ochoa

Licenciado en Educación

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