Una campaña epistolar

Para estas presidenciales 2012 el combo opositor ha incorporado instrumentos tradicionales y recientes para  embestir contra el ciclón Chávez y la sólida muralla popular que le acompaña. Recurren a todas las armas- Desde la guerra mediática pasando por rumores y runrunes sin descartar también las amenazas y agresiones físicas, siempre con la intención deintentar minar la amplia base popular que acompaña al líder revolucionario.

Recurren a la vieja estrategia de pretender dividir a los sectores populares al hablar de chavismo sin Chávez, de grupos enfrentados en el seno del PSUV, calumniando a la Fuerza Armada Bolivariana,negando los logros de la Revolución Bolivariana, vociferando en los medios cada vez que les da la gana, que Chávez es un tirano y que vivimos en una tiranía. Como en anteriores oportunidades estas marramusias  no le funcionaronno vemos por qué ahora tiene que darles resultados. Tampoco son originales cuando en franca provocación aparecen tongoneándose en las barriadas caraqueñas donde la mayoría defiende al Comandante Presidente y lanzan alaridos porque la gente del pueblo les dice: respeten para que los respeten.

Como buscan desesperadamente darle una imagen simpática, calurosa y popular a su candidato, algo que les resulta muy cuesta arriba, han recurrido al manido y rebuscado expediente epistolar, curucuteado en los mohosos textos de las campañas estadounidensesde hace varias décadas muy del gusto de adecos y copeyanos con sus otroraexpertos electorales Joe Napolitano y David Garth.

Esta práctica consiste en ordenarles a cuatro o cinco pelagatos con renombre en el mundillo de opinión que redacten cartasdonde “descubren” que el candidato opositor es un dechado de virtudes que por modestia no mostraba nunca y que ahora ellos que jamás le habían parado bolas tienen en este momento el sacrosanto deber de decirle a la sociedad civil, es decir a todo el mundo, léase a los disociados, que ahora sí llegó el salvador, el capitán maravilla, un cruzao entre Batman y el Chapulín Colorado que rescatará el país de la pesadilla comunista, de los rojos, y conducirá a Venezuela por la senda de la privatización, del petróleo barato, de la eliminación de las Misiones, de la entrega de la soberanía, de la privatización de la educación, de la represión a los sectores populares, del capitalismo popular, para ser libres y demócratas. A su manera fascista.

Lo inconveniente de estas acciones es que da pocos resultados, convence a escasos, llega apenas a un porcentaje modesto de la clase mediay expone y ridiculiza a quienes redactan  estas aburridas y babosas correspondencias pautadas por los laboratorios de guerra sucia.

A veces la capacidad de asombro y de necedad en ciertas capas de los sectores medios no tiene límite con tal de excusar lo inexcusable. En técnicas de estrategia electoral mostrar solamente las supuestas bondades de un candidato sin ni siquiera asomar algún lado imperfecto es un error garrafal porque sencillamente no lo hace creíble ante el electorado.

No exagero. Extraigo esta perla de una de las “cartas” acerca del candidato Capriles donde  la fatuidad y el caradurismo van de la mano: “…en 2002 vino la acusación que había violentado la embajada de Cuba. Y, honestamente no me interesa si fue cierto o no (por alguna razón siempre ha salido bien librado de ese asunto) pero no veo a Henrique, un tipo tan respetuoso de la ley, metiéndose en un rollo innecesario como ese”…

Me viene a la memoria las palabras y el gesto desgañitado de un gacetillero de oficio en un homenaje al dirigente adeco Luis Manuel Peñalver y a su consorte de nombre Gloria en tiempos de la Cuarta República: “ ¡Gloria a Dios en las alturas y Gloria en la tierra a los Peñalver!”. 

lucartjesus@yahoo.es



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Héctor Agüero*


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