Elecciones parlamentarias Venezuela 2010

1.- La coyuntura electoral en el contexto histórico. 

      1.1.- Cualquier análisis serio de la coyuntura electoral que recién acaba de finalizar con una clara victoria para el chavismo y una nueva y contundente derrota para la oposición, debe abordarse necesariamente dentro del contexto histórico internacional, continental y nacional. En ese sentido, es necesario señalar que estas elecciones se realizan dentro de un país que reviste especial importancia por sus riquezas naturales y mineras, especialmente petróleo y gas. El petróleo venezolano tiene importancia estratégica para todas las trasnacionales petroleras del mundo; para Estados Unidos, como país imperialista; para China, como potencia emergente, socio económico del gobierno bolivariano; para Cuba, como aliado principal del gobierno y sus programas sociales; para los países del Caribe y muchas otras naciones del continente y del mundo. Estas elecciones definían en manos de quién quedaba el control del poder que no sólo legisla la vida pública del país, sino que también controla al resto de los poderes, incluido el Presidente de la República. Los resultados numéricos, por encima de cualquier otra consideración cualitativa, indican que el chavismo seguirá controlando la Asamblea Nacional, desde donde el presidente Chávez tendrá garantizado todo el apoyo y respaldo que requiera la continuidad y profundización de sus políticas gubernamentales.

     El escenario que rodea a nuestro país, es un mundo dominado por el modo de producción capitalista en su fase imperialista de extensión global del neoliberalismo económico que postula el predominio del libre mercado, la democracia representativa burguesa, la vigencia formal de los derechos humanos, el control de los medios de información, la uniformidad de la conducta humana, la hegemonía del pensamiento único consumista y tecnocrático, la desmoralización y subalternización de los pueblos a los designios imperiales impuestos bien por la vía del chantaje y las amenazas, la coacción económica-política o el aplastamiento tecno-científico- militar más poderoso jamás y nunca antes visto en la historia de la humanidad.

     Todo el siglo XX y lo que va del XXI estuvo y sigue estando dinamizado por el crecimiento compulsivo, intenso y extenuante de la sociedad tecnológica, de la carrera alucinante y enloquecedora de la industrialización, bien bajo el modo de producción capitalista clásico-tradicional o bien bajo los intentos frustrados del modo de producción socialista. La revolución predominante en el planeta es la revolución tecnológica-capitalista y no la revolución socio-cultural socialista. Este es un elemento clave y determinante para entender la naturaleza de los cambios actuales. El resultado más ostentoso de este capitalismo sigloveinte son las dos grandes guerras mundiales, las cientos de guerras convencionales, la instalación de cientos de bases militares y la gran amenaza de una hecatombe nuclear, desplegadas como espadas de Damocles frente a las luchas independentistas de los pueblos de Asia, África, América y la propia Europa. Los procesos de Afganistán, Irak, Irán y Corea del Norte; Cuba, Venezuela, Nicaragua, Bolivia, Ecuador, corroboran esta situación.

     A un siglo de dominación imperialista yanqui en nuestra América y el resto del mundo, contemplamos una espantosa dualidad de logros antagónicos y, en ocasiones, interdependientes que mantienen a más de la mitad de la población del planeta en la perplejidad o el asombro, la consternación o la indiferencia, la resignación o la indignación. Entre esas múltiples dualidades podemos destacar las siguientes: desarrollo-subdesarrollo; riqueza-pobreza; cientificismo-analfabetismo; imperialismo-dependencia; confort-miseria; individualismo-colectivismo; capitalismo-socialismo; poder-rebelión; estabilidad-crisis; decencia-vulgaridad; honestidad-deshonestidad; eficiencia-ineptitud; exclusión-inclusión; paz-guerra; vida-muerte; libertad-opresión; verdad-mentira, respeto-manipulación; derecha-izquierda; autoritarismo-democracia; representatividad-participación; y un largo etcetera. 

      1.2.- La crisis del capitalismo es una crisis de la civilización. Esto presupone un reto extraordinariamente exigente y supremo de construcción de nuevos modos de producción social alternativos, válidos y posibles para los pueblos en tiempos y espacios determinados dentro de contextos variados, múltiples y plurales insoslayables, que aún no ha sido posible materializar y consolidar en algún país del mundo. De todos los ensayos socialistas, sólo la hermana Cuba nos muestra la solidez de los logros sociales en educación, salud y deporte como indicios del mejoramiento general de la calidad de la vida de ese pueblo en el contexto del bloqueo imperialista y la ausencia de la antigua solidaridad de la desaparecida URSS, independientemente de su naturaleza imperialista. China representa hoy una nueva modalidad de desarrollo capitalista altamente productivo, victorioso y en expansión internacional.

     El proyecto bolivariano venezolano, está apenas iniciando transformaciones políticas y sociales dentro de un Estado burgués, petrolero, rentista, perverso y corruptor de sus funcionarios, al lado de un capitalismo privado bajo la hegemonía de una burguesía apátrida, parásita y corrupta. Los partidos políticos y las personalidades de la oposición, representan los intereses de clase de la burguesía y el imperio. En ese sentido, el socialismo bolivariano es apenas un proyecto en proceso cercado por las viejas fuerzas de la opresión que no sólo se niegan a morir sino que resisten y conspiran con poderosísimos recursos desde dentro y fuera de las fuerzas políticas bolivarianas, llámense quinta columna, derecha endógena o chavismo sin Chávez. Frente a esas realidades, las utopías sin pie en la tierra no pasan de ser meras repeticiones de antiguos sueños de libertad sin trascendencia histórica concreta; y los proyectos reformistas sin aliento onírico ni capacidad de atrevimiento y aventura, no son sino vulgares estafas a las aspiraciones más cara de nuestro pueblo.

     Es necesario reconocer que en América Latina, la experiencia de la izquierda tradicional está marcada por la victoria de la revolución cubana en 1959, y la sandinista en 1979, a través de la vía armada en contextos de lucha anti-dictadura; por las resistencias derrotadas de las guerrillas urbanas y rurales en contextos de lucha anti-democracia representativa; y por las victorias electorales pacíficas en contextos de lucha legal inter-partidistas con resultados frustrados y trágicamente derrotados (caso de Chile 1973) o de acumulación de victorias y fuerzas bajo la combinación de distintas formas de lucha y de organización popular con base en una sólida y manifiesta alianza cívico-militar popular, patriótica y revolucionaria determinante y orientada hacia una reinvención del socialismo (caso actual de Venezuela con el liderazgo de Chávez).

     De manera que la cosa no es tan simple como para asumirse como el más puro e incorruptible y darse el lujo de descalificar, estigmatizar o reducir el esfuerzo y la voluntad sin antecedentes que lidera el comandante Chávez porque no haya hecho todavía tal o cual cosa contra los burgueses venezolanos o las empresas trasnacionales. Desde esta perspectiva, pienso que lo correcto es entender que la crisis es un proceso muy complejo; y la emergencia, construcción y consolidación de una alternativa verdaderamente revolucionaria, patriótica y socialista es otro proceso aun más complejo que en más de cincuenta años la izquierda no supo resolver y aún no sabe. 

2.- La elección parlamentaria: una medición que reafirma la correlación de fuerzas reales y concretas.

      2.1.- Todo proceso eleccionario no es otra cosa sino una medición de fuerzas sociales enfrentadas por el poder político en el marco de la legalidad, así como toda guerra es una confrontación armada entre fuerzas socio-políticas beligerantes que se disputan el control del poder sobre un territorio determinado. En ese sentido, la contienda parlamentaria del 26 de septiembre 2010, representa una real y verdadera medición de las fuerzas de los dos proyectos políticos fundamentales que se disputan la hegemonía histórica sobre nuestra sociedad. En consecuencia, cada uno de ellos se plantea determinados objetivos políticos, económicos, militares, científicos y culturales,  relacionados con el control del poder del Estado, sus riquezas mineras y la relación con el capitalismo internacional, particularmente con el imperio del norte.

     En estas elecciones parlamentarias, el objetivo central de la oposición era conquistar la mayoría de los curules de la Asamblea Nacional para frenar el avance legal del proceso de cambios bolivarianos, revertir las leyes aprobadas durante el actual período parlamentario, sabotear la gestión gubernamental, inhabilitar al Presidente de la República, destituirlo, enjuiciarlo y meterlo preso para descabezar las fuerzas del cambio y aplastar el proceso revolucionario, restituir el viejo esquema de dominación y opresión capitalista, del viejo Pacto de Punto Fijo, subordinado al imperialismo norteamericano. Pero, la obtención de sólo 65 diputados de un total de 165 que conforman la Asamblea, es una clara y decisiva derrota electoral de esos propósitos bastardos.

     Este resultado convierte a la oposición en la minoría del parlamento venezolano; la sinceriza  como un pequeño archipiélago político, integrado por diez (10) reducidas agrupaciones partidistas y cuatro (4) individualidades burguesas, incoherentes y repulsivas entre sí. Por lo tanto, la nueva oposición parlamentaria está incapacitada para torpedear la gestión del Presidente. Su alternativa es demostrar que son responsables para trabajar por el país o que, sencillamente, eso no les interesa para nada. En síntesis, la bancada minoritaria de parlamentarios derechistas de la nueva Asamblea Nacional o corren o se encaraman, porque lo que sí es seguro son las exigencias del comandante-Presidente y el pueblo legislador para que la Asamblea responda a las necesidades populares y no a los intereses del imperio y las burguesías.

     Por otro lado, el objetivo principal del PSUV y las fuerzas aliadas (PCV, UPV, TUPAMAROS) era ganar la mayoría de los puestos para mantener el dominio y control de la Asamblea Nacional. Y como objetivo extraordinario o supremo, una mayoría calificada a través del control de los dos tercios de los curules para garantizar la aprobación de leyes orgánicas y el nombramiento del Tribunal Supremo de Justicia, el Fiscal General y la Defensoría del Pueblo. Haber obtenido 98 diputados no representa, ciertamente, el logro de la mayoría calificada; pero sí es una victoria clara e inequívoca que le da al presidente Chávez la mayoría absoluta de la Asamblea. Ello le permitirá al gobierno la continuidad legislativa regular en condiciones de hegemonía y con la contundencia del acompañamiento social del parlamentarismo socio-comunal. La consiga electoral “El pueblo pa´ la Asamblea” es el nuevo proyecto que cambiará la estructura del poder legislativo.

     En definitiva, el resultado electoral en términos cuantitativos, refleja la realidad de la correlación de fuerzas que se ha mantenido durante estos once años de gobierno bolivariano: El chavismo sigue siendo la fuerza mayoritaria y unificada bajo la conducción del liderazgo del comandante-Presidente en torno a un proyecto nacional consagrado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela que avanza y responde a las nuevas realidades y necesidades del pueblo y el país por encima de las adversidades de todo tipo; la ineficacia y la corrupción de un alto número de funcionarios del gobierno; la ineptitud de la burocracia partidista; y las conspiraciones de la derecha fascista y los agentes del imperio. La derecha fascista oposicionista sigue siendo la minoría, un conglomerado incoherente de viejos restos de partidos puntofijistas y renegados de la vieja izquierda incapaz, derrotada, frustrada y pervertida, todos llenos de odio, envidia e ideologizados por el capitalismo imperialista neoliberal.        

3.- Los nuevos retos de la lucha de clases y el avance del socialismo.

      3.1.- La crisis general civilizatoria del capitalismo, impone exigencias que condicionan o determinan el comportamiento social de los individuos y las comunidades organizadas. El dilema de fondo es: defender al capitalismo y contribuir con su recuperación para perpetuar su hegemonía histórica sobre nuestra sociedad, lo que equivale volver al pasado; o profundizar la lucha contra él y a favor de la construcción del nuevo socialismo. Para los revolucionarios y el pueblo es tiempo de redoble activo, mayor dinamismo, creatividad, imaginación, unidad, organización, esfuerzo y voluntad individual y colectiva que nos conduzca a la derrota definitiva de los enemigos de la humanidad y la construcción de un mundo alternativo, una nueva civilización de la justicia, la equidad, la libertad, la unión y el amor. En términos marxistas, nos guste o no, estamos en una encarnizada y decisiva profundización de la lucha de clases dentro de toda la sociedad venezolana, por un lado; y dentro de las estructuras de los partidos políticos, particularmente el PSUV, por el otro. Reconocer esta realidad y asumirla resueltamente, con valentía e inteligencia y bajo la perspectiva de la liberación y el socialismo, es el camino correcto, duro y doloroso, peor es el camino.

      3.2.- Para la nueva etapa parlamentaria del proceso bolivariano, el principal reto es convertir en realidad histórica la consigna central de El pueblo pa´ la asamblea, poner en marcha la fuerza indestructible del pueblo legislador para que el Poder Popular se desarrolle de la mano con su líder principal. Tal como lo anunció Aristóbulo Istúriz, la instrumentación legal de este proyecto está fundamentada en los artículos 5 y 70 de la Constitución. Si esto no se cumple, el pueblo tendría todo el derecho de enjuiciar a todos los diputados chavistas por traidores a la soberanía popular.

      Por otro lado, las comunidades organizadas de cada circuito electoral, deben ejercer firmemente la contraloría social sobre sus diputados, y preparar las solicitudes de los respectivos referendos revocatorios para los diputados inconsecuentes, que no trabajen o traicionen su compromiso con el pueblo y con el proceso bolivariano.

      3.3.- Hoy más que nunca es fundamental elevar la calidad  política, filosófica, organizativa, social y de combate de la base material concreta del proceso bolivariano como lo es la UNIDAD CÍVICO-MILITAR patriótica, popular y revolucionaria. Sólo desde esa poderosísima base estratégica, tal como se demostró el 13 de abril 2002, el pueblo venezolano tiene absoluta garantía de avanzar en los tres puntos clave del proceso: primero, la revolución anti-imperialista y anti-capitalista; segundo, la consolidación de su propio poder popular; y tercero, la defensa del liderazgo del comandante Hugo Chávez y todo el colectivo nacional de líderes populares de base, de las comunidades y los movimientos sociales. 

¡¡LA LUCHA SIGUE,

SIN DESMORALIZACIÓN, RENDICIÓN, NI CONCILIACIÓN!!

¡¡EL PUEBLO PA´ LA ASAMBLEA!!

¡¡EL PUEBLO UNIDO, JAMÁS SERÁ VENCIDO!!

¡¡PATRIA SOCIALISTA O MUERTE,  VENCEREMOS!! 


chfariasa@hotmail.com



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Christian Farías

Licenciado en Educación. Docente universitario.

 chfariasa@hotmail.com

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