Abril de 2002, cinco años después

Evaluar con criterio histórico los hechos de abril de 2002 es una tarea aún muy difícil. Apartando los discursos ideológicos, tan generalizados hoy en día, es un reto para los historiadores del presente, pero sobre todo del futuro, examinar testimonios y documentos, y llegar a conclusiones sobre la importancia y consecuencias de esos sucesos en nuestra memoria colectiva.

Con el tiempo algunos hechos se han aclarado. Por ejemplo, que el golpe del 11 de abril fue resultado de varias conspiraciones que se desarrollaron con meses de anticipación. Poderosos factores de poder económico, mediático, político, militar, internacional, y hasta religioso se fueron comprometiendo con esa salida violenta. Los hechos tuvieron como escenario una conflictividad sociopolítica creciente, que comenzó en septiembre de 2001 con las protestas, algunas virulentas, de propietarios de tierras rurales, contra la entrega de tierras a familias campesinas que inició el Gobierno. Vinieron enseguida las protestas del sector industrial pesquero por la Ley de Pesca aprobada bajo la Ley Habilitante, luego los conflictos del gobierno con sectores de la educación privada religiosa, con el sindicalismo de la CTV, con personalidades vinculadas al sector de la industria petrolera, y hasta con aliados políticos como Alfredo Peña y el partido MAS. El Gobierno se mostró hasta diciembre contradictorio, a veces dando señales de receptividad, pero en la mayoría de los casos arrogante y cerrado al diálogo. El primer choque importante fue el paro cívico del 10 de diciembre de 2001. Allí la oposición se unificó por primera vez y envalentonada por la fuerza que vio en la calle se negó al diálogo. El Gobierno hizo lo mismo, los puentes se derrumbaron, y la confrontación violenta se hizo casi inevitable.

En los meses iniciales de 2002, las protestas terminaban a golpes entre opositores y chavistas, aumentando día a día la intolerancia de ambas parcialidades políticas. En la polarización quedarían atrapados partidos pequeños, movimientos de la sociedad civil, que entre su ignorancia con respecto al país donde vivían y su incultura política, fueron usados el 11 de abril, en una marcha "pacífica", programada por algunos de sus líderes para un choque violento en el centro de Caracas, que justificaría la salida militar.

Sobre los hechos sangrientos del 11 de abril en el centro de Caracas aún no se ha escrito la última palabra. La Comisión de la Verdad naufragó en la polarización brutal en que quedamos desde entonces, y si bien el referendo revocatorio presidencial de agosto de 2004 abrió una fase menos violenta de la pugna política, aún estamos enfermos con ella.

Los hechos de abril dejaron una sociedad perpleja, que no entendió ni aprendió de la experiencia vivida. El resto del año fue pavoroso, los días 11 de cada mes, la oposición intentaba repetir su marcha del 11 de abril.

Y el oficialismo replicaba con la suya del 13.

¿Y cómo olvidar la plaza Altamira? ¿Y la trampilla de intentar forzar un referendo consultivo como un revocatorio? Los discursos de Chávez en la madrugada de su regreso el día 14 de abril, al contrario de la oposición, fueron de disposición al diálogo, de solicitud de reflexión y calma, ¡y hasta la palabra consenso fue capaz de pronunciar! Desgraciadamente, la dirigencia de la oposición entonces, si bien tuvo algunos escarceos de tolerancia después del golpe, pronto se cerró de nuevo, para intentar un segundo zarpazo devastador, el paro-sabotaje petrolero. Allí perdió su credibilidad. El referendo revocatorio de 2004, y la elección presidencial de 2006, si bien reflejan esfuerzos de algunos sectores de la oposición -los más democráticos- por remontar los garrafales errores políticos de 2002, hasta la fecha los resultados han sido magros. En política todo se paga.

La oposición política venezolana se extravió en 2002, y en el vacío dejado por su ausencia crecen hoy las amenazas a la democracia. La concentración de poder en un solo y todopoderoso líder, es una de ellas.

Chávez hoy impone las reglas de juego a sus aliados y opositores. Allí están como muestra el Psuv y las descalificaciones a los partidos afines, las leyes decretos, sin pasar por ningún mecanismo de "democracia participativa y protagónica". Algunos de los integrantes de la Comisión Presidencial de la Reforma Constitucional son máximas figuras de poderes públicos, pero han aceptado subordinarse al Presidente, acatando sin chistar un mandato de confidencialidad impuesto por él. Tienen listo un proyecto de reforma, que después que lo vea el Presidente pasará a la Asamblea Nacional, y será consultado en parlamentarismo de calle, mecanismo participativo insuficiente en una sociedad compleja, plural y diversa como la nuestra.

También es débil el argumento del referendo aprobatorio. A la vista de cómo usa hoy el Gobierno tanto instituciones como dineros públicos para sus intereses políticos, cualquier desavenencia con él, debe remontar obstáculos considerables para hacerse visible. Es preocupante y peligroso el tiempo que vivimos. Abril de 2002 abrió un proceso cuyo desenlace aún no está claro.


COMENTARIOS VARIOS

El martes 3 de abril
apareció en Últimas Noticias un comunicado de la Comisión Promotora del Psuv a página entera dando razón de unas actividades realizadas en el estado Táchira: ¿Quién pagó ese comunicado, los signatarios o nosotros, los venezolanos? Además, se informa que entre las actividades desarrolladas censaron a los integrantes de las misiones para que integraran la Comisión de Apoyo del partido. Esta confusión de lo público, las misiones del Gobierno, con lo privado, un partido político, es ilegal. ¿Y la Contraloría? ¿La Fiscalía? ¿El CNE? Ocupados, entre otras cosas, asesorando "privadamente" al Presidente.


A propósito
de hechos como el señalado arriba y otros como la sentencia del TSJ sobre los bonos y el Islr, la multa a Tal Cual, las declaraciones oficialistas con respecto a la fuga de Lapi, recordaba la frase: "Para mis amigos todo, para mis enemigos la ley".

Tratando de conseguir quién fue el primero en decirla, algunos dicen que el presidente peruano Oscar R. Benavides, otros que el brasileño Getulio Vargas, encontré otra frase más oportuna aún, dicha por un político italiano: "Con mis enemigos la ley se cumple; con mis amigos, se interpreta".


Memoria de una revolución.
Así se llama el CD editado por la Asamblea Nacional con un conjunto de documentos clave del proceso sociopolítico venezolano desde 1999 a 2005. Me parece un excelente y muy útil trabajo realizado por la Dirección de Investigación Histórica de ese poder.


El profesor
Julio Escalona escribió en su pasada columna sobre la situación lamentable de descuido, inseguridad y deterioro de la plaza Las Tres Gracias. Una vergüenza para alcaldes y autoridades universitarias.

Para quienes vivimos y trabajamos en su alrededor es un calvario que nos duele en exceso. Me solidarizo enteramente con el contenido del artículo de Escalona y quiero añadir otra cosa: ¿no se podría devolver a la plaza su carácter de redoma? Los encapuchados se fueron hace ya ocho años, y el tráfico es allí absolutamente irracional.





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Margarita López Maya


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