El santo Chávez

Bolívar bolivariano

no es un pensamiento muerto

ni mucho menos un santo

para prenderle una vela

(Ali Primera)

Hugo Chávez desde la perspectiva de la capacidad humana de dar amor, de entender a los más pobres, puede ser considerado un ser de alto nivel espiritual y moral. Chávez logró, lo que los filósofos llaman la alteridad, esa capacidad de ponerse en el lugar del otro para tratar de comprenderlo y protegerle como a sí mismo.

Esa capacidad no la desarrolló Chávez desde un primer momento. Recordemos que el comandante llegó al poder defendiendo la “tercera vía” y acompañado de connotados malandros que mostraron su verdadero rostro estando en el poder, como Luis Miquelena, Alfredo Peña o los generales milicos de Altamira. El comandante fue decantando su propio equipo, y desarrollando su propia metodología pensamental, para llegar a la misma conclusión a la que llegó Albert Einstein cuando escribió un documento titulado ¿Por qué el socialismo? (que recomiendo leer) luego de cambiar definitivamente la historia de la ciencia mostrando nuevas perspectivas de los conceptos tiempo, espacio y energía. Chávez –al igual que Einstein- no llegó al convencimiento del socialismo como vía, por adoctrinamiento, ni por un proceso de exclusiva “ideologización” sino a través del estudio, el análisis y la PRÁCTICA de aquello que estudiaba, experimentaba y reflexionaba. Por lo tanto no podemos hablar de ideología revolucionaria en Chávez sino de conciencia revolucionaria.

El comandante Chávez fue un hombre capaz de reinventarse a sí mismo muchas veces y no tener ningún reparo en aceptar una equivocación, reflexionar públicamente sobre ella y hacer las correcciones necesarias. Asumir las responsabilidades de sus aciertos y sus errores, fue quizá la más admirada de sus virtudes, pues es una característica común en el mundo político, echarle la culpa al otro y jamás asumir una responsabilidad. Desde el 4 de febrero de 1992 con aquel “por ahora” hasta el 8 de Diciembre de 2012 cuando nos dio su opinión “firme, plena como la luna llena, irrevocable absoluta total” de que eligiéramos a Maduro como presidente, todas sus alocuciones tuvieron una profunda carga de responsabilidad y alteridad, siendo capaz de entender al “otro” y comprender que ese “tu” es un “yo” puesto frente a él. Esa habilidad se la dio el estudio, la práctica y la deriva cultural que vivió desde Sabaneta hasta Miraflores, de Miraflores a la ONU de la ONU a la cumbre de Mar del Plata y de allí al ALBA a la CELAC y al mundo civilizado que ancló sus esperanzas en esa alteridad, en esa responsabilidad y en esa humanidad.

Todas las características que he nombrado son eminentemente humanas, no son ni sobrehumanas ni inalcanzables. Me preocupa que se conspire contra Chávez como se conspiró contra Jesucristo y contra Bolívar. A ambos líderes HUMANOS sus propios detractores los endiosaron con el fin de separar sus cualidades humanas de la gente, de convertirlos en seres místicos e inmateriales de los que no hay que estudiar ni practicar su doctrina, sino admirarlos de manera contemplativa para generando borrosidad en su verdadero mensaje:

En Jesucristo el mensaje final fue “Amad a Dios por sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo” allí no se habla de diezmo, ni de rezos ni del bien ni del mal, se habla de amar a Dios por sobre todas las cosas pero a tu prójimo como a ti mismo, habla del mismo principio de alteridad, ese “yo” que se convierte en “tu” desde los ojos del otro y viceversa.

En Bolívar, el mensaje final fue la unión de la América Latina para hacer frente a un “coloso” que se estaba desarrollando en el norte llamado Estados Unidos y que parecía “dotado por la providencia para plagar de hambre y miseria a los pueblos América en nombre de la libertad”. Por eso su ultima proclama de “si se acaban los partidos y se consolida la unión, yo bajaré tranquilo al sepulcro” es aún tarea pendiente y que debe tratar de concretarse a través de UNASUR del Sistema Unificado de Compensación Regional SUCRE, del ALBA de la CELAC, PETROCARIBE etc.

Chávez tuvo un nivel de conciencia que le permitió detectar el principio cristiano de la alteridad (a tu prójimo como a ti mismo) y el principio bolivariano de la unidad latinoamericana. Pero, al darse cuenta de que no puede haber una unidad latinoamericana y caribeña complementaria sin un desarrollo interno de las fuerzas productivas y el poder popular, se plantea y discute con todo el país, un plan con cinco objetivos históricos que básicamente son la superación del rentismo petrolero (que nos convierte en un país pre capitalista) a través de la constitución de un nuevo aparato industrial y agrícola. Alcanzar la independencia financiera, tecnológica y alimentaria, pero no del modo neoliberal tradicional, sino con altos niveles de participación y empoderamiento popular, con nuevas formas de propiedad y control social; es decir, en socialismo como modelo económico.

Otro objetivo, abrir las puertas de la patria al mundo, no de manera competitiva como en el capitalismo, sino complementaria, poniendo nuestra democracia y nuestra industrialización (aun por consolidarse) al servicio de la unidad latinoamericana y caribeña para dar al traste con la construcción de un mundo multipolar donde América Latina y el Caribe sean un área de desarrollo con patrimonio propio y con capacidad para negociar como bloque con los grandes polos del mundo y no como pequeñas individualidades.

Durante la última campaña electoral de Chávez, llegó al máximo nivel de conciencia y alteridad, por eso le dio un giro a su tarea y dejó de hablar de sí mismo, para concentrarse en hablar del plan de la patria, y llevar la alteridad a otro nivel diciendo:

(…) Yo me siento encarnado en ustedes (…) Tú también eres Chávez muchacha venezolana, tú también eres Chávez muchacho venezolano, tú también eres Chávez trabajador, trabajadora, abuela abuelo, tú también eres Chávez niña venezolana, tú también eres Chávez niño venezolano, porque Chávez se hizo pueblo. Por eso doy gracias a mi Dios por permitirme transitar estos caminos (…) (Barcelona Julio 2012)

Chávez trascendió la muerte, no porque se volviera un santo, sino porque dejó un legado sistematizado a través de un plan y su alteridad llegó al nivel de regarse en la conciencia del pueblo para que echara mano de ese propósito.

De manera que si usted quiere conectarse con Jesucristo, no es entrando en trance ni retirándose a una cueva a rezar (a menos que se trate del arte de rezar sin cesar del que hablaba Pablo en la biblia) sino aplicando el principio de alteridad para colocarse en el lugar del otro al punto de amarle como a sí mismo. Si quiere conectarse con Bolívar, no necesita ir al panteón (aunque eso pueda servir de inspiración) sino que debe dejar de hablar de “Colombiano” “Ecuatoriano” “Boliviano” “Cubano” y hablar de HERMANO LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO. Solo así podrá entender por qué se envía petróleo a Cuba y por que los cubanos nos han ayudado a alfabetizar a nuestro pueblo y a curar a nuestros enfermos en cada barrio y en cada rincón del país. Si usted quiere conectarse con Chávez y con su espíritu, busque el plan de la patria, léalo y no deje que le vendan a Chávez como un santo inalcanzable sino que reconózcalo como un humano que siguió los principios de Cristo y de Bolívar en su quehacer cotidiano. “Ha muerto un justo, el mejor de todos los hombres” dijo el general Pérez Arcay en su funeral, murió su cuerpo, pero nos dejó su conciencia plasmada en el plan de la patria y sus cinco objetivos estratégicos poniendo a Nicolás Maduro y al pueblo todo (tú también eres Chávez) en el enorme compromiso, de difundir ese plan y liderizar su cumplimiento.

No dejemos que nos endiosen a Chávez, no dejemos que lo alejen del pueblo, pero sobre todo, tomemos conciencia de que la mejor forma de conectarse con él, es cumplir los cinco objetivos del plan de la patria. Cuidado con los fariseos que esconden ese plan, y hablan de Chávez en términos estrictamente metafísicos. El plan de la patria debe ser una bitácora para hacer contraloría de la acción de gobierno, para evaluarnos a nosotros mismos como pueblo y colaborar con su cumplimiento, así, conectarnos espiritualmente con quien no fue un santo, sino el mejor de todos los hombres, por lo tanto, nosotros podemos y debemos ser como él, poniéndonos en el lugar del otro y trabajando activamente por el crecimiento de nuestra industrialización, de nuestras nuevas formas de propiedad y de nuestro poder popular, con miras a formar parte de una gran patria: América Latina unida.



@marcosmelendezm

marcosleonardove@yahoo.com



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