Chávez murió para nacer

Lo  llamaron dictador. déspota. autócrata, y hace poco, un sesudo opinador de oficio, ante las despreciables cámaras de una televisora aún más despreciable, al ver los ríos de gente, ese sunami gigantesco, lleno de amor y devoción, lo llamó paternalista , al no encontrar en su mente vacía de neuronas, un calificativo capaz de minimizar o ridiculizar, pero en forma contradictoria y sin saber lo que decía, los anteriores de dictador y déspota.

El paternalista espera algo a cambio, por ejemplo : alguien que nunca ha tenido una actitud amable y cariñosa hacia la gente humilde y en época de elecciones, si es candidato, de repente lo vez cargando niños y abrazando viejitas, en busca de un voto. No debe confundirse la actitud paternal o maternal de los padres con el paternalismo.

Chávez, en cambio, fue siempre humanitario y bondadoso, lo cual es muy diferente. El humanitario y bondadoso, está siempre dispuesto a hacer el bien sin esperar nada a cambio, pero gana algo que no tiene precio: el amor.

El dictador y el déspota, como fueron Nerón, Caligula, y en los tiempos modernos , Rafael Leonidas Trujillo (chapita), Gómez, Pinochet, Pérez Jiménez, no podía aplicarse jamás a Chávez, si bien su discurso vehemente, duro, sin medias tintas, que le salía con el ardor del guerrero, enemigo de la injusticia y la maldad diabólica de aquello que él siempre combatió con su única arma: el verbo.

Combatió hasta el último segundo , con la valentía que siempre lo caracterizó con un implacable enemigo: el único que lo pudo vencer, no sin antes, con el mal en sus entrañas, se vino a su país a cumplir su última misión:  dejar todo listo por lo que pudiese pasar, para luego marcharse de nuevo a la batalla que la ciencia no pudo derrotar

Regresó a su país, luchando aún, hasta dejar su último aliento a lado de los suyos, y al separarse su alma de su cuerpo físico, hacia la eternidad,  de su pueblo que Dios quizo que la compatiera con su gente, la gente a quien amó y no lo defraudó, ese pueblo que se desbordó como el Orinoco embravecido, como un tsunami de amor, el amor que supo sembrar y dio fruto, cuya semilla se esparció a lo largo y ancho de su pueblo y gran parte del mundo, y que seguirá fructificando para no morir jamás.

golokapati4@hotmail.com



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