Israel - Palestina: Washington actúa como casamentero... entre violador y la víctima

Después de dos días de intercambio entre negociadores palestinos e israelíes en Washington, el Secretario de Estado norteamericano, John Kerry, se apareció como un benevolente casamentero satisfecho con sus esfuerzos por negociar una boda mediocre que haya dado finalmente frutos.

Kerry anunció que los negociadores palestinos e israelíes habían acordado iniciar (una vez más) serias conversaciones para cumplir finalmente con un acuerdo de paz que abarcaría todos los problemas del status final pendientes.  Kerry señaló que la ronda final de negociaciones está programada para concluir después de un período de nueve meses.

El período de gestación de nueve meses es sin duda un número aleatorio, pero si que invita a pensar en un nacimiento venidero.  Desgraciadamente podemos señalar con alguna certeza que el resultado final será un nacido muerto.  La historia así lo señala. 

Cada gobierno de la Casa Blanca, desde Jimmy Carter en los años 70 hasta el presente,  periódicamente se ha adelantado para anunciar una inminente y justa paz entre palestinos e israelíes y todas las veces tal promesa cruelmente se ha esfumado.  Bueno, actualmente, se logró algo: los territorios y los derechos de los palestinos son permanentemente atropellados y reducidos al tiempo que inexorablemente crecen las violaciones de parte del estado israelí.

Uno de los conflictos más largos de la historia moderna se ha ulcerado y hecho metástasis durante décadas debido a un problema fundamental: Estados Unidos no es un negociador honesto en la búsqueda de una paz justa.  Washington es parte del problema.  John Kerry, como otros que lo antecedieron, puede posar como un casamentero equilibrado entre las dos partes en disputa.  Pero el hecho simple es que Estados Unidos no es un árbitro neutral.  Estados Unidos es el patrón, el patrocinante, el arquitecto, el abogado y el cómplice de una de las partes: Israel.

Al tratar de persuadir a los palestinos para que volvieran a la mesa de negociaciones, el Secretario Kerry se diceque agitó un cebo de 4 mil millones de dólares de inversiones privadas a la Autoridad Palestina liderada por el Presidente Mahmoud Abbas.  Pero nosotros hemos puesto ese incentivo en perspectiva.  Se trata de una cantidad de ayuda financiera y militar que Washington ha estado alimentando a Israel cada año durante décadas.

Al iniciarse hace poco las conversaciones en torno a las conversaciones, Kerry lanzó el siguiente exhorto: si los dirigentes de ambas partes continúan demostrando un fuerte liderazgo y una disposición para tomar difíciles decisiones y una disposición para comprometerse razonablemente, entonces la paz es posible.

El cinismo de estas palabras es asombroso.  ¿Disposición para comprometerse razonablemente?  La única parte que siempre ha sido obligada a comprometerse y a comprometerse de manera poco razonable también, ha sido la parte palestina.

Para comenzar, la Autoridad Palestina carece de un mandato de parte del pueblo palestino para que lo represente en cuestiones nacionales vitales.  La camarilla de la Autoridad Palestina gobierna los territorios de la Ribera Occidental sin elecciones.  Cuenta con un mínimo apoyo de parte de los palestinos en el segundo territorio más grande ocupado de la Franja de Gaza a lo largo de la costa mediterránea.  El gobierno elegido de Hamas en Gaza se opone a las actuales negociaciones de paz y ha sido excluido por el régimen israelí durante los últimos seis años debido a su posición más militantemente política.

La Autoridad Palestina de Mahmoud Abbas es considerada como un participante más flexible en las conversaciones con los israelíes y por lo tanto es ensalzado por Washington como el legítimo representante de la causa palestina aunque definitivamente no sea así.  El golpe de estado en Egipto que derrocó al Presidente Mohamed Mursi de la Hermandad Islámica el pasado 3 de julio ha sido un duro golpe para su aliado Hamas.  Esto podría haberle dado a Washington la oportunidad para engatusar a la Autoridad Palestina en la última fase del presunto proceso de paz.

Como primer ejemplo de compromiso de parte de los palestinos es que a ellos no se les permite tener un fuerte y legítimo partido negociador que de manera vigorosa represente sus intereses históricos pendientes. 

Compromisos posteriores han emanado a partir del primero.  Anteriormente, la posición palestina durante las conversaciones insistía en el reconocimiento explícito de problemas concretos.  Entre ellos está el compromiso de parte de Israel de regresar a las fronteras que existían antes de la Guerra de los Seis Días el año 1967.  Esta razonable exigencia es apoyada por Resoluciones del Consejo de Seguridad de la Organización de Naciones Unidas como también por el derecho internacional y tratados tales como la IV Convención de Ginebra y la Carta de Naciones Unidas.

Otras substantivas precondiciones palestinas incluyen el derecho de Jerusalén Oriental (Al Quds) a ser la capital de un eventual Estado Palestino.  Cese de la construcción de asentamientos israelíes en los territorios ocupados. El derecho al retorno de alrededor de cuatro millones de palestinos expulsados de sus territorios desde la violenta implantación de Israel el año 1948 y la liberación de los cinco mil prisioneros políticos palestinos confinados en cárceles israelitas, tal como lo estipulan los Acuerdos de Paz de Oslo firmados hace 20 años en 1993.  (No existen prisioneros israelíes en poder de los palestinos).

Durante el primer gobierno de Barack Obama, Washington ostensiblemente exigió el reconocimiento de las fronteras del año 1967 y el congelamiento de los asentamientos israelíes.

Sin embargo, el gobierno israelí del Primer Ministro Benjamín Netanyahu de manera arrogante desairó  a Washington y a los palestinos en todos los puntos. La incontrolada construcción de nuevos asentamientos en territorios palestinos ocupados, incluyendo los construidos provocativamente en Jerusalén Oriental fue la principal razón para que las negociaciones anteriores no se reanudaran durante los últimos tres años.  Actualmente existen unos 500 mil israelíes viviendo en más de 120 asentamiento ilegales en los territorios palestinos ocupados.

El gobierno de Obama calladamente ha reculado de su posición anterior.  Las partes palestinas e israelíes han regresado a la mesa de negociaciones sin ningún compromiso de parte de Israel de negociar cualquiera de los puntos substantivos antes mencionados.  En verdad, durante las conversaciones sobre las conversaciones se estaban realizando esta semana en Washington, se supo que Netanyahu ha dado la orden para la construcción de miles de unidades de asentamientos en la Ribera Occidental y en Jerusalén Oriental.

Lo realmente patético de la cosa es que los palestinos han sido tan implacablemente intimidados por el estado de Israel y tan repetidamente traicionados por Washington que sus negociadores han desistido también de sus exigencias básicas y razonables sobre las cuales podría basarse un acuerdo de paz.

A través de la fuerza bruta y la intransigencia, el estado de Israel se ha burlado de las leyes internacionales y de las negociaciones.  No se trata de negociar sino de colonizar a través del robo relámpago de territorios árabes sin ninguna limitación.  Netanyahu y otros dirigentes israelíes lo han declarado así de manera no oficial.  Para ellos, el proceso de paz es solo una cobertura para ganar tiempo de manera que ellos puedan establecer más hechos concretos en el terreno, es decir, el robo de más y más territorio palestino.

En esta competencia entre desiguales, Washington ha hecho lo imposible para incrementar la desigualdad.  Lejos de arbitrar un campo de juego nivelado, el presunto árbitro ha inclinado el campo en un grado intolerable contra los palestinos como también ha movido las metas hasta una distancia inalcanzable.

Un indicador de la participación sesgada de Estados Unidos es el nombramiento de Martin Indyk como interlocutor de Washington para las próximas negociaciones.  Indyk es el ex embajador norteamericano en Israel durante las presidencias de Clinton y Bush.  Indyk se alineó con el poderoso grupo de presión israelí en Washington.  Refiriéndose a Indyk, Kerry dijo él tiene un profundo aprecio por el arte de la diplomacia norteamericana en el Medio Oriente. 

El arte de la diplomacia norteamericana en el Medio Oriente es sin duda darle a Israel carta blanca para lo que este quiera en relación al atropello de las vidas y derechos de los palestinos.  Israel lanza una lluvia de misiles y bombas sobre la población civil en Gaza, como lo hizo a comienzos del año 2009 y a fines del 2012 matando a cientos de mujeres y niños y todo lo que hace Washington es reiterar su apoyo al derecho de Israel a defenderse.  Esta no es función de un intermediario honesto; se trata de un cómplice coludido con el terrorismo de estado israelí.

Esta política de Estados Unidos hacia Israel no es por mera debilidad frente al grupo de presión israelí, como sostienen algunos analistas.  Esta política se basa más bien en el papel fundamental que el estado de Israel desempeña en la proyección de los intereses imperialistas a través del estratégicamente importante Oriente Medio.  Un acuerdo justo para el conflicto palestino-israelí resulta contrario para la hegemonía imperialista norteamericana en la región.  Esto se debe a que al predicar el poder de Estados Unidos a través de Israel militarista y expansionista que sirve como estado guarnición para frustrar un genuino desarrollo democrático palestino y árabe en general.

Por lo tanto, la diplomacia norteamericana no es un ingrediente catalítico para encontrar una solución pacífica.  El imperialismo norteamericano es el impedimento dominante.  Pero la manida retórica de Washington sobre los difíciles desafíos en la búsqueda de la paz es asumida al pie de la letra por la insulsa prensa occidental que le brinda credibilidad.

La hipótesis de un debido proceso de paz entre israelíes y palestinos habilitada por Washington está básicamente mal ubicada, por cuanto se trata de una base hueca e ilusoria que en la realidad y a pesar de la retórica, nunca está al servicio de un concepto básico para cualquier acuerdo sostenible; se trata de una farsa para darle a Israel y a Estados Unidos una semblanza de seriedad tras la cual ellos puedan continuar con sus perniciosas proyecciones y políticas imperialistas.

El lugar y la sede adecuada para un legítimo proceso de paz sería la Corte Internacional de Justicia donde los pasados y presentes crímenes y violaciones cometidas por Israel y su mentor en Washington puedan ser enjuiciados y quizás hasta resueltos.  Durante décadas Washington ha posado como casamentero entre partidos en disputa, en realidad ha colaborado y sigue haciéndolo para que un estado violador agreda a su víctima una y otra vez.

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Traducción: Sergio R. Anacona



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Finian Cunningham

Analista internacional


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