Saramago y la hipocresía episcopal

Saramago, el famoso escritor portugués, recientemente fallecido, Premio Nobel de Literatura 1998, no escribió sobre el Cardenal Urosa Savino, ni sobre la Conferencia Episcopal venezolana, pero “como si lo hubiera hecho”… Esa es la lectura que debemos hacer de sus libros, “El Evangelio según Jesucristo” y “Caín”. “Es como una relectura de los evangelios, es como un viaje al origen de una religión” decía Saramago, con relación al primero de los dos libros anteriormente mencionados. Así es. Son metáforas de la hipocresía de la religión y de la Iglesia católica o, más precisamente, de lo que su alta jerarquía eclesiástica ha hecho de ellas. Saramago se pregunta: ¿Por qué José es tan egoísta, y decide salvar sólo a Jesús, y no piensa en avisarle a los demás padres, que los soldados de Herodes vienen a matar a sus hijos? ¿Por qué Dios es tan desalmado que le ordena a un padre, Abraham, matar a su propio hijo, para poner a prueba su fe? ¿Por qué castiga, desmedidamente, a la mujer de Lot, transformándola en estatua de sal, por mirar hacia atrás, cuando, como dice Saramago, “es tan natural que queramos saber qué pasa a nuestras espaldas”? ¿Por qué carboniza, con fuego y azufre, a toda la ciudad de Sodoma, y no salva a las mujeres y a los niños, cuando sus hombres deciden tener relaciones sexuales entre ellos? Pudiéramos, con Saramago, seguir haciéndonos más preguntas…

Sería interesante tener respuestas humanas de Urosa Savino, Ubaldo Santana, Baltazar Porras, Luis Ugalde o Armando Janssens, a las dudas, también humanas, de Saramago. Seguramente dirían, previsibles sus respuestas como ellos son de previsibles, lo siguiente: “los textos bíblicos son relatos metafóricos que sólo pueden interpretarse de esa manera. Son parábolas de las cuales deben deducirse enseñanzas morales. No deben leerse de manera literal, como lo hace el Señor Saramago”. A lo cual habría que responderles: “También los escritos de Saramago son metafóricos, tampoco pueden leerse de manera literal y, de la misma manera, son parábolas de las cuales, no se obtienen enseñanzas morales, porque ese no es el fin de la literatura, pero sí generan algunas preguntas que nos pueden llevar a entender ciertas verdades”. ¿Cuáles verdades? Las altas jerarquías eclesiásticas siempre han defendido los intereses de los ricos y de los poderosos, y hablan de “amor al prójimo” pero, rara vez, lo practican… Saramago hace “un viaje al origen de una religión” y consigue mucha desolación espiritual, EN LA TIERRA, la misma que uno siente cuando oye a Urosa Savino y a los demás. Hay egoísmo, soberbia, hipocresía, mentira y mucha falta de humildad. Odian a Chávez porque Chávez, con todos los errores que pudiera haber cometido, está más cerca, mucho más cerca, del ser humano, que cualquiera de ellos. Y, me imagino, aunque no sabría como medirlo, más cerca de Dios también. No lo dicen, ni lo admitirán nunca, pero hay odio en sus miradas, en sus gestos y en sus voces. En sus acciones también… Dios no está presente en ninguno de ellos, ni dentro, ni fuera, ni alrededor de ellos. Esto parece más que evidente.


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Reinaldo Quijada


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