Ni 155, Ni Rey Libertad para los presos

Las calles comienzan a responder. Se movilizan en ciudades y pueblos de Catalunya, pero también en Bilbao o en Galicía y aún muy tímidamente, Madrid. El objetivo: parar y derrotar la aplicación del artículo 155 y conseguir la libertad para los encarcelados. Es esa la primera tarea de urgencia democrática que tiene ante sí la izquierda española y para ella, se necesita la máxima unidad.

Desde la disolución del Parlament de Catalunya, el cese y posterior detención de ocho de sus consejeros, empezando por el Vicepresident Jonqueras, y la salida forzada a Bélgica de otros cuatro, incluido el President Puigdemont, estamos siendo víctimas del mayor ataque a las libertades que se ha producido en el Reino de España desde el intento de golpe de estado del 23-F. La entrada en vigor del art. 155 por parte del gobierno del PP con el apoyo impagable del resto del frente monárquico españolista, PSOE y C’s, ha dejado al 16% del conjunto de la población del Reino, es decir, 7.500.000 personas, sin la representación política que votaron y sin el gobierno legítimo que surgió de ese voto.

El gobierno Rajoy y su coro constitucionalista habla de recuperar la legalidad y la democracia y cifran todas sus esperanzas para lograrlo en la convocatoria electoral del próximo día 21 de diciembre. Pero la propia convocatoria y las listas que parece concurrirán a ella caminan a pasos agigantados precisamente contra ese 155 que le sirvió de amparo, amenazando incluso la propia continuidad de Rajoy. No hay "normalidad democrática" posible en una convocatoria que surge, precisamente, de la negación expresa de la voluntad que nació de las urnas en las últimas elecciones autonómicas, en el referéndum del 1 de octubre, así como en el paro del pasado día 3. No hay "legalidad democrática" que pueda recuperarse de la mano de un régimen que la niega, la disuelve y, a la par, encarcela a los representantes de la misma y de sus principales organizaciones (ANC y OMNIUM, los Jordis).

La izquierda del Reino se siente amenazada por el 155, pero a la vez, la mayoría de ella duda a la hora de enfrentarse a su expresión práctica en Catalunya. Duda porque cree que apoyar la movilización contra tales medidas implica apoyar la separación de Catalunya del resto de España y una división de banderas que no siente como propias. Pero la realidad es que los territorios no se mueven. Lo que cambian son las relaciones entre las personas y lo que exige el pueblo de Catalunya y ha manifestado reiteradamente es que no quiere rey, sino república y libertad para definir su relación con el resto de pueblos del mundo. Es decir, democracia, mucha más democracia.

Al tomar las plazas, el 15-M puso sobre la mesa un problema que la crisis económica no ha dejado de profundizar, y que es, precisamente, esa falta de democracia. El primer elemento que nos une, la primera palanca real contra la división y por la sana unidad; es la lucha por las más absolutas libertad y democracia para quienes vivimos bajo esta segunda restauración borbónica.

El marco jurídico actual, sus normas, leyes, jueces, juzgados, etc. no han impedido el empobrecimiento organizado de la población; tampoco los desahucios, ni la pérdida generalizada de derechos básicos como educación, sanidad o dependencia. No han reducido el número de mujeres víctimas de violencia. Nada de lo fundamental que supuestamente nos liga a la constitución del 78 funciona. No se salva ni la caja de las pensiones.

Por el contrario, la corrupción, la desigualdad, el abuso, la desprotección avanzan de la mano de una minoría cada vez más poderosa y más incompatible con el control, la voz y la decisión de la ciudadanía. De hecho, hablan ya de intervenir las cuentas del Ayuntamiento de Madrid o presionar hasta hacerlas irreconocibles para los ciudadanos de la capital. Es la política neoliberal, la fuente esencial de la división entre géneros u orígenes, la verdadera generadora de la principal desigualdad, la que trabaja la división de la mano de la Constitución o de su 155, la que gana con la actual legalidad.

Una legalidad, con su supuesta unidad, que se impone únicamente como marco de opresión general, de reducción de derechos, negando el derecho a decidir a todas las personas que habitan en el Reino. Por ello, unidad contra el 155, unidad para ganar la libertad.



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La Aurora

Revista digital de la organización política de izquierda marxista, La Aurora, editada en Cataluña


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