Estados Unidos y el rentable negocio de la guerra

Millones de ciudadanos del mundo vieron con buenos ojos y seguramente con buenas intenciones la primera elección de Barack Obama en la presidencia de los Estados Unidos. La insurgencia de un afrodescendiente que por primera vez ocupaba tan importante cargo dio motivos para creer que ciertamente estábamos en presencia de nuevos tiempos y nuevas relaciones internacionales. Como se dice, el mundo entero se preñó de buenos deseos.
No había terminado de calentar la silla presidencial cuando lo llaman para entregarle un premio Nobel de la Paz que desde hace mucho tiempo toca las puertas del desprestigio y el rechazo. Así como se lo entregaron a Obama, pareció más bien un salvoconducto para continuar una carrera armamentista y guerrerista para desolar pueblos.
Son ellos, los EE.UU, quienes se asumen salvadores del mundo, en una lucha contra un supuesto terrorismo que a partir de setiembre del 2002 encontró apoyo en quienes intimidados y chantajeados dieron luz verde para la instalación de más bases militares en sus territorios y fortalecer sistemas de espionaje que hoy en día sorprende y enoja a quienes lo permitieron.
El alarde y envalentonamiento no se ha hecho esperar por quienes han pasado por encima de todo tipo de instancia de consulta a nivel internacional para declarar guerras y cubrir su afán de posesionarse de espacios territoriales ricos en materia prima.
No es menos cierto que a la par de arrasar pueblos, se trata de mantener empleada y en producción una maquinaria de guerra que al parecer se ha convertido en la empresa más importante y rentable de Estados Unidos y sus socios.
Guerras para destruir países y luego reconstruirlos con sus empresas. Guerras para robar toda la riqueza artística que luego venden a buenos precios. Guerras para mantener imperios y generar más dependencia y pobreza en países y gobiernos que serán sometidos a los rígidos auxilios y recetarios de los organismos económicos ya conocidos: FMI, BID, Banco Mundial, etc.
En todo este cuadro macabro, siguen siendo los Estados Unidos artífices de este gran negocio que han convertido en necesidad para su estabilidad interna. Esto se llama vivir de la guerra. El cuadro de desolación que han dejado a su paso no les importa. Afganistán, Irak y Libia hoy están lejos de la paz interna porque quedaron convertidos en polvorines. Ahora, con todo tipo de mentiras, la amenaza se cierne sobre Siria.
¡Otra vez la justificación de las armas químicas! Otra vez la decisión unilateral de los Estados Unidos. De nuevo este faramallero y patiquín de la Casa Blanca que con su sonrisita macabra se pasea por el mundo anunciando invasiones y guerras. Desde la tierra del Mariscal Sucre, levantamos nuestra voz solidaria: ¡Paren la invasión y masacre en Siria!


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Juan Azocar


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