Un tomate perita me costó 1.800 bolívares

En 2002, en momentos en los que parecía que arribaríamos indefectiblemente a una guerra civil, un "Psicólogo por la Paz" se pregunta: ¿Cómo lograr que un ciudadano pacífico desee que un barco estalle, que se produzca un derrame petrolero o que determinados personajes mueran?. ¿Cómo lograr que un venezolano medianamente nacionalista y consciente se alegre con la destrucción de la economía del país? ¿Cómo hacer que "marche por la libertad" en el período histórico de mayor libertad y que no se de cuenta de ello? ¿Cómo lograr que culpe al gobierno de la escasez de gasolina y no perciba quiénes son los verdaderos responsables? ¿Cómo lograr que el pueblo piense que todas las consecuencias negativas que traerá este sabotaje [petrolero] son culpa del gobierno?.

El psicólogo, que teme dar su nombre en aquellos inéditos y aterradores momentos que vivía la República, se responde: Para lograr todo esto, su mente tuvo que haber sido programada.
¿Cómo lo pudieron hacer?

"Evidentemente esto ha sido posible sólo a través de los medios de comunicación y sus respectivos laboratorios de modificación de conducta dirigidos por psicólogos especializados".

Para el momento de su alerta, ya el odio contra el presidente Chávez se había posicionado en la mente de miles de venezolanos y venezolanas, quienes, sin saber las razones del por qué odiarlo, se lanzaron a la aventura de avanzar hacia Miraflores y tratar de acabar con la primavera que comenzaba a despuntar. "Perdieron su capacidad de discernimiento y terminaron por renunciar a cualquier análisis crítico del mensaje del que eran receptores a través de la TV, causándole así una patología mental llamada "Disociación Psicótica". El psicólogo dice que esta patología disociativa, es producto de un proceso de manejo de códigos donde se crea en el subconsciente del individuo, una realidad ficticia en la que "TODOS" los males, y por ende, TODO lo negativo que le sucede, proviene de una sola causa o de una sola persona. (…) Estando dirigida a un colectivo, la campaña mediática requiere que el mensaje sea, además de asimilado, retransmitido a otros individuos pertenecientes a dicho colectivo".

Así, tuvimos que vivir, observar y hasta sufrir, cómo gente con la que te comunicabas, a la que saludabas y te contestaba con afecto, a la que invitabas a un café, a la charla amena, habían perdido el sentido del humor, habían renunciado al acercamiento, al cotilleo intrascendente si quieres, a la bicicletada dominguera en familia… La tasca se convirtió en campo de batalla o en silencio entre antiguos amigos. Hogares destruidos. Niños confundidos. ¿Qué pasó si no éramos así? ¿Quién o quiénes y por qué esta hecatombe sobre un país amable, dicharachero, amigable, esperanzador y espontáneo de toda espontaneidad? ¿Qué le pasó a esa gente, siendo como somos, que nos ruedan los problemas más allá de nuestras espaldas porque que convertimos en soluciones favorables lo que a muchos es difícil deslastrar? ¿Qué pasó, que fuimos, que somos como aquel Juan Salvador Gaviota, alegre, festivo, seguro de sí mismo, que abandonaba la escuadra con frecuencia para sentirse en libertad? ¿Sí, por qué el miedo a la libertad, por qué el miedo a ser nosotros mismos? ¿Qué pasó, que hasta la sonrisa, temblando sus labios por el odio, se desdibujó en aquellos rostros de gente que fue vivaz y hasta jodedora?

La Doctrine for Joint Psychological Operations (PSYOP), Doctrina para las Operaciones Psicológicas Conjuntas del Pentágono, ya lo dijimos en anterior trabajo, instalada en los medios de comunicación, le inoculó el odio a una media clase media diversa del país, que fue domada y estupidizada por efecto de los mensajes programados en sus laboratorios de guerra psicológica, operación previa a la guerra económica en la que estamos hoy inmersos. La modificación de conducta de la que nos habla el psicólogo por la paz, patología generada por la guerra mediática instalada, devastó los cerebros de muchos venezolanos durante los años 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004. Gente que quedó marcada hasta el punto que, arrastrando consigo a niños y adolescentes, los indujo en 2017 a quemar vivos a jóvenes después de haberlos apedreado, acuchillado y maldecidos por ser o por parecer ser chavistas.

Como el psicólogo por la paz nos preguntamos: ¿Cuál fue la finalidad de inoculación de este odio contra el Presidente?. Acabar con el gobierno constituido, con el mandatario aquel de las luchas por los pobres que gritaba a todo pulmón "yankisgojon" al imperio sin corona que pretendía, que pretende y que seguirá pretendiendo apoderarse de este nuestro país cuyas enormes reservas petroleras comprobadas van más allá del siglo XXIV.

Sin embargo, y en contraste esperanzador, otra clase media y sus seguidores, a lo Juan Salvador Gaviota, no ha dejado de ser feliz y hasta muy feliz en estos y en aquellos tiempos de tormenta.

En 2008 Guinness World Records abre su sección Seres Humanos con una venezolanita que, bandera nacional en mano, va gritando victoria. Atrás, la multitud. Su texto: "Una encuesta de World Values Survey que pretendía determinar los índices de felicidad en el mundo, a la gente se le preguntó: Diría usted que es muy feliz, no muy feliz o nada feliz? Los resultados demostraron que el país más feliz del mundo era Venezuela donde el 55% de los encuestados y encuestadas dijeron ser muy felices. En contraste, tan sólo el 3% de los lituanos se consideraban felices, lo que convierte a Lituania en el país más infeliz del mundo".

2010.- Latinobarómetro. El 84% de los venezolanos está satisfecho con su vida. Latinobarómetro Database es una corporación evaluadora de riesgos dirigida a informar a empresarios dónde invertir o no invertir. Dentro de su proyecto, investiga el desarrollo de la democracia, la economía y la sociedad en su conjunto en cada país. Aplica anualmente alrededor de 20.000 entrevistas en 18 países de nuestra región representando a más de 600 millones de habitantes. Tiene su sede en Santiago de Chile. En educación nos colocó más tarde, 2016, en el segundo país de América Latina después de Cuba, con el agregado de que Venezuela había cumplido con las Metas del Milenio de la ONU, cinco años antes del compromiso mundial.
2010. Para la Universidad inglesa Leicester, en encuesta sobre el bienestar y la felicidad de la gente en el mundo, coloca a Venezuela en el puesto 25 entre 177 países analizados.

Gallup, abril 22 2011, coloca a Venezuela en el 6° lugar en el mundo entre los países con mayor bienestar de acuerdo a la opinión de sus habitantes.

Los resultados del estudio revelan que en el 2010, 64% de los venezolanos consideró próspero su nivel de vida actual y sus expectativas para los próximos cinco años es superar ese porcentaje. Para la encuestadora mundial, Venezuela encabeza la lista de los países latinoamericanos con mayor bienestar (64%) y supera en cinco puntos a Estados Unidos (59%). En los primeros cuatro puestos se encuentran, Dinamarca (72), Suecia, (69%), Canadá, (69%) y Australia (65%). En Finlandia, al igual que en Venezuela, 64% de sus habitantes se consideran prósperos. Destaca Gallup que de los 124 países estudiados sólo la mayoría de residentes en 19 países ubicados en Europa y América, calificaron su vida próspera.

¿Cómo se explica entonces, que un país como el nuestro, laboratorio del Pentágono, sometido desde 2001 a matanzas callejeras, a huelgas patronales, a huelga y sabotaje petrolero; sometido al martirio de la escasez de alimento, falta de combustible para los vehículos, gas para el uso domiciliario en aquellos tiempos; que un país sometido al miedo, al pánico, le haya dicho al mundo que es feliz, y quienes lo indagan afirman que sí, que Venezuela es el país más feliz del mundo?

La respuesta la tomamos de aquel Neruda de las sublimes y fértiles imágenes: porque sólo han podido cortar la flor pero nunca la primavera. Chávez implantó la magia del amor. Esa primavera no muere.

Resistamos. Eso es lo que nos queda. Así no tengamos el tomate de perita para el sofrito.
Fuente: Los Medios, lengua y Fuego del Terrorismo, de mi autoría, en proceso de actualización.

*Periodista /Investigación. 08.11.17

 

jrizquierdob@gmail.com



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