MIA y de los niños

La embajadora de UNICEF Mia Farrow con su presencia en Gaza está demostrando que no todo está perdido. El mundo sabe que ella está en ese lugar y que está cumpliendo una gran labor, llevándole aliento de buenos augurios a unos niños a los cuales “no protege Dios” porque Dios protege es a sus preferidos, los israelíes. Así lo dicen ellos: “somos los hijos preferidos” ¿Un Dios padre del mundo que segrega a parte de ellos?

“Cuando los niños escuchan ruidos, ven al cielo, se ponen las manos en la cabeza. lloran oran piden cosas” El ruido es el monstruo que los atormenta, que los persigue, que les entra a sus almitas buenas para descomponerles el espíritu, ¿cómo hacerle maldad a un inocente? ¿Dónde está ese monstruo que habita infierno que pregonan muchos fanáticos en la tierra, castiga a los malos?

Los niños de Gaza lo saben. Ese monstruo cuando despierta no tarda mucho en llegar a donde ellos juegan, duermen o sueñan. Ese monstruo les queda al lado. Pero no castiga con susurros, con miedo mímico, con voz alterada: no, castiga con bombarderos, con fusiles, con cañones, con bombas de racimos, con misiles guiados y se multiplica porque en cada avión va uno de ellos, que no sabe los que es un HIJO, que no entiende por donde salió a la vida, que ha sido seducido por la estupidez que lo conmina al fanatismo.

Mia Farrow no es una gringa cualquiera; es una estadounidense con alma, porque es capaz de acercarse a estos niños, de percibir su aliento, de mirarle esos ojos grandes y claros, para escucharlos, para devolverles esperanza. Mas todo esto no será más que un oasis en el extenso desierto, porque mientras ella hace todo eso, los MONSTRUOS están aceitando sus armamentos para dejarlos caer en cualquier momento en las débiles espaldas de los que no saben ni entienden porque se les quiere borrar del mapa terrícola.

Pero es esperanzador. Da cierta creencia en los seres humanos. Uno se emociona y en esa emoción se imagina a los niños palestinos e israelíes jugando, bailando, sembrando árboles, riendo y porque no, halándose las greñas mientras otros les hacen un corro. Mia está en Gaza. Ella no puede apartar de los corazones de estos niños el dolor que en ellos está tatuado, el miedo que los persigue, el pánico que los envuelve. Pero algo hace, eso es muy bueno-

¿Cómo ignorar a este pueblo que sufre y clama? En Latinoamérica nuestros antepasados sufrieron estas aberraciones de los que se hacen llamar “los más inteligentes”. Con el tiempo se descubrió que esos “inteligentes” no son más que la parte mala que según debe existir para que existan las líneas paralelas. Los que golpean a los niños palestinos están en el atraso humano, aun habitan las cavernas, todavía caminan desgarbados, empero se hacen llamar DESARROLLADOS, porque crean armamentos que borran pueblos, que eliminan infantes, que amenazan a los pacíficos.

Un aplauso para Mia Farrow, es maravilloso aceptar que una vez más, la mujer es la vida; sin ella no habría un calmante a este dolor tan terrible que siembran algunos que emergen inocentemente de sus vientres y que luego se convierten en mansos corderitos de la maldad y el dolor. Creadores de holocaustos, de los cuales viven después para causar lástima y tener derecho a producir otros y otros. Si de mamífero malo debe sentir horror la naturaleza, es de ese llamado hombre que se fanatiza, que fabrica temores, que ve en sus congéneres seres inferiores. ¿Cómo habla de holocausto quien lo produce? ¿O es que solamente son ellos los que sienten sufrimientos y más nadie? Mia está en Gaza…y en los corazones de los pueblos que aman en el mundo.


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Ángel V. Rivas

Limpiabota, ayudante de pintura, articulista, Productor Nacional Independiente, editor de El Irreverente. Animador del programa Gigantes del Romance, autor del libro Pacto Satánico y poeta en estado de frustración.

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