El ferrominero Radwan Sabbagh no estuvo solo en su mordida

Tuvo más de siete años en el despacho más importante de las empresas de Guayana. Son las empresas de Guayana el enclave de corrupción más estruendoso que huelga en la Venezuela multi productiva de petróleo y minerales.

Desde la época del zar de Guayana, un adeco súper conectado en las más altas instancias del poder cuarto republicano, con largos brazos de corrupción que burlaba con facilidad las leyes y los reglamentos administrativos, no había sido conocido un personaje que como Radwan Sabbagh, mantuviera tan encochinadas las manos de corrupción, donde el latrocinio navega por el Orinoco y el Caroní.

Porque Guayana no solamente tiene riquezas minerales por donde cualquier cristiano meta la vista. También tiene la desgraciada suerte de que una oleada de corruptos famélicos de poder y dinero que sin ningún escrúpulo de acción, hoy en sus riquezas en beneficio particular y de pequeños grupos que se enriquecen con los dineros del pueblo venezolano.

Es fácil concluir entonces que este hombre, hoy capturado en el timo ferrominero, por la revolución, no anduvo esos seis años solito por la conexión del negocio de minerales y sus derivados que tanta desazón ha causado a Guayana y a Venezuela.

Con razón las empresas de Guayana no han podido superar los tiempos de cuentas rojas en su administración, con el agravante de que para su subsistencia tienen que ser socorridas por la renta petrolera. Y en la corrupción está el meollo de que tanta riqueza guayanesa, fácil de extraer de sus suelos y con poca dificultad de transporte y tratamiento, no abone resultados económicamente favorables a la patria.

Y el bichito de marras y sus cómplices, después de haber burlado la buena fe del presidente Chávez, arreció con Maduro sus andanzas descabelladas, creyendo que más fácil le sería.

Pero se estrelló. Entonces quizás, sea esta coyuntura en que se atrapa a este vagabundo, la que dé las herramientas para atacar una corrupción que seguro no se queda en el podrido accionar de Sabbagh.

El pueblo de Guayana y la mayoría de la gerencia decente de las empresas de Puerto Ordaz, saben quiénes están tras el telón de todo esta maraña ferrominera. Una red de corrupción inter empresarial es lo que muestra en primera instancia este abominable caso.

Por eso este hombre cogido en el timo con clara flagrancia y contumacia debe buscar en algún hálito de profesionalismo que en sus entrañas pueda concebir, para que en alguna postrera colaboración con la patria, eche al pajón a sus compinches de las altas esferas gerenciales y que le hagan compañía tras las rejas que por años vienen construyendo.


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Neri La Cruz


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