Hay que prepararse para lo peor (II)

El 9 de marzo de 1815, se marcha de Nueva Granada y parte rumbo a Jamaica, en consecuencia traza el plan que la política revolucionaria libertaria, como arte, significaba ser capaz de alcanzar en la práctica en esa etapa el objetivo de fortificar la revolución, habla de buscar la manera de vencer al enemigo nacional y primer ciego del futuro, se necesitaba incorporar aliados, neutralizar las capas intermedias para de ese modo adquirir por completo el dominio de las formas de lucha y organización llevando como diligencia principal la unión de toda la esfera social del momento.

Aparentemente Bolívar no puede contar con nadie, mas que consigo mismo, su situación económica es desastrosa en Jamaica, isla que se ha convertido en el puerto de gracia, el asilo de los políticos revolucionarios de la libertad, allí el subversivo ve la necesidad de dormir en las mesas de las posadas vestido, fueron muchas veces que hubo de dormir a la intemperie, sintiendo en carne propia la humillación de que le echaran como un vagabundo de las pensiones por no poder pagar.

Pero Bolívar subsiste a estas calamidades y espera el momento propicio para reiniciar su acción. Bolívar piensa en redactar un documento que hable a las naciones del mundo sobre la actual situación de América. Comienza por acariciar esta idea obsesionándose con ella, era la coyuntura para devolver un poco a la doctrina Bolivariana su espíritu político revitaliza su pensamiento social, situarlo de dos maneras: Una externa al pensamiento de Bolívar y otra interna al mismo. El mundo latino del siglo XIX, aunque era en esencia un mundo absolutista, tenía que conocer dentro de su seno el prodigioso crecimiento de la tendencia libertaria, inspirada en toda su exactitud, en el pensamiento Bolivariano.

Los estados son esclavos por la naturaleza de su constitución o por el abuso de ella. Luego un pueblo es esclavo cuando el gobierno, por su esencia o por sus vicios, huella y usurpa los derechos del ciudadano o súbdito. Aplicando estos principios, hallaremos que Latinoamérica no sólo estaba privada de su libertad sino también de la tiranía activa y dominante.

Ni siquiera una tiranía y dominio propio se nos permitía, la dependencia era el engendro histórico que nos estimulaba y como lo señala mas adelante en la Carta de Jamaica: “Cuán diferente era entre nosotros se nos vejaba con una conducta que, además de privarnos de los derechos que nos correspondían, nos dejaba en una especie de infancia permanente con respecto a las transacciones públicas. Si hubiésemos siquiera manejado nuestros asuntos domésticos en nuestra administración interior, conoceríamos el curso de los negocios públicos y su mecanismo, y gozaríamos también de la consideración personal que impone a los ojos del pueblo cierto respeto maquinal que es tan necesario conservar en las revoluciones. He aquí porque he dicho que estábamos privados hasta de la tiranía activa”, pues que no nos era permitido ejercer sus funciones”.

Bolívar no habla de un fetichismo social, es la impotencia de los hombres latinos ante las fuerzas colonizadoras, alienadas al servilismo, a la obediencia, al consumismo y a las prohibiciones de toda libertad, como lo describe en el párrafo siguiente de la carta.

Luego encontramos su objetivismo visible para construir en el futuro.

“Yo deseo mas que otro alguno ver formar en América la más grande nación del mundo, menos por su extensión y riquezas que por su libertad y gloria”.

La Carta de Jamaica mece el proceso histórico que ha vivido, vive y vivirá, Latinoamérica.

El enfoque analítico de Bolívar donde señala la autonomía de las naciones latinas, es como la construcción de un mapa hecho en ese tiempo para que el futuro dijera; son las líneas del continente formado por Bolívar.

“Méjico será una república autoritaria. Los Estados de América Central, desde Guatemala hasta Panamá, integraran una confederación. Nueva Granada y Venezuela se unirán en una sola república cuya capital podrá ser Maracaibo. El Río de la Plata, Chile y Perú tendrán el gobierno que ellos elijan. ¿Y por qué no han de federarse un día entre ellos todos los Estados de América del Sur, primera fase hacia la unión de las dos Américas? Qué bello sería que el istmo de panamá fuera para nosotros lo que el corinto para los griegos”.

Establece La realidad antológicamente social de los latinos, describe específicamente la naturaleza política para el futuro.

El Bolivarianismo comienza a proclamarse en su teoría y en su práctica como un deber y derecho que surge precisamente de una toma de conciencia de la individualidad y exalta, por lo tanto, como eje de su doctrina la defensa de los derechos y deberes inalienables del individuo. Sus tesis giran alrededor de la democracia, la libertad y la unión todo ello dentro de una línea de ampliación de la conciencia política y de la mayor participación en ella en contra de los privilegios y el exclusivismo de las tiranías absolutistas monárquicas y autoritarias. Es una redimensión de los valores sociopolíticos que debe incorporarse a Latinoamérica, su planteamiento internacionalmente demostrando la realidad objetiva que se vive hace un compromiso histórico, frente al proceso histórico del momento. Era urgente una concientización porque de este modo el sentido de la libertad no es un postulado abstracto sino una exigencia de la misma realidad y de la estructura del hombre latinoamericano.

Bolívar trabaja incansablemente, sabe que para su revolución necesita de excepcionales cuadros, conoce a un rico armador, aventurero y emprendedor, Luís Brión, quien era natural de Curazao y a Alejandro Petión, presidente de la República de Haití, los interesa por la causa y gracias a los subsidios de estos se pone de nuevo en el combate revolucionario y decide iniciarla en Margarita, al llegar Arismendi se pone a sus ordenes y el pueblo, en una asamblea, lo proclama Jefe Supremo. Luego pasa a Carúpano, allí desembarca a Piar y a Mariño para reclutar tropas, continua su marcha rumbo a Ocumare, un puerto muy cerca de Puerto Cabello, pero allí es imposible arriar las velas, un destacamento enemigo esta por llegar y Bolívar continua la ruta hasta llegar a Guiria quién esta en poder de los revolucionarios. Cuando desembarca su rostro se electriza, de momento siente que es un hombre arrojado de la historia, excluido del tiempo humano por una ruptura catastrófica. La multitud grita con soberbia: ¡Muera Bolívar! A la cabeza de aquella hoguera están Bermúdez y Mariño. El líder corre hacia ellos con los brazos abiertos. Bermúdez con su mirada torva desenvaina el sable y se avalancha sobre Bolívar, quien se ve obligado a retroceder y a defenderse, la pelea dura poco, separados, Bolívar salta a una canoa que lo lleva a todo remo al navío “Indio Libre” e inmediatamente zarpa hacia Haití.

Ahora se trata de las mismas cosas, cosas tan oscuras y claras que son sin embargo una sola. Bolívar estaba ya acostumbrado a ser echado de su país, pero hasta aquel nefasto momento no había cruzado la espada con sus compañeros de armas. La envidia de sus generales comienza a asestarle golpes más terribles que el odio de sus enemigos.

“Hubiese sido mejor haberme encontrado con los hombres de Morillo, que con mis hermanos”.

Era la trampa de lo idéntico que volvía por todos los rincones remontándose en la oscuridad contra aquel que como un humilde orfebre labraba para la libertad.


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Víctor J. Rodríguez Calderón


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