Impacto de la ciencia tecnológica en el maltrato infantil: corresponsabilidad del estado, la familia y la sociedad

El debate en torno a la influencia de la ciencia y la tecnología en la sociedad es amplio, vislumbrando diversas perspectivas, aportando conclusiones a menudo ambivalentes. Es crucial entender que, si bien la ciencia sirve como herramienta para obtener conocimiento, la responsabilidad del uso que se le da a este conocimiento recae únicamente en el ser humano. La ciencia y la tecnología abren un abanico de posibilidades para el desarrollo social, pero solo su utilización segura y responsable genera beneficios, por esta razón, resulta fundamental considerar el impacto negativo de la ciencia y la tecnología como un factor etiológico del maltrato infantil.

 

Atendiendo a que la visión del bienestar infantil trasciende la mera suma de los aportes individuales de los padres y los demás integrantes de la familia; de hecho, concibe el buen trato y la satisfacción de las necesidades como un resultado de un proceso donde el Estado debe asegurar un entorno nutritivo. Esto implica que las autoridades públicas no pueden limitarse a ser observadores pasivos ante los nuevos riesgos que emergen del ciberespacio, sino que deben liderar la provisión de los recursos necesarios y la coordinación de esfuerzos comunitarios para apoyar la tarea parental y de cuidadores, quienes deben ser competentes en su rol protector.

De esta manera, la protección integral de la infancia y adolescencia frente a las amenazas digitales es conceptualizada como una responsabilidad concurrente que involucra de manera simultánea al Estado, la familia y la sociedad. En este esquema, el papel del Estado se centra en la creación e implementación de un marco normativo sólido que aborde las complejidades y la evolución constante de las manifestaciones de violencia digital.

Por cuanto, el ciberespacio, aunque es un contexto básico de socialización, puede transformarse en un espacio de oportunidad criminal, en que el cual, los peligros se tornan cada vez más sofisticados, entonces, la aparición de nuevos escenarios de riesgo en el entorno digital puede materializarse como una forma de maltrato infantil pudiendo ocurrir por acción, omisión o negligencia en el control y la mediación parental en el uso responsable de dichas tecnologías, creando la necesidad de leyes y regulaciones dinámicas, proporcionando los protocolos y canales para la denuncia que sean efectivos y accesibles para toda la población. Este marco legal no solo debe tipificar y sancionar las nuevas formas de Maltrato Infantil potenciadas por el uso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC), sino también establecer las pautas claras sobre los deberes y derechos de los Niños, Niñas y Adolescentes y sus cuidadores en el espacio digital, la función reguladora se extiende a delimitar y exigir la aplicación de medidas para el uso saludable del espacio cibernético, buscando mitigar el riesgo y los efectos negativos.

Es oportuno señalar, entre algunas de las modalidades delictivas:

Ciberacoso sexual, también denominado Grooming, Online grooming o Cybergrooming, como una actividad mediante la cual un adulto realiza acciones y prácticas basadas en el engaño, pudiendo llegar al chantaje, todo ello con fines sexuales.

Sexting, se presenta como el envío o recepción de imágenes o videos de contenido sexual a través de cualquier dispositivo electrónico, experimentando una práctica común entre adolescentes y jóvenes en la era digital, sin embargo, como consecuencia este contenido puede ser divulgado ya sea involuntaria o intencionalmente (pornovenganza).

Ciberbullying o acoso digital, esta variante es realizada por sus pares, es decir, un niño o adolescente a través de los medios digitales puede amenazar, hostigar o humillar entre otras situaciones, también suele asociarse con la usurpación de identidad.

Ciberadicción o conducta adictiva a Internet, expresada por el uso excesivo e incontrolable de las redes sociales que conlleva trastornos físicos y mentales (irritabilidad, ansiedad, disminución en la ingesta alimentaria, alteración de horario del sueño, patologías visuales y cerebrales, entre otros).

Exposición y difusión a contenidos potencialmente perjudiciales, dada la permisividad de los padres o cuidadores ante los horarios de emisión y clasificación de contenidos restringidos.

Challenges o retos virales, son desafíos, de propagación rápida en plataformas digitales, incitando a realizar y compartir una acción específica, pudiendo variar desde actividades inofensivas hasta prácticas peligrosas y dañinas. Por ejemplo, la Ballena azul (promueve actos autolesivos y suicidios), Rompecráneos (mediante una patada hacer caer a un tercero), 48 horas desaparecido (simulación forzada durante dos días que logre la intervención de familiares y autoridades), Momo (aterrorizante y macabra figura que incita a la autolesión o suicidio –aunque algunos lo consideran farsa-) , blackout o apagón (detener la respiración hasta la pérdida del conocimiento), entre otros.

Dentro de este contexto de retos virales, se incluye el Cromado o chroming , actividad consistente en la inhalación de vapores de sustancias potencialmente tóxicas, con la intencionalidad de experimentar sensaciones eufóricas, utilizando productos como pinturas, disolventes, gasolina o sustancias químicas en aerosol, entre otros; modalidad de reiterada ocurrencia en Venezuela, desde noviembre 2024, ante estos hechos, como intervención gubernamental, se realizó una campaña de prevención en 18 estados venezolanos, en la que participaron profesionales del Sistema Público Nacional de Salud (SPNS), para concientizar a niños, niñas y jóvenes acerca de los riesgos y peligros que conllevan los retos virales, promoviendo el uso saludable de las redes sociales, fortaleciendo el pensamiento crítico, mejorar la comunicación entre discentes, docentes y familias (MPPS,2024).

Indubitablemente, el rol fundamental y primordial de los padres y cuidadores es clave en la prevención, por lo que es preciso fomentar una cultura de alfabetización digital en ellos, dotándolos de herramientas para identificar los peligros y las diversas modalidades de agresión virtual que afectan el bienestar biopsicosocial en la niñez y adolescencia. Además las relaciones familiares deben cimentarse en el buen trato, el respeto y la comunicación efectiva a través del diálogo, por lo que el establecimiento de normas reguladoras de convivencia familiar permite delimitar claramente las responsabilidades de cada miembro; una forma de prevención es realizar acuerdos mediante el diálogo que regulen los tiempos y contenidos de uso, fomentando a su vez la importancia de las relaciones familiares y sociales mediante la planificación de actividades recreativas que involucren al entorno familiar y afectivo.

Para finalizar, desde esta óptica, es ineludible recapacitar sobre las modalidades virtuales generadoras de amenazas o peligros, considerando la importancia del conocimiento de esas situaciones por parte de los padres o cuidadores, para guiar el acceso a un mundo digital seguro, por medio de la prevención de esos riesgos a través del fortalecimiento de las relaciones familiares con esfuerzos coordinados como un reto. de corresponsabilidad del Estado, la familia y la sociedad.

 

ligiamvelasco3@gmail.com



 

 



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