Lashkmi entre pobresores y pobresionales

Dice la mitología hindú que Lashkmi es la diosa de la fortuna y la prosperidad y que cuando el hombre fue creado estaba destinado a que ella le acompañara siempre. Como la diosa no podía tener hijos pidió la ayuda de la Diosa Parvati y ella consintió en que llevara a Ganesha como su hijo y éste se caracterizaba por ser sumamente fuerte e inteligente, capaz de derribar cualquier obstáculo que se le presentara. De esta manera, en consecuencia, el hombre estaba destinado a contar siempre con la compañía de la fortuna, fortaleza y sabiduría pues, al estar junto a Lashkmi y Ganesha, nada de esto le faltaría. Como moraleja de esta historia pudiera interpretarse que la felicidad del hombre consistirá en que la fortuna lo acompañe siempre, la cual debe estar complementada por la fuerza y el conocimiento y, viceversa, si el hombre no cuenta con buena salud y conocimiento, la fortuna tal vez pronto le abandone.

Con una sinceridad realmente abrumadora ha habido profesores que han expresado por este medio de comunicación y otros la terrible situación económica por la que están pasando. No es noticia nueva que hace rato en muchas universidades a los docentes ya no se les dice profesores sino pobresores. Lo mismo podría decirse de muchos profesionales, quienes debido a las condiciones económicas que están atravesando fácilmente han pasado a formar parte de un grupo que podría catalogarse como pobresionales. Este panorama presente desde hace varios años, donde un comerciante informal puede ganar en un día lo que un docente o profesional con varios años de estudios tardaría en ganar en un mes, ha ido agudizándose, con lo que pareciera que la dedicación al estudio y a la preparación académica en el país - con unas de las reservas minerales más ricas del mundo - no sirve de mucho.

Siendo estudiante de cuarto grado fue un privilegio tener como maestro a Elio Guarapana Sánchez quien, con sus clases de música, me dio herramientas básicas que luego traerían a mi vida innumerables experiencias en el mundo sonoro. Allí también fue una verdadera suerte ser alumno del Maestro Manuel quien, después de haber leído un cuento que escribí entonces, me dijo: - Nunca dejes de escribir. En los años de estudio posteriores aparecieron seres mágicos e inolvidables como la profesora de castellano Nilda Betancourt, bella por dentro y por fuera, más los profesores de música y maestros de vida Francisco Rojas y Pedro Luis González y mis entrañables amigos y tutores Jesús Araque y Abelardo Cedeño, quienes con sus enseñanzas de psicología y filosofía fueron ampliando la visión limitada de un aspirante a bachiller a lo cual también contribuyó mucho el profesor José Luis Durán. Por esa época también conocí a un funcionario de algo que se llamaba Corpoturismo, a quien todos llamaban Licenciado Julián, quien vivía en el oeste de Caracas y me alentó a que conociera el mundo del turismo y tratara de hacer carrera en esa área.

El punto de esta retrospectiva es que todos los personajes nombrados coincidían en algo: siempre me decían que estudiara. Hay que estudiar, me repetían hasta el cansancio y muchos de ellos adivinaron que a veces el desánimo académico se apoderaba de mí batallando contra nuestros esfuerzos y, sin embargo, ellos insistieron en que había que estudiar porque era una forma de que se tuviera un mejor futuro. Ni ellos, ni absolutamente nadie, se imaginaron lo difícil que viene a ser en la actualidad la situación de los docentes y muchos profesionales, cosa que nos ha obligado a muchos a tratar de dedicarnos a otras cosas que poco o nada tiene que ver con lo que estuvimos centrando nuestros estudios y esfuerzos de vida.

Es por esa razón que consideramos una obligación moral del Estado dignificar verdaderamente la profesión del docente y de muchos profesionales hoy sub pagados. Sin menoscabo de otras profesiones creemos que principalmente son los docentes quienes contribuyen con su esfuerzo a que los individuos vayan descubriendo sus vocaciones y que puedan ir preparándose para construir el mejor país que se necesita. De esta manera pudiera hacerse realidad entonces la leyenda de que el destino del hombre es, sí porque sí, estar acompañado de la fortuna y a la vez del conocimiento. En fin, queremos que haya menos pobresores y más profesores.



 



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Marcos Henriquez

Licenciado en Historia. Investigador y docente universitario.

 henriquezm1970@gmail.com

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