El Carnet de la Patria vs. Los Carnets partidistas

De entrada: los carnets partidistas nos desunían a todos, mientras el Carnet de la Patria busca la unión de todos.

Los tradicionales carnets de inscripción de los separatistas, divisionistas y antipatrióticos partidos políticos venezolanos, hoy en francas vías de irreversible desaparición, ciertamente garantizaban potenciales beneficios sociales "individuales", aunque siempre sujetos a estar bien con loscogollos de esos partidos.

La forma más aberrante de bolsería popular consistía en hacer contacto con dichos empates para poder entrar, inclusive, al ejercicio impune de cualesquiera formas de corrupción pública y privada. Todo carnetizado podía valerse de sus connotados "empates" o funcionarios públicos del partido correspondiente para que suplicadamente, servilmente, amordazamente y bien apendejadamente pudieran conseguirlos.

Obviamente, se trataba de una crasa desorganización en materia de distribución del Presupuesto Nacional[1]. He ahí la causa fundamental o el por qué, por elevados que hubieren sido los ingresos dejados por las concesionarias de entonces, siempre esos presupuestos andaban en rojo y de allí que los organismos financieros internacionales (caso del FMI) contaran siempre con unos clientes cautivos en materia de financiamiento público, un atavismo que trascendió a la vigente Constitución Nacional ya que hoy, por cierto, en ella se reserva buena cantidad de Artículos para la contrata del Crédito Público.

Ocurría que, en función de la solidez de esos empates, el carnetizado y carnetizada, inclusive, podían hasta servir de intermediarios para conseguirles beneficios a terceras personas no necesariamente adeptas ni carnetizadas.

Esos intermediarios llegaron a tener mucho poder y hasta solapadamente ejercieron gobiernos y gobiernitos locales, regionales y hasta nacionales; toda una suerte de multigobiernos poliparalelos diseminados a lo largo y ancho de la geografía política del país y hasta fuera de este.

Bien, ahora, con el flamante CARNET DE LA PATRIA, el Estado-nada de partidos políticos, de ninguno-empezó a consolidar verdaderamente las partidas presupuestarías necesarias del la Inversión Productiva y Consuntiva Social, del gasto* público, del gasto para beneficio de todos y todas los venezolanos y venezolanas, y hasta de todos los semihermanos y semihermanas[2] que residen, viven, beben, comen y descomen, y hasta ni trabajan en Venezuela por la que no sienten sentimientos patrióticos.

El Carnet de la patria de cada venezolano y venezolana representa una muestra individualizada de toda la Planificación Nacional envolvente de todos los estados, de todos los municipios, de todas las parroquias, de todos los sectores, y, como es obvio, de todos los trabajadores y no trabajadores, de todos los estudiantes y no estudiantes en edad para serlos, de todos los profesionales y técnicos, de empleados y desempleados, propietarios de viviendas y de otros medios de producción, de todas las madres solteras, de sus estados de salud, de todos los ancianos y ancianas, cosas así.

Obviamente, una planificación de esta índole estrictamente macroeconómica tiene como frutos inmediatos el acortamiento o celeridad de una más eficiente administración pública que al fin logrará la eliminación radical de las corruptelas burocráticas derivadas de la no planificación que reinó durante la época de los carnets de partidos políticos, a diferencia del CARNET DE LA PATRIA que dará cuenta y finiquito de esa bárbara, desordenada y antieconómica forma de administrar los fondos públicos, y por eso ahora se podrá maximizar los frutos de cada Bs.F, de cada divisa que nos ingrese.


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* Entiéndase por Gasto = Inversiones productivas burocráticas en medios de producción y mano de obra, más Consumo burocrático.

 


 

[1] Hubo "empatados y empatadas" que disfrutaron por partida doble, triple y hasta más, de muchos beneficios inauditables, impresupuestables e inetceterables. Por ejemplo, hubo familias que conseguían, para sí y para sus amigos y amiguitas, cupos estudiantiles para todos su hijos, sobrinos y sobrinitos; los hubo que conseguían becas y bequitas, casas y casitas, estas, en la ciudad de variadas parroquias y hasta viviendas rurales de veraneo o para pasar lo fines de semanas, horrorosas cosas así.

 

 

[2] Decimos semihermanos porque tanto Perú, como Colombia, Ecuador y Bolivia tienen clases sociales antagónicas; tienen, como nosotros y nosotras, burgueses y burguesas capitalistas, así que los trabajadores nacionales mal podemos sentirlos a todos como hermanos.

 

 



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Manuel C. Martínez


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