Cortesanacracia

Desde siempre el sistema de poder se manifiesta como un órgano de los que eternamente han detentado los bienes materiales y las ideas. Ahí está la diferencia entre el deber ser de la democracia, y el ser, del sistema de poder que la controla. Es por eso que el sistema de poder esta asumiendo directamente la protección de sus bienes y es por eso que la democracia se mantiene a sí misma como el pozo séptico de todas las inmundicias que acechan al hombre en Latinoamérica.

La realidad política de Venezuela nos escupe a la cara que los cambios que desean los pueblos no tienen, el derecho, de suprimir las desigualdades generadas por el sistema de poder y los privilegios. En Venezuela vivimos un proceso de liberación y consolidación de los espacios que fueron confiscados por el sistema político democrático y su cultura de ardides. Rebelión inherente a la participación ciudadana y a la libertad del ciudadano en cada uno de sus aspectos más elementales.

La Revolución Bolivariana es comprendida como la reivindicación de los derechos de asociación y expresión demandados por la igualdad social. Sin embargo no habrá justicia mientras sigamos siendo sometidos a la distribución privilegiada de los bienes que producen nuestras economías. Observemos con paciencia como se ha empezado ha batallar contra los privilegios que liquidan el crecimiento de los más débiles y los más humildes. Este sistema opresivo, impuesto por el sistema político democrático creo un sistema de mafias donde la mayoría fuimos, y seguimos siendo víctimas de las políticas impuestas por las componendas de interés económico, social y político. Eso es lo que los escuálidos (oposición) entienden por democracia. Y eso no es más que una vulgar tiranía desarrollada en el seno de las libertades y la participación. Ella actúa como una afrenta de clase en la cual los derechos más elementales del nombre son pisoteados por los privilegios de los dueños de las franquicias democráticas.

El problema es cierto, por esto, la sociedad democrática se representa a sí misma como una valetudinaria tirana disfrazada de libertad, o en el mejor de los casos, como una buena idea portadora de mentiras, desigualdad y miseria. La democracia impone a los pueblos una superestructura cultural que imbeciliza al hombre y a la mujer en su realidad cotidiana. Este sencillo método de transferencia desconoce las libertades civiles y la semántica de la palabra que la ejemplariza.

La cortesanacracia personifica el sistema de poder que manipula al mundo, con una carta democrática forjada por los Estados Unidos y sus lacayos. Esta maniobra se dispuso para intervenir militarmente Venezuela y su proceso revolucionario: los organismos multilaterales, los escuálidos de ultramar, los apátridas criollos y latinoamericanos, representan las políticas colonizadoras contenidas en la arenga de dominación impuesta el 2 de diciembre de 1823 (Doctrina Monroe). En esta epítome de dominación los Estados Unidos se auto elegían protectores del nuevo mundo contra cualesquier intervención europea. No contentos con eso, después de robarle a México (tratado de Guadalupe Hidalgo, febrero 2 de 1848) los territorios que conformaban California, Nuevo México, Arizona, Texas, Nevada, Utah, parte de Colorado y Wyoming; ocupado Cuba, Puerto Rico, Panamá, Filipinas, Guam, Hawai, e intervenir el progreso de América Central y el Caribe hispanoparlante. Decretaron el “Corolario” (Teodoro Roosevelt, 1904) que aseveraba la siguiente imposición: “si un país del hemisferio americano, situado en la zona de influencia de los Estados Unidos, actuaba amenazando o poniendo en peligro los derechos o propiedades de ciudadanos o empresas de su país, el gobierno de Estados Unidos estaba obligado a intervenir en los asuntos domésticos del país desquiciado para reordenarlo, restableciendo los derechos y el patrimonio de su ciudadanía o de sus empresas”. Como es evidente este demoníaco “Corolario” transformó la doctrina que decía proteger a los Estados del nuevo mundo contra la intervención europea, en una doctrina política de intervención de los Estados Unidos en América Latina y el Caribe.

¡Venezuela lidera el rechazo a las políticas intervencionistas y cortesanas aplicadas a la humanidad¡

La Revolución Bolivariana, al tomarse así misma y a su proceso político como una expresión antagónica de la esclavitud, institucionalizada por el proceso civilizatorio occidental desde la llegada de las sociedades europeas, busca detener los excesos y los ultrajes con los que nos han sometido durante más de quinientos años. La expectación de una conducta restrictiva impuesta por la miseria y los privilegios coloca sobre la legitimidad del Estado una camisa de fuerza que altera la organización de las masas. El sistema de poder vende una ideología y una estrategia según la cual en un período regimentado por la uniformidad del pensamiento, el derecho de los oprimidos es menospreciado y ridiculizado frente a su propio entorno y frente a la comunidad internacional.

Las mentiras con las que el sistema político democrático esclaviza al hombre y a la mujer constituye un instrumento quirúrgico de alta tecnología. En Latinoamérica somos víctimas de un proyecto ideológico de dominación donde la democracia es la protagonista mejor dotada de la iniquidad, la desigualdad y el desequilibrio social.

Latinoamérica empuña la honestidad Amerindia para señalarle al mundo la refundación de las culturas que le dieron vida.


Esta nota ha sido leída aproximadamente 2687 veces.



Candelario Reina

Poeta venezolana, activista por la paz y la solidaridad con los pueblos del mundo. Productora Nacional Independiente, Guionista y Reportera. Primera poeta venezolana, en recibir en manos del Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías, la orden "Heroínas de la Patria".

 sinfronteras_al@yahoo.com

Visite el perfil de Siboney del Rey para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:


Notas relacionadas