Algunas conclusiones luego del nacimiento de la CELAC

El pasado fin de semana se realizó, finalmente, la I Cumbre de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños en Caracas. La intención de estas líneas es proporcionar algunas notas preliminares para realizar un balance del cónclave inaugural y lo que este aportó, en la creación del primer organismo continental sin la presencia de EEUU.

Por el fin del bloqueo a Cuba, la soberanía de Argentina sobre las Islas Malvinas, y el fin de las bases norteamericanas en el continente

Los 33 países presentes firmaron varios documentos, entre los cuales se destaca una declaración que expresa el “más enérgico rechazo” de la CELAC al bloqueo comercial de EEUU a Cuba, teniendo en cuenta que el mismo “causa daños cuantiosos e injustificables al bienestar del pueblo cubano, y afecta la paz y la convivencia entre las naciones americanas”.

Este punto es importante en el contexto actual de Nuestra América: demuestra que Cuba no es un convidado de piedra en el organismo ni mucho menos. La satisfacción de la isla por la puesta en marcha de la CELAC ha sido grande, y es necesario remarcarlo con fuerza: por los escollos superados, y además porque EEUU no podrá, al menos directamente, intervenir activamente en el interior del organismo. Así lo hizo saber Raúl Castro, en su discurso ante los demás mandatarios presentes en el Teatro Teresa Carreño de Caracas: “Llegar tan lejos nos ha costado esfuerzo, pero también sangre y sacrificio. Las metrópolis coloniales de antaño y las potencias imperiales de hoy han sido enemigas de este empeño. Han intentado desafiar el ideario de Simón Bolívar”.

Otra de las declaraciones de gran importancia surgidas de la Cumbre de Caracas tiene que ver con la reivindicación de la soberanía Argentina sobre las Islas Malvinas. El documento consensuado llama a poner fin a "a esta anacrónica situación colonial en suelo americano", amplificando posicionamientos anteriores menos conocidos a nivel continental: del Grupo de Rio en 2010 -como sucedió en la Cumbre de Riviera Maya, México- y de UNASUR en Octubre pasado, en rechazo a la presencia militar británica en la isla.

El reclamo histórico de Bolivia respecto a la salida al mar también fue de la partida, en un discurso donde Morales arremetió contra las bases de EEUU en Colombia: no podemos permitir más bases americanas en nuestros territorios. En los últimos años hemos visto que las bases en vez de defender la democracia, nos someten".

Los desafíos de la CELAC vs. la supervivencia de la OEA

En este cuadro es importante visualizar los desafíos que se abren en este momento histórico de América Latina y el Caribe. La prensa internacional ha graficado ciertas tensiones al interior de la CELAC: dos bloques contrapuestos en su idea de “integración regional”.

El primero, conformado por Brasil y México, donde se ha intentado matizar el debate abierto sobre “el fin de la OEA” y el papel de la CELAC, poniendo ambos organismos como “no contradictorios” en sus intereses; y el segundo integrado por Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua y Cuba (es decir, los países más importantes del ALBA) donde se ha dejado en claro que la plena integración de América Latina y el Caribe sólo puede ser tal sin ningún tutelaje por parte de EEUU: en otras palabras, en reemplazo de la OEA. Es interesante remarcar que dicha caracterización ya existía en líneas generales antes del cónclave de Caracas –incluso mediante las declaraciones previas de dichos mandatarios-, por lo cual cuesta entender el razonamiento de la prensa hegemónica de una derrota del eje Caracas – La Habana. Para decirlo en términos futbolísticos: dicho partido aún se sigue jugando, y la reunión en Venezuela es la muestra más importante del final abierto.

Si aún no se ha dicho, hay que decirlo: Chávez y Castro fueron los principales impulsores del nacimiento del organismo, seguidos por Correa y Evo Morales. Esto ha sido incuestionable para cualquier observador internacional, sin importar su ideología. De dicho bloque dependerá, tal como hemos dicho en el artículo previo al cónclave, motorizar e impulsar la vida cotidiana de la CELAC para terminar logrando que la OEA quede reducida a su mínima expresión (aún con todo el apoyo implícito que el organismo aún tiene por parte de México, Chile y Colombia, entre otros).

El balance del cónclave de Caracas sigue siendo positivo, mal que le pese a la prensa internacional y a su deseo de “aguar” el accionar de la CELAC: la puesta en marcha del organismo ha tenido momentos grandilocuentes –muchos de ellos de contenido abiertamente antiimperialista,  como los enunciados en el primer apartado-. Sin embargo, el desafío pasará ahora por, tal como dijo Chávez, que “una vez aprobado el primer Plan de Acción de Caracas, el primer plan de la CELAC (…) pase a formar parte de nuestros planes de trabajo diario y no lo dejemos por allá archivado en una computadora, en una gaveta, como si nada hubiera ocurrido”.

Se tratará, entonces, de que la CELAC logre una autonomía importante, y que pueda ganar peso específico aún dentro de aquellos países que siguen “dependiendo” –política y económicamente, a través de los aún vigentes TLC- de los EEUU.

Lo logrado no es poco: América Latina sigue hablando, tras su nacimiento, del primer organismo continental sin presencia norteamericana.

Licenciado en Ciencia Política UBA

jmkarg@gmail.com



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Juan Manuel Karg

Licenciado en Ciencia Política de la Universidad de Buenos Aires. Investigador del Centro Cultural de la Cooperación en Argentina.

 jmkarg@gmail.com

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