Una guarimba anunciada

Crónicas de la pandillita

    El problema, dice Henry dirigiéndose al grupete ultra izquierdoso, es que el culillo de ustedes es histórico por las pelas que les metimos cuando estábamos en el poder. Dígame éste, que no puede ver un basurero sin temblar, desde que lo zumbaron en uno y lo dieron por muerto luego de una paliza. Eran otros tiempos Velásquez, deja el drama ¿Hasta cuando les voy a decir que ahora estamos unidos contra el tirano?

    Pablo, exudando ratón y amargos recuerdos, le espeta: ¿Unidad? ¡No joda! Ustedes iban a desintegrar a Pastora ¿Qué quieres tú, carne de cañón en tu “Plan Amarre” para que nos hagas lo mismo que a los lechuguinos? Si no te pones al frente de la vaina, púdrete. Yo no voy a ir solo con esa cuerda de pirómanos ni amarrado.

    Herman, quien recién retornó de los predios de Baco, interviene: De cara a los hechos que nos permiten retrotraernos a los anales constitucionales, es oportuno establecer diferencias epistemológicas entre la marcha sin retorno y el retroceso político interno que vivimos. Si revisamos el artículo 350…

    ¡Por el Cardenal Urosa, carajo! Interrumpe Henry. No me vengas con ese galimatías a estas alturas del juego y menos con ese artículo que nos metió en un berenjenal peor que el paro.

    De pronto llega Julio Borges. Carga una carraspera en el güergüero y una ceja menos peluda que otra. Aunque piensa que el güisqui de la otra noche estaba puyado, pregunta: ¿Y esto es seco? Henry hace una mueca de desagrado, pero apunta: Recuerda que esta es la MUD, te estábamos esperando para hacer la vaca. Todos empiezan a poner y Henry va recibiendo billetes y los va viendo contra la luz. Juan José, quien anda impecable, pero como fuete de arrear pavo, para escurrir el bulto grita: ¿Y por qué carajos tú  examinas los billetes? Henry, con una sonrisita mordaz, contesta: Coño, no vayan a ser de unos que se mandaron a imprimir por aquí cerca. Pero cálmate Molina que  hay que trabajar en equipo y dejar de hacerse  las  mosquitas muertas…

    Inesperadamente, se aparece María Corina y más de uno piensa: Hablando de mosquita muerta y se asoma una a la puerta. Sin embargo, a todos se le van los ojos hacia sus rodillitas burguesitas y se explayan en ditirambos. Pero María Corina no ríe esta vez. Henry le dice babosamente: ¿Qué me le pasa a la princesa encantada del salón oval? Pasa y súmate, mi vida.

    ¡Ay gracias! ¿Ustedes vieron antier a Jesse Chacón hablando sobre las encuestas en VTV?

      No dicen ni sí ni no, pero el silencio sepulcral los delata. Finalmente, Herman inquiere meloso: ¿En qué radica la razón de tu angustia, preciosa?

    Bueno, es que la otra noche estaba concentrada en un análisis con mi asesor y les juro por el imperio que lo que la emoción fue tan grande que  tuve una visión de mi cara en todas partes. Y ahora no sé qué pensar con esos datos de GIS XXI. Julio carraspea antes de decirle: De mi se ríen a cada rato cuando saco cuentas. Eso sin contar las mentadas de madre que cargo a cuestas.

    Henry, malicioso, le pregunta: ¿No será que estabas pasada de palos? Ella se engrincha y le responde: ¿Cómo se te ocurre, chico? ¿Qué palos ni qué  2/3 de la Asamblea? Yo soy una mujer con dignidad que lo que quiere es una patria llena de libre mercado y consumados consumidores. A ustedes lo que les carcome es que yo sea la toñeca de la Casa Blanca. Sobre todo tú, que crees que tienes a la MUD amarrada. Pero bueno muchachos ¿Qué vamos a hacer?

    Henry se lanza, como iluminado por monseñor Luckert: ¡Chica! ¿Y si te nombramos reina pechocha de la guarimba? Nosotros nos encargamos de la caravana, fuegos artificiales y todo lo demás. Vamos a celebrar esa vaina ya ¿Tú quieres algo en especial, mi soberana?

    Bueno yo no estoy muy convencida, pero si quieren brindar, un bloody mary está bien. Eso sí, uno solo.

pladel@cantv.net



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Plácido R. Delgado


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