Tegucigalpa, (AFP)
- "Derecha, izquierda; golpistas a la mierda", exclama con un
altoparlante una menuda mujer de 75 años, vestida de azul, que marcha
con los partidarios del depuesto presidente Manuel Zelaya: es Dionisia
Díaz, veterana en las lides obreras en Honduras.
"Estuve en la huelga del 54 y ahora contra estos malditos
golpistas que han asaltado, han secuestrado la democracia", dice la
mujer a la AFP, colocándose el altoparlante bajo el brazo, antes de que
parta la movilización.
En las marchas del Frente de Resistencia contra el Golpe de
Estado del 28 de junio de Honduras se ve con frecuencia a la misma
gente: no sólo a los dirigentes, sino entre la gran masa que lleva 44
días en las calles de la capital. Una de las que no falta es Dionisia
Díaz.
"En la huelga del 54 perdí a mi esposo. Para huir de la
represión, la gente se refugiaba en las montañas y él se fue a la
montaña y nunca regresó", relata la mujer que en ese entonces tenía 20
años.
La huelga de 1954 es reconocida como la mayor gesta de la lucha
popular en Honduras. Fue un movimiento escenificado en la costa norte
del país contra las transnacionales bananeras que ponían y quitaban
presidentes y que finalizó con las mayores conquistas de los obreros.
Y 55 años después, esta mujer originaria de El Progreso,
departamento de Yoro, una ciudad rodeada aún por las plantaciones
bananeras y situada a 240 km al norte de Tegucigalpa, reenarbola la
bandera de la lucha de los obreros.
Todos los días, Díaz, que tiene 5 hijos, 18 nietos y 7
bisnietos, es de las primeras en llegar a la Universidad Pedagógica
Nacional, en el este de Tegucigalpa, donde empieza a motivar con su
altoparlante a los demás congregados para la movilización.
"No vamos a parar esta lucha hasta que este golpista de Roberto
Micheletti deje la presidencia al verdadero presidente que elegimos los
hondureños, que es Jo-sé Ma-nuel-Ze-la-ya-Ro-sa-les", dice con énfasis
en cada sílaba.
"Conozco bien a Micheletti. Es de origen italiano. Era chofer de
bus, después tuvo una empresas de buses y ahora es un gran empresario,
que ha hecho lo peor: participar en un golpe de Estado", se queja la
mujer, originaria de la misma ciudad del presidente de facto.
"Desde el 28 (de junio) andamos aquí y no vamos a parar, no
vamos a parar", sentencia la mujer, que se gana la vida con la venta de
zapatos y ropa como comerciante informal.