Washington réplica a la humillación de Putin

Traducción desde el inglés por Sergio R. Anacona

Strategic Culture Foundation

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El gobierno de Obama ahora está acusando a Rusia de ataques cibernéticos y de tratar de desbaratar las elecciones presidenciales en Estados Unidos. La acusación es tan halada de los cabellos que es absolutamente increíble. Más creíble es aquello que Estados Unidos se está tambaleando debido a la impresionante humillación a que fue sometido la última semana.

Desde el mes de junio la prensa norteamericana y los seguidores de la candidata demócrata Hillary Clinton han estado culpando a piratas cibernéticos patrocinados por el estado ruso de haber penetrado en la base de datos del Partido Demócrata.

Por otra parte se alega que Moscú está sigilosamente tratando de influir en el resultado de las elecciones presidenciales mediante la publicación de informaciones dañinas para Hillary Clinton cosa que podría favorecer al candidato republicano, Donald Trump.

Rusia, de manera vehemente ha negado toda vinculación con esos delitos o de tratar de desbaratar las elecciones del mes de noviembre.

Ahora el gobierno de Obama ha ingresado a la disputa acusando abiertamente a Rusia. "El gobierno de Estados Unidos oficialmente acusa a Rusia de piratear cibernéticamente la campaña con el propósito de interferir en las elecciones". Informó el Washington Post

https://www.washingtonpost.com/world/national-security/us-goernment-oficially-accuses-russis-of-hacking-campaign-to-influence-elections/2016/10/07/4e0b9654-8cbf-11e6-875e-2c1bfe943b66_story.html?wpisrc=al_alert-COMBO-worldd%252Bnation

Esto lleva la disputa a todo un nuevo nivel. Ya no se trata de meras insinuaciones, una cuestión de opinión privada de un partido. El gobierno de Estados Unidos oficialmente tilda al estado ruso de promover la subversión política y la delincuencia cibernética.

Como era de esperar, luego de las últimas acusaciones hay llamados entre los legisladores norteamericanos para aplicar mayores sanciones económicas contra Rusia. Personeros de la inteligencia norteamericana claman por lanzar ataques cibernéticos de represalia contra instituciones rusas.

El portavoz del presidente Vladimir Putin, Dmitry Peskow, se burló de las quejas norteamericanas tildándolas de "basura". Señaló que el sistema computacional del Kremlin se encuentra cotidianamente con cientos de intentos de ataques cibernéticos y muchos de los cuales pueden ser rastreados hasta sus orígenes norteamericanos, pero Moscú no se dispone a culpar al gobierno norteamericano por semejantes ataques cibernéticos.

Existen varios indicios en el sentido que el último escándalo protagonizado por Washington es una distracción falsa.

Al igual que anteriores quejas sobre supuestos piratas cibernéticos rusos de parte de los demócratas y de la prensa corporativa, no existe ninguna evidencia probatoria presentada por el gobierno de Obama en apoyo a esas graves acusaciones contra el gobierno ruso. Las acusaciones sin hechos concretos no reúnen ni la más mínima norma probatoria.

Cuando los informes aparecieron en el mes de junio –a través del Washington Post, una vez más—en el sentido que el Comité Nacional de Partido Demócrata había sido pirateado por agentes rusos, la acusación se basó en investigaciones de una empresa de seguridad cibernética de nombre CrowdStrike. Esta firma está vinculada a través de personal de un comité de expertos anti-ruso denominado "Atlantic Council" afiliado a la OTAN. Pero, una vez más, solo se trata de la palabra de una dudosa fuente interesada.

Por ese entonces la historia del terror ruso, tal como fue, sirvió como una útil distracción de problemas mucho más importantes, tales como los 19 mil correos electrónicos liberados de la base de datos del Comité Nacional del Partido Demócrata, demostrando que los jefes del partido habían pre deteerminado la nominación presidencial de Hillary Clinton por encima de su rival demócrata Bernie Sanders. La muy cacareada "democracia norteamericana" fue denunciada como un fraude de tal modo que el establecimiento de Washington rápidamente pasó a un esquema de control de daños calumniando a Rusia.

La denuncia apareció en el sitio web de Wikileaks dirigido por el periodista australiano Julian Assange quien publicó los embarazosos mensajes. Esto no tuvo nada que ver con Rusia. Desde entonces, Assange ha insinuado que su fuente está dentro del mismo Partido Demócrata.

Es aquí donde la cosa se torna realmente explosiva. Assange ha prometido publicar más correos

http://www.democracynow.org/2016/7/25/assange_why_i_created_wikileaks_searchable

que van a demostrar que la Clinton, como secretaria de estado en los años 2011 y 2012 planeó el suministro de armamento y dinero a las redes terroristas islámicas en Libia y Siria con el objeto de provocar el cambio de régimen. Además, Assange sostiene que los mensajes electrónicos demuestran que la Clinton le mintió al Congreso estando bajo juramento el año 2013 cuando negó haber tenido ninguna participación en el suministro de armamento a los yijadistas.

Assange ha dicho que Wikileaks va a publicar este mes los mensajes incriminatorios sobre la supuesta participación de la Clinton en el tráfico de armas para los terroristas.

La denuncia contra una candidata presidencial norteamericana de estar involucrada en el patrocinio estatal del terrorismo mientras servía en un alto cargo oficial de gobierno es un poderoso incentivo para que el gobierno de Obama recurra a una estridente distracción.

De ahí las últimas acusaciones del gobierno norteamericano contra Rusia de haber cometido un delito cibernético y de tratar de subvertir la democracia norteamericana.

Esta es justamente una de las ilustraciones de cuan irracional y trastornado se ha tornado el gobierno de Estados Unidos.

Pareciera que día a día se producen nuevas revelaciones condenatorias acerca de la complicidad de Washington en guerras ilegales, subversión encubierta de estados extranjeros y su sistemática colusión con redes terroristas que han infligido miles de muertes de ciudadanos norteamericanos entre muchos miles más de inocentes civiles alrededor del mundo.

Sumado a las denuncias de fuentes tales como Wikileaks, gran parte de las revelaciones acerca de la criminalidad de Estados Unidos y el bandidaje promovido por el estado han surgido a partir de la intervención militar principista de Rusia en Siria. La intervención de Rusia no solo ha contribuido a salvar la nación siria de una conspiración extranjera de una guerra para el cambio de régimen, también ha puesto en el centro del escenario los vínculos sistemáticos que existen entre Washington y su ejército terrorista delegado para trabajar por cuenta suya en Siria.

La máscara washingtoniana de superioridad legal y moral ha sido arrancada de su rostro y lo que el mundo ahora está contemplando es lo que había debajo, su infame fealdad.

Tal es la ignominiosa caída de Washington desde su pretendida virtud a su nefasta y odiosa realidad que Vladimir Putin fue autorizado para hablar desde un alto sitial moral.

Al anunciar la suspensión unilateral rusa del acuerdo del año 2002 con Estados Unidos para el almacenamiento del plutonio para armas nucleares, Putin fue más allá, mucho más allá. Le dio a Washington una lista de ultimátum en la que incluía la suspensión por parte de Estados Unidos de las cacareadas sanciones contra Rusia con la debida compensación financiera, como también la reducción de las fuerzas de la OTAN cerca de las fronteras de Rusia.

En otras palabras, el líder ruso se dirigió con la verdad al poderío norteamericano de manera tal que el megalómano Washington y todo su ridículo e ilusorio "excepcionalismo", nunca anteriormente había escuchado.

Las pretensiones de grandeza de Estados Unidos se están erosionando cual castillo de arena. Los criminales emprendimientos de Estados Unidos y especialmente su complicidad con el terrorismo, delito supremo de la agresión extranjera están siendo claramente denunciados.

Y ahora con el debido desdén, Rusia le está enseñando modales a Washington. La humillación debe ser insoportable para el tirano narcisista norteamericano, ser tratado con toda la falta de respeto que se merece y que estaba pendiente desde hace tiempo.

Por otra parte, la humillación no solo fue ante los ojos del mundo. El pueblo norteamericano también puede ver la verdadera y fea naturaleza de sus gobernantes. Esta semana una gigantesca pancarta fue desplegada en el Puente Manhattan de la ciudad de Nueva York con la frase "Putin, un Pacifista" evento que se tornó viral.

Washington se tambalea ante el justo furor de Putin al llamarlo por su nombre. La cruda verdad es difícil de asimilar para este unicornio unipolar. Su engañosa fabricación de mitos acerca de sus propias virtudes está quedando al desnudo.

Lo que se está desarrollando aquí es una histórica denuncia de clase mundial contra el poderío norteamericano como una malvada excrecencia sobre la Humanidad.

La reacción es comprensible, botando espumarajos por la boca, desesperada, histérica y en pánico. Acusar a Rusia de piratear cibernéticamente el "proceso democrático" norteamericano es un loco intento para desviar la atención de problemas extremadamente importantes: Washington cayendo en un ruin atolladero de su propia factura; el emperador es un delincuente; el pueblo lo sabe y un legítimo líder mundial como Vladimir Putin ha tenido la temeridad de ponerlo en su sitio y así ha sido.

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Finian Cunningham

Analista internacional


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