Carta Abierta a los socios de la Hermandad Gallega de Venezuela

A los socios de la Hermandad Gallega de Venezuela
 

Mis queridos amigos:
 

La Hermandad Gallega, nació para ser orgullo de Galicia y de cada gallego de cuantos vivimos en Venezuela, no solo por sus obras y edificaciones, sin duda necesarias, sino por su gran labor social, cultural y humana, con el gentilicio gallego integrado en esta tierra, que también sabemos querer como nuestra.
 

Porque si nuestras raíces están y estarán para siempre en Galicia, las raíces de nuestros hijos y nietos, están y estarán siempre en Venezuela. Por eso quiero insistir en lo que siempre fue mi creencia y repito constantemente: que la Hermandad Gallega de Venezuela, es un pueblo gallego que debe respirar a Galicia en cada uno de sus rincones y debe, por tanto, ser gobernada como un pueblo, en defensa de sus valores autóctonos y morales, con la dignidad que hemos aprendido de nuestro mayores.

A los Consejos Directivos que les corresponde gobernar temporalmente a nuestra sociedad, sea de la Unión, de la Galaica o de cualquier otro grupo, deben tener como motivo básico  e indiscutible la expansión de nuestra cultura autóctona, por todo el territorio, su historia, sus valores humanos, su idiosincrasia, sus costumbres y su bella geografía turística. 

Así como el contacto constante en nuestro gobierno en Galicia para poder prestar la ayuda necesaria a cualquier gallego (socio o no) que lo amerite.
Sin esos principios ninguna Directiva estará cumpliendo la misión básica, social, moral, humana y digna que motivaron a hombres y mujeres que sacrificaron una gran parte de su vida, con mucho amor a nuestra tierra de cuna, para crear y llevar adelante desde sus primeros pasos una obra tan hermosa como fue, es y debe seguir siendo nuestra casa grande: nuestra Hermandad Gallega de Venezuela. 
 

Solo unidos los gallegos en defensa de la misma misión por la galleguidad que nos identifica, lograremos que nuestra Hermandad Gallega, sea orgullo para Galicia y un eslabón en el progreso de Venezuela. 

Tenemos que hacer todo lo posible para que nuestros hijos y nuestros nietos, con una capacidad y una preparación mayor a la nuestra, cuando comenzamos la obra, sepan quererla y defenderla con toda dignidad de su sangre gallega.

¡Estoy seguro de que podremos lograrlo! Porque la juventud es noble y generosa.
El deporte es el semillero de una juventud sana física y mentalmente, y todo el esfuerzo que se le dedique, siempre será poco.
Pero ese esfuerzo, para que genere buenos resultados deberá ser científico, ordenado, organizado y con cultura deportiva como base y bandera. El desorden acaba con las mejores motivaciones, al igual que el libertinaje, la soberbia y la prepotencia, acaba con todo rasgo de libertad. 

La cultura popular de cada pueblo de la tierra, contra lo que pregonan los inventores del neoliberalismo absoluto, es lo que determina su identidad. Menospreciarla, abandonarla o cambiarla por expresiones impuestas, por intereses económicos, de poder o de indiferencia, es lo que convierte a algunos seres en entes secos y descoloridos espiritualmente y por tanto, infelices porque perdieron la capacidad de amar. 

La cultura gallega es la espina dorsal de nuestra sociedad, para poder estar unidos al progreso cultura de Galicia y sentir a través de publicaciones, de la emisión radial, de conferencias, foros y otras actividades, que estamos vivos como hijos o descendientes de una de las tierras más bellas del mundo, incrustados con honradez y capacidad a Venezuela. 

Los niños son la base de un futuro amplio, por eso debemos dedicar el mayor esfuerzo a ellos. El colegio Castelao es un ejemplo y motivo de orgullo para la Hermandad Gallega. Me tocó, afortunadamente, a través de la Secretaria de Cultura, estar muy cerca de sus pros y sus contras (siempre más pros que contras).
 

La educación es un campo sin fin, y el colegio Castelao está dentro de ese campo. Es por lo que siempre pedí (y seguiré haciéndolo) a los padres, profesores, maestros, representantes y alumnos que sepan querer y valorar todo lo que encierran sus paredes físicas, sociales y humanas, defendiéndolo con nobleza, para que los intereses creados, mezquinos y personalistas, no puedan estar nunca por sobre los intereses comunes, ni que sus verdaderos valores se desvíen jamás, de ese camino abierto a la superación constante, que es la verdadera puerta abierta al progreso. 

Los hombres que fueron fundadores de nuestra Hermandad Gallega, y que hoy transitan el camino más allá de sus setenta y ochenta años, dentro del sendero de la tercera edad, después de dedicar mas de la mitad de esa vida, a la lucha social por el progreso y el engrandecimiento a nuestra sociedad con gran orgullo, merecen de nosotros, aparte de nuestro sincero agradecimiento, un gesto de comprensión para que puedan terminar sus vidas a nuestro lado, en el que fue, es y debe seguir siendo, su hogar de motivación y distracción, sin tener que pagar ni un solo céntimo y con todos sus derechos intactos.


¿Cómo hemos podido olvidar la espiral lógica de nuestras nuevas generaciones? ¿Cómo podemos cerrarles las puertas de nuestro pueblo gallego, a esos jóvenes que, por una u otra causa, se alejaron de la Hermandad en esa edad que era tan difícil encontrar acomodo en ella, pero hoy convertidos en padres de familia, vuelven a necesitar el hogar donde se desarrolló su niñez, por ellos y sus pequeños hijos? ¿Por qué ponerles trabas, si nuestra obligación es llamarlos a que compartan sus vidas y sus conocimientos con nosotros? Cientos de jóvenes profesionales están en este caso hoy y la Hermandad Gallega los necesita en la misma medida que ellos puedan necesitar a la Hermandad. 


Claro, esto solo se puede entender si se concibe a la Hermandad Gallega, como un gran pueblo gallego, con todos sus defectos y virtudes y no como un "Club" como hay tantos, cargados de egoísmos pesonalistas, de pequeñeces humanas, en donde el origen de nuestras raíces queda opacado, humillado y menospreciado.

La Hermandad Gallega no se creó para convivir con los efectos DE LA BOLSA DE VALORES sino para algo mucho más formidable, como son todos los valores humanos, sociales y culturales que podemos alcanzar desde el ángulo que pueda dignificarnos como gallegos, como amigos y como hermanos.

No hay dinero que pague la felicidad de poder convivir juntos en nuestra CASA GRANDE como hijos nobles de una noble tierra, sin discriminaciones, sin complejos, en una tarea sin fin, en defensa de aquello que aprendimos a querer desde niños.

Dejé para el final, para que tuviera más fuerza y valor, nuestro respeto, nuestro afecto, nuestro cariño, para todos cuantos sin haber nacido en Galicia, ni ser descendientes de gallegos, nos acompañan trabajando y luchando con la misma nobleza, por el engrandecimiento de nuestra y su Hermandad Gallega.

Esa es la Hermandad en la que yo creo y por la que he luchado y lucharé siempre.


Juan Manuel



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Manolo Giraldez


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