Paramilitarismo y monopolios mediáticos, armas para la dominación continental

Los cuantiosos recursos naturales de América Latina, minerales (oro, plata, cobre, hierro, bauxita, estaño); energéticos (agua, petróleo y gas) y agropecuarios, con su diversidad de especies vegetales y animales –suficientes para proporcionar una vida digna a sus pobladores- despertaron primero las egoístas ambiciones de dominación colonial de las Coronas española, portuguesa, inglesa, francesa y holandesa, y las mercantiles del Imperio Británico en el siglo XIX e imperialistas de los Estados Unidos en el siglo XX. A los pueblos poseedores de esa riqueza sólo les quedó la pobreza y sus secuelas.

El exterminio masivo y la eliminación de gran parte de sus testimonios culturales que les permitían identificarse, fueron los métodos de dominación utilizados por los primeros colonizadores. Años más tarde, los ingleses y estadounidenses fueron más refinados, atizaron la división interna en los países, las guerras fronterizas, impusieron gobiernos, dictaduras, fomentaron guerras civiles y con el tiempo la deuda externa, la corrupción, que violaron derechos humanos sociales, económicos, culturales y políticos en el Continente.

Aunque los planes de dominación sobre los recursos del Continente históricamente han tenido resistencias, éstas han sido aplastadas. Para ello usaron en una época feroces regímenes dictatoriales, pero la violación masiva a los Derechos Humanos los obligó a “afinar” sus métodos de dominación para hacerlos cada vez más “invisibles”, permitiéndoles mantener a los verdaderos responsables con una imagen limpia: Ahora recurren al paramilitarismo (instrumento destacado en los documentos de Santa Fe como parte de la política de dominación de EEUU hacia el continente) y a los Medios de difusión como instrumentos de manipulación psicológica masivos. Ambos instrumentos en esta guerra por la dominación de los recursos del Continente son dirigidos hacia “enemigos internos”, léase todo aquel que se resista a ser dominado o se atreva a hablar de “soberanía” , “justicia social” o “independencia económica”.

En la planificación diseñada desde Washington para consolidar definitivamente su conquista económica del Continente, figuraba el año 2005 como la fecha tope para consolidar dos elementos de su estrategia: En el plano económico, la conformación de un Área de Libre Comercio que amarrara legalmente a los gobiernos del Continente a sus intereses (ALCA) , y, en el plano militar, consolidar el Plan Colombia y su estrategia paramilitar (que les permite actuar sin tener responsabilidades, tal como lo hicieron en Guatemala, El Salvador, Nicaragua y hoy en Colombia) como instrumento de represión necesario para aplastar las resistencias a nivel regional.

En esta estrategia de dominación, merece especial atención la monopolización de los medios de masivos en los últimos cincuenta años. A través de ella las causas generadoras de la pobreza y la violencia, así como las políticas represivas contra quienes protestan por tales injusticias, son presentadas “sin responsables” en el discurso publicado.

Esa manera de (des)informar impide a la gran mayoría de los habitantes del Continente conocer la verdadera realidad de nuestros pueblos. Gracias a la monopolización mediática, ignoran por ejemplo la confluencia funcional entre paramilitarismo y medios masivos. Así mismo ignoran las condenas a los grupos paramilitares colombianos y a sus impulsores y protectores en el seno de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, en fecha 14 de abril de 2003:

“Documento Presentado en la Comisión de Derechos Humanos.
59 Período de Sesiones.
Texto Situación de Desplazamiento Forzoso en Colombia.
El desplazamiento forzoso de cerca de 3 millones de Colombianos en los últimos 15 años, se incrementó en promedio en el último año en cerca de 353.120 víctimas de esta violación integral de derechos humanos. Los datos estadísticos recientemente estimados de entidades gubernamentales y no gubernamentales indican que entre 862 y 1623 personas son desplazadas diariamente, lo que a pesar de la distancia en las cifras, permite colegir que estamos ante una grave crisis humanitaria. En términos cuantitativos hay diferencias, en términos cualitativos las cifras, unas u otras, reflejan la grave crisis de derechos humanos.
Detrás de esta tragedia humanitaria, que aumenta cuantitativa y cualitativamente desde agosto del 2002 en el nuevo gobierno de Alvaro Uribe Velez, se expresa la extensión de las violaciones de derechos humanos a través de la consolidación de una estrategia política de persecución supuesta a las guerrillas y la cualificación en estas mismas violaciones de derechos humanos a través de estrategias militares, jurídicas, medidas políticas de involucramiento de la población civil en el conflicto armado.”

En ese mismo texto se encuentra lo que sigue:

“366. El desplazamiento forzado ha seguido agravándose en magnitud y complejidad, se ha extendido a nuevas zonas del país y afecta de manera desproporcionada a indígenas y afrocolombianos. Los grupos paramilitares siguen siendo los principales responsables de los desplazamientos. Sin embargo, en esta materia se registra un serio incremento de las acciones atribuidas a grupos guerrilleros. El Estado, no obstante los avances legislativos y jurisprudenciales alcanzados, no parece tener una voluntad política real de priorizar la prevención y de establecer una estrategia eficaz e integral de protección a la población en riesgo. La impunidad de la que gozan los responsables de los desplazamientos es generalizada. En este sentido, se observa que la población desplazada sigue padeciendo una grave situación de vulnerabilidad, inseguridad y estigmatización.”

Pero los medios no sólo invisibilizan las causas del paramilitarismo, además des-responsabilizan a éstos como culpables de crímenes atroces y violaciones masivas a los Derechos Humanos .

La brutal crisis humanitaria que viven millones de personas desplazadas en Colombia -causada como explica el documento, por fuerzas paramilitares que buscan controlar territorios y cuyos crímenes permanecen impunes-, contrasta con el tratamiento que dan a esta crisis los medios masivos del Continente. En ellos no se cuestiona al paramilitarismo, ni se menciona que los objetivos de éste son los mismos que los del Estado colombiano y los del Plan Colombia formulado por los Estados Unidos, el cual, a pesar de su alto contenido militar (más del 90% del presupuesto asignado a este plan), es presentado como “un plan contra el narcotráfico y para la paz”. En vez de ello, los paramilitares son presentados como grupos “autónomos”, que no tienen vinculación con el Estado colombiano ni con el imperialismo.

Mientras, las diferentes formas de resistencia frente a la violencia de Estado y paramilitar, son criminalizadas mediáticamente, justificando así y preparando el terreno para que éstas sean reprimidas.

Por ello el presidente Hugo Chávez, al mantener un discurso contra el ALCA y el imperialismo, y a favor de la Soberanía, es presentado como un obstáculo. Por eso se unen para sacarlo del poder ... El cómo no interesa.

El ALCA, el Plan Colombia y la monopolización de los medios masivos son estrategias de dominio continentales. Por ello la lucha y la resistencia es también continental. Además de “Chávez”, en el Continente florecen pueblos cada día más informados, que no olvidan, que reconocen bien quiénes son los que les quitan posibilidades y recursos para recuperar la dignidad y alcanzar mejores condiciones de vida.



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