El continente latinoamericano ha iniciado un viraje político que
intenta romper con un pasado de sumisión a las reglas impuestas por
Washington y el FMI. Los nuevos gobiernos han dado un giro progresista,
con matices, según hablemos de un grupo más radical que incluye a
Venezuela, Ecuador, Bolivia, Nicaragua o países como Brasil, Argentina,
Paraguay, Uruguay o incluso Honduras.
La oposición reacciona de manera diferente según los casos, no
dudando a veces en escoger formas violentas como las tentativas
secesionistas en Bolivia o el golpe de Estado en Honduras. La derecha
tiene en la prensa un aliado que palía frecuentemente las debilidades
de un sector que ha perdido su credibilidad. Derecha y grandes grupos
de comunicación denuncian censura, ataques a la libertad de expresión
cuando Rafael Correa en Ecuador, o Hugo Chávez en Venezuela
nacionalizan una cadena de televisión o cuando en Argentina Cristina
Fernández propone una ley audiovisual que sustituiría a la heredada de
la dictadura de 1976. ¿Qué ocurre realmente ?
América Latina es la única zona del mundo donde la economía está
concentrada en las manos de un puñado de grupos de operan en lo
agroalimentario, la industria y la información. En lo referido a esta
última, se constata que algunas familias, Azcárraga, Slim en México,
Noble en Argentina, controlan la prensa escrita, audiovisual, internet,
la edición ; en Honduras cuatro grupos se reparten el espacio
informativo, lo mismo que en Colombia donde opera la familia Santos de
la cual dos de sus miembros están en el gobierno de Álvaro Uribe (uno
es vicepresidente, el otro ha dejado la cartera de Defensa para poner
en marcha su campaña presidencial del 2010). Este fenómeno ha dado
nacimiento a la expresión ?latifundios de la información?. En ausencia
de legislación clara, la prensa utiliza medios poco compatibles con la
ética, amenazando de este modo incluso el derecho de los ciudadanos a
la información.
En lo que se refiere a Honduras, los telespectadores de
América Latina solo recibieron los primeros días del golpe las imágenes
de la CNN que mostraban manifestaciones y opiniones favorables a los
golpistas, antes de ver los reportajes de Telesur creada por el
gobierno venezolano como alternativa al monopolio privado ; sin embargo
esta última no llega a todos los países.
En Venezuela, durante el último referéndum que modificaba la
Constitución, un estudio muestra que el 76% de las informaciones se
inclinaban hacia el ?no? a la reforma impulsada por gobierno contra el
22% favorable al ?sí?, "no", que finalmente ganará. Y recordamos el
apoyo de la misma prensa al golpe de Estado contra el presidente Chávez
en 2002.
En Bolivia, la prensa escrita en su casi totalidad apoya a la
oposición representada por los grandes propietarios terratenientes del
Este, que intentan imponer la división del país. En Perú, durante las
elecciones presidenciales, la mayoría de la prensa apoyó en la primera
vuelta a los candidatos de la derecha antes de sostener al
socialdemócrata Alan García en la segunda vuelta contra el candidato
indigenista que invocaba a Evo Morales o a Rafael Correa.
En Argentina,
la prensa escrita y audiovisual que pertenece en un 85% a los grupos
privados fue la punta de lanza de la oligarquía agraria deseosa de
bajar las tasas a la exportación, durante el conflicto que oponía a
este sector con el gobierno. Y se recordará el papel jugado en el
pasado por el Mercurio en Chile en 1973, incitando y apoyando el golpe
de Estado del general Pinochet.
En respuesta, Rafael Correa propone la creación de un organismo de
control que permita proteger el derecho a la información del ciudadano.
Conviene precisar cuáles serían sus atribuciones y su campo de acción.
En Paraguay, el presidente Lugo ha creado la primera agencia nacional
de prensa como contrafuego a los medios privados.
Estos hechos traducen la inquietud de los gobernantes elegidos
democráticamente, que recurren a menudo al referéndum popular, cuya
política es sin embargo puesta en tela de juicio por un poder no electo
que extrae su legitimidad de su dominio en las esferas de la
información. Estos grandes grupos de prensa denuncian ataques a la
libertad de expresión, recibiendo frecuentemente el apoyo de sus
colegas europeos, cuando se burla el derecho a una libertad de
expresión mínimamente equilibrada que estos medios violan en ausencia
de cualquier organismo de regulación.
Todopoderosos hasta hoy, los latifundios de la información se
encuentran confrontados a la voluntad de gobiernos deseosos de romper
con su hegemonía. Este aspecto de enfrentamiento forma parte de una
lucha mucho más amplia por el pluralismo de la información y por una
verdadera democratización de la sociedad.