El control de los medios de comunicación por monopolios empresariales

Todas las naciones del mundo regulan, de una u otra manera, las
concesiones para radios y televisoras. La Declaración de Principios
sobre la libertad de expresión de la Organización de Estados
Americanos (OEA) invita a los gobiernos a manejar las concesiones de
permisos con un criterio demócratico, que evite la conformación de
monopolios y que contribuya a la participación más amplia de los
ciudadanos en el uso de esos espacios públicos.

Recientemente México fue objeto de censura por la sanción de una ley
que concedió casi a perpetuidad los permisos para Televisa -una las
cadenas privadas más poderosas del continente- y permitía la
concesión discrecional de un organismo del Estado.

El periodista español David Carracedo acaba de publicar un exhaustivo
informe en el que muestra que en los últimos años 293 medios de todo
el mundo sufrieron clausura, revocación o no renovación de sus
licencias: 77 emisoras de televisión y 159 radios en 21 países. Sólo
en Colombia, 76 radios comunitarias fueron clausuradas.

Los intentos en el continente por crear y desarrollar radios
comunitarias -consideradas "piratas" en muchos países- enfrentan la
represión, y proyectos de ley que pueden enviar a la cárcel a los
impulsores de estas emisoras de corto alcance y al servicio de
comunidades. En Uruguay hay al menos dos proyectos de ley que
condenan con prisión a los impulsores de las emisoras comunitarias,
presentados por legisladores del Partido Nacional en la década de los
90 y que continúan presentando en cada nuevo período legislativo.

En el anterior gobierno colorado encabezado por Jorge Batlle, varias
emisoras comunitarias fueron clausuradas y sus equipos confiscados
sin que ningún organismo internacional se pronunciara al respecto. Lo
mismo sucede en casi todo el continente. Las clausuras de emisoras
comunitarias es algo cotidiano en países como Colombia y Guatemala.
En Suecia se acaba se clausurar un programa, antes de salir al aire,
por una broma de pésimo gusto del equipo de producción contra el
primer ministro conservador.

167 MILLONES DE DÓLARES

Está claro que la pelea en Venezuela en torno a Radio Caracas
Televisión (RCTV) no tiene nada que ver con la libertad de expresión
y de prensa. La emisora puede transmitir libremente por cable u otros
sistemas. Sólo no se le extendió el permiso para la transmisión por
canal abierto. Nadie puede transmitir por canal abierto sin permiso
previo del Estado en ningún país del mundo.

La posibilidad de transmisión por canal abierto es tentadora porque
permite llegar a cualquier aparato de televisión con una antena, y
hasta ahora -salvo las televisoras estatales- ese ha sido un coto de
grandes empresas. La torta de publicidad de RCTV era de unos 167
millones de dólares por año. En realidad eso es lo que defienden el
"derecho" de transmisión para RCTV. La propaganda, las editoriales
contra el gobierno de Hugo Chávez, pueden continuar por cable o por
internet, la publicidad seguramente será menor en esos medios.

El mercado de la publicidad en la televisión es de alrededor de 500
millones de dólares anuales, y esa torta se rpartía entre tres
cadenas de televisoras privadas.

CONTROL DE LOS MEDIOS

Hace pocos días, el periodista Ernesto Carmona, publicó un artículo
donde revela que "diez mega corporaciones poseen o controlan los
grandes medios de información de Estados Unidos: prensa, radio y
televisión. Esa decena de imperios controla, además, el vasto negocio
del entretenimiento y la cultura de masas, que abarca el mundo
editorial, música, cine, producción y distribución de contenidos de
televisión, salas de teatro, Internet y parques tipo Disneyworld, no
sólo en el país del norte sino en América Latina y el resto del
mundo".

Carmona agrega que "En EEUU la información fue suplantada lisa y
llanamente por la propaganda corporativa. Dejó de existir el "derecho
a la información", garantizado por la Primera Enmienda de la
Constitución. Los ciudadanos estadounidenses perdieron su derecho a
la información veraz y oportuna sin darse cuenta y sin que hayan sido
formalmente derogados. Las frecuencias para las señales de radio y
televisión constituyen un bien público, de toda la sociedad, pero su
control pasó a manos de unos pocos mega-imperios mediáticos ".

Ese esquema de poder y concentración de medios se repite en el
continente latinoamericano. En México funcionan dos poderosas
cadenas, una dominada por Televisa de la familia Azcárraga y
vinculada al Grupo Cisneros de Venezuela, también propietarios de
medios de comunicación y una de las mayores fortunas del mundo, y
Azteca América, de Ricardo Salinas Pliego y sus socios Pedro Padilla
Longoria y Luis Echarte Fernández, ambas con inversiones en Estados
Unidos.
También el Grupo Prisa, propietario del diario español "El País"
tiene medios de comunicación en América Latina, asociado en México a
Televisa, y propietaria de la poderosa Radio Caracol de Colombia, y
otras emisoras en Perú, Chile, Bolivia, Panamá, y Costa Rica.

En Argentina, los medios de comunicación están controlados por pocas
familias. Por ejemplo, la poderosa cadena de Telefé, está controlada
por Editorial Atlántida del Grupo de la familia Vigil y por New
Corporation del empresario australiano Rupert Murdoch.

Lo mismo el Grupo del diario Clarín, con inversiones en los países
vecinos, encabezado Ernestina Herrera de Noble, Hector Horacio
Magnetto, José Antonio Aranda y Lucio Rafael Pagliaro, y el 18%
restante está en manos del banco de inversión estadounidense Goldman
Sachs.

Así, el Diario La Nación, otro de los grandes grupos argentinos, es
propiedad de Matilde Noble Mitre de Saguier en un 66% y en un 10% por
Bartolomé Mitre.
En Brasil, el grupo O' Globo, es propietaria de la influyente familia
Marinho, originaria de Río de Janeiro, asociada al magnate mexicano
Carlos Slim.
Junto a los Marinho, también se han consolidado en los últimos 20
años poderosas familias en los medios brasileños como los Sirotsky,
dueños del grupo RBS, los Civitas, propietarios de Abril, y los
Frías, impulsores de Folha.

En sus manos está ahora la comunicación brasileña, si bien la
presencia extranjera, especialmente de empresas como Televisa o Grupo
Cisneros, es cada vez mayor. Incluso Telmex, la operadora de Carlos
Slim, está a punto de pasar a controlar Net Serviços, primera
compañía de cable hasta ahora propiedad de O'Globo.

Cuando las cadenas de televisión en América Latina comienzan a
reclamar por la libertad de prensa, están en realidad reclamando por
la libertad de seguir lucrando y emitiendo "su mensaje", bastante
alejado de los intereses de los pueblos.

Hay pocos datos disponibles sobre los montos de publicidad en América
Latina, pero por ejemplo, en 2005, la inversión publicitaria en
Argentina fue de 4.148 millones de dólares, y el 28,4 por ciento fue
para la TV, seguida por 26,6 en los diarios.

La Inversión publicitaria de Latinoamérica en 2005, en los 9 países
relevados, fue de 13.575.690.000 de dólares. Brasil se ubicó como el
país con mayor participación de la inversión publicitaria en
Latinoamérica con el 42 por ciento a valor dólar, siguiendo México
con el 22, Argentina con el 10, Colombia con 9, Chile y Venezuela con
5, Ecuador con 4, Perú con 2 y Uruguay con 1. En todos los casos,
existe una clara preponderancia de la televisión y los diarios como
receptores de esa inversión.

diegojolivera@gmail.com


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Diego Olivera

Periodista. Director de Barómetro Internacional

 diegojolivera@gmail.com

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