Supervivencia de las culturas primigenias de la serranía de Perijá frente a los compromisos entre las Transnacionales mineras y el Estado venezolano

Demarcación bajo tutela o Autodeterminación con dignidad.

 

Supervivencia de las culturas primigenias de la serranía de Perijá frente a los compromisos entre las Transnacionales mineras y el Estado venezolano.


Con un profundo desconocimiento cultural, social, jurídico, antropológico y humano sobre el ecosistema selvático y los orígenes de asentamiento de las comunidades Barí, la comisión de demarcación y el Estado venezolano actual atenta en contra de la existencia y modos de vida de los pueblos primigenios de la Sierra de Perijá, en nombre del proyecto político que lidera Hugo Chávez, y las viejas utopías modernas de bienestar y progreso.

La comisión de demarcación, Coordinada por Licenciado Yul Lobo, Coordinador Técnico de la Comisión de Demarcación de tierras y habitat indígenas Zulia comenzó, y finalizó, con muy mal pie el proceso de demarcación señalado en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, (con más de 4 años de retrazo) en ley de demarcación y garantía del habitat y tierras de los pueblo indígenas y en la Ley Orgánica de pueblos y Comunidades Indígenas.

En Comunidades Barí de la Sierra de Perijá, Estado Zulia, Venezuela, como Senkae, (Rio Negro) Bakugbari y kumanda la misma mirada de indignación y desesperanza de cada uno de sus miembros a causa de los títulos endebles y reduccionistas que comprometen su existencia como pueblo con identidad, cosmovisión, lengua y cultura propia se pudo constatar en nuestra última visita.

En la comunidad de Senkae, por ejemplo, tal comisión, según la propia palabra de sus habitantes, decidió medir solo el espacio donde se encontraban las casas, dejando por fuera, los espacios religiosos, de caza, de pesca y todo lo que conforma parte del territorio que por siglos, (los Barí ocupan aproximadamente la cuenca del Lago de Maracaibo entre 700 a 400 años antes de la llegada de los europeos (Arévalo Liliam y Wagner, Erika La serie Berlinoide de la cuenca del Lago de Maracaibo y sus nexos culturales, 1986) ha estado bajo la influencia cultural Barí.

Las autoridades legítimas de esta comunidad, solicitaron de forma oral a la comisión de demarcación que integrara al proceso de medición, todo lo relacionado a sus actividades culturales y de supervivencia, pero la comisión no acepto, puesto que demarcar los espacios indicados por los miembros Barí de esta comunidad, sería “afectar” propiedades de terceros (parcelero y ganaderos de la zona). Estas parcelas ahora se encuentran en posesión ilegítima de la hacienda Valle Verde, sin embargo, la comisión de demarcación, pese a la solicitud del cacique Alberto Romero y pese a que la comunidad posee titulo (Entregado por el Instituto Agrario Nacional como titulo definitivo colectivo de propiedad.) que confirma la pertenencia de tal espacio, se negó rotundamente a medir e integrar dentro del informe de la misma los espacios señalados y sugeridos legítimamente por la autoridad de la comunidad de Senkae. Bajo la justificación de que son derechos de terceros, la comisión regional de demarcación de tierras y habitat indígenas, cerró la petición soberana de la comunidad Barí de Senkai, argumentando que no era necesario crear problemas con los ganaderos y dueños de las haciendas y el informe Jurídico con fecha septiembre de 2006 y realizado por Maycolt Briñez, Carlos Trejo y Thayri Acevedo sobre los conflictos encontrados entre los terceros y/o productores agropecuarios con la comunidad Barí, se señala sobre Senkae que:


“…los miembros de la misma comunidad intentaron dividir el territorio para quedar este formado por tres parcelas y con ello lograr desmembrar la comunidad y conseguir sus intereses particulares, como era vender una de las parcelas a los propietarios de la hacienda La Milagrosa, ubicada en las adyacencias de la mencionada comunidad Barí, ocasionando con esto grandes diferencias entre los que apoyan como aquellos que no apoyan la venta”

No obstante en el informe socioantropológico de la comisión técnica de demarcación, realizado por Ávila Lismeiry, Carrillo Patricia, Medina Yainet, Carrero Mauro, Castro Daniel y Galindo Guillermo y aprobado por el Lic. Yul Lobo, Coordinador Técnico de la Demarcación Zulia en su diario de campo de Senkae, (que acompaña la elaboración del mapa cognitivo) se señala que:


Los hacendados atacaron esta población hace 40 ó 50 años. Les quemaron las chozas (Soa´kai) varias veces, pues varías veces intentaron ocupar el lugar (…) Proponen la conversión del título que poseen en tierras comunitarias indígenas…”


Entre ambas perspectivas, la jurídica y la socio antropológica, preguntamos ¿cómo es que se señala, en el informe jurídico, que los miembros de la comunidad de Senkae intentaron dividirla y lograr un desmembramiento, para alcanzar intereses particulares y por el otro lado, en el informe socioantropológico, se señala que los mismos miembros de la misma comunidad “Proponen la conversión del título que poseen en tierras comunitarias indígenas a pesar de tener aún memoria del despojo y la persecución hecha por los hacendados? ¿Ante qué tipo de contradicciones humanas, científicas y técnicas se encontró la Comisión de Demarcación del Zulia? y realmente ¿A qué tipo de intereses respondieron?


En la actualidad en uno de los parcelamientos de Río Negro, en la hacienda Arga, cuando sus habitantes salen a cazar tienen que atravesar parte de las mismas y en alguna de sus entradas se encuentran apostadas varias alcabalas, (con hombres armados) dispuestos por los hacendados. En tiempos de revolución y de guerra contra el Latifundio, los Barí, para poder ejercer una de sus actividades que les asegura la existencia y que los define como grupo étnico, tal y como lo han hecho durante siglos, (estaríamos hablando de más de 900 ó 1000 años de existencia en la región occidental de Venezuela) tienen que pedir permiso (a los hombres de las alcabalas) para llegar hasta sus lugares de caza, de religión, de cosmovisión.


José María Marcano, segundo cacique nos cuenta: “Nadie nos deja pasar por allá…nos acusan de robo (robar ganado). No nos dejan pasar por allá. Ni danta, ni cochino e monte podemos cazar ya por ese lugar, por la hacienda Valle Verde. Son los mismos que vigilan, los que no nos dejan pasar, quienes se roban (nuestros animales, como el galápago).” “Los viejos nos han contado mucho….. continua su relato José María, “hay muertos, cadáveres en el potrero de la hacienda, donde vivíamos antes”, la hacienda el Socorro es una de ellas; otros ancianos – decía el segundo cacique – cuentan que allí hay historia de nuestros muertos, nuestras persecuciones. Han asesinado, tenemos cicatrices de eso”. (Documento audiovisual registrado los días 25, 26 y 27 en las Comunidades Barí, Senkae y cumandá, Maracaibo, Venezuela 2006 )


El asunto es que para el asombro de los habitantes de Senkae y para quienes nos sentimos aliados de la lucha indígena en estas tierras, la comisión de demarcación de tierras y habitat indígenas solo demarcó los espacios donde se encuentran las casas de los Barí, para evitar conflictos con los hacendados (según palabras de los miembros de la misma comisión). Esta estrategia descabellada, además de contradecir los derechos e intereses que amparan a los Barí, así como a los demás pueblos y territorios indígenas de Perijá y de América Latina, parece haber salido del mismo pensamiento racista y excluyente judío - anglosajón quien ha demostrado que la solución para los conflictos de territorio, cultura y cosmovisión distinta a la occidental y capitalista, consiste en la rendición o asimilación de un grupo étnico a la cultura y sociedad dominante (o mayoritaria) o en la creación de muros (como los que se levantan en Israel para separar a palestinos de judíos, o el que se levanta en las fronteras de Estados Unidos y México para detener la inmigración latina) o reservas indígenas (como las que implementó el estado gringo en los siglos XIX y XX) o en la demarcación actual más parecida a un campo de concentración que a un territorio que ha estado influenciado por la cultura Barí durante siglos. ¿Campo de concentración? Sí, o ¿cómo se le llama a un espacio vigilado por alcabalas, financiadas por los “dueños” de las tierra? ¿cómo se le dice al espacio que el Estado demarca para que los indígenas vivan ya no como habían vivido, sino como este dice? ¿cómo se le dice al asentamiento de un grupo étnico, que además de ser vigilado y culpado de todo lo malo que ocurre en esa zona, tiene que convivir con la amenaza inminente de la explotación de minas de carbón y el cercado progresivo por parte de parceleros y ganaderos armados? .

Según los testimonios de los miembros de las comunidades Barí nombradas anteriormente, la comisión de demarcación de tierras y habitat indígenas, ha entendido que el proceso de demarcación debía orientarse a:


a) Indicar como habitat y tierra de los Barí solo los espacios donde se encuentran las casas, es decir, solo donde se encuentran las construcciones habitacionales de cada comunidad. El espacio de las casas es la frontera para la demarcación, no más de allí.

b) Sostener en conversaciones, e incluso en programas televisados, con los miembros de las comunidades Bari (cuando estos han mostrado resistencia a que el proceso continúe bajo esas condiciones) que las tierras que demarcan son de la nación y no de las comunidades indígenas (tal como lo indica la misma CBRV).

  1. Demarcar, si y solo si, de acuerdo a condiciones innegociables de:

1) no afectar a terceros (hacendados, parceleros y concesiones mineras) y

2) ampliar o incluir haciendas, potreros y extensiones que indiquen los miembros de la comunidades, solo si se aceptan que ni la comisión, ni el Estado da garantía o seguridad de la compra o negociación de tales extensiones.


Ahora bien, ¿es descabellado o un absurdo que la comisión de demarcación entre en este tipo de contradicción? ¿está la comisión de demarcación de tierras y habitas indígenas del Estado Zulia violando algún articulo de la Ley de Demarcación de Tierras y Habitat Indígenas (LEDTHI) o de la Ley Orgánica de Comunidades y Pueblos Indígenas (LOPCI) o de la misma Constitución de la República Bolivariana de Venezuela (CRBV)? Pues lastimosamente pensamos que en parte No. Ni contradicción, ni mucho menos ingenuidad, pues por un lado existe improvisación, desconocimiento socio-cultural y asimetría entre lo que la comisión de demarcación piensa, cree y hace y, lo que realmente ocurre, esperan y viven los miembros de las comunidades indígenas de Perijá y por el otro, los miembros de tal comisión tienen plena conciencia de que obran bajo los intereses foráneos, mostrados ahora como intereses patrióticos, a estas comunidades y pueblos, lo cual está en consonancia a un mal profundamente espiritual que sufren todos aquellos que hablan, actúan, piensan y viven como gendarmes nocturnos del Estado.

Observemos cómo cada uno de estos puntos responden a una lógica bien manejada por la estructura administrativa y jurídica del Estado venezolano en particular, y, en general, como estrategia de supervivencia de la misma concepción moderna de Estado – Nación tutelar en América Latina frente al avance de las fuerzas neoliberales del mercado global.


1.- Reacomodo Geopolítico.

Ningún Estado – Nación del mundo, mucho menos en estos especiales momentos, ningún Estado Latinoaméricano está obligado a desobedecer el reacomodo geopolítico que las fuerzas capitalistas multinacionales han emprendido después de la Segunda Guerra Mundial y en especial y con mayor énfasis, luego de la caída de la Unión de Repúblicas Socialistas. Todos y todas han entrado, unos más lentos y con mayores desventajas y ventajas que otros, al llamado Nuevo Orden Mundial o rompecabezas geopolítico Mundial. En mayor o en menor grado, Venezuela, pese al discurso antiimperialista y contrahegemónico del actual gobierno, ha entrado concientemente al juego multinacional del mercado y como todo juego, requiere, debe y es “necesario” que entre, bajo las reglas de quienes inventan el juego, con todos los recursos energéticos y parte de una producción estratégica bajo el brazo. (Herbert I, Schiller, Bases para un nuevo siglo de dominio norteamericano, en Geopolítica del Caos; 200)

2. – ¿Integración Patriótica?

En el aspecto regional ayer Comunidad Andina, hoy Mercosur, Venezuela entra dentro de las relaciones de producción profundamente capitalistas y neoliberales que ningún periodo de la historia la registraría como etapa más decisiva para los pueblos que habitan el “margen” de la cilvilización Occidental. En bloque o en solitario, todo intento de unir o integrar los Estados Nacionales en Latinoamérica lleva el signo del capital implícito, lo cual hace interpretar que la integración comercial, no es más que la integración de volúmenes de producción, que a su vez compiten con otros volúmenes de producción de otras partes del mundo. (Ceceña, Ana Esther y Barreda Andrés, Producción estrategica y Hegemonia Mundial)

Esto, la integración en bloque, lo que permite es alargar el periodo de vida de los Estados Nacionales, y en los momentos actuales, permite entrar dentro de las relaciones de negociación global en una posición aparentemente no asimétrica y desigual que si se entrara bajo otras condiciones, (ALCA y TLC) o en solitario. Es decir, el bloque de países, supone crear un mercado común para los mismos, pero el objetivo se orienta a la negociación del volumen, lo que quiere decir, mayor producción, mayor explotación, mayor exclusión. El capital, la productividad comercial, la mercancía y los medios de producción (y los gobiernos corporativos que lo manejan) son quienes al fin y al cabo determinan las nuevas y sanguinarias reglas del mercado internacional.

Ante ello, el costo humano, de esta integración “patriótica” (como quiso demostrar el Estado Venezolano y el Gobierno de Hugo Rafael Chávez en la IV de la IIRSA efectuada en Caracas, Julio 2004) no es relevante. No es relevante que poblaciones enteras se hundan en el vacío dejado por más de 100 años de exportación petrolera. No es relevante que poblaciones indígenas enteras hayan perdido su territorio lacustre primigenio en aras de dar paso al bienestar de la sociedad nacional; tampoco es relevante la indignación de poblados enteros ante el paso de tendidos eléctricos, vías férreas, puertos, gasoductos, puentes o cualquier otro proyecto vendido ahora y siempre con sello nacionalista. Nada de eso aparece en los diarios de campo o en los Informe de la actual Comisión de Demarcación como cifras o aspectos relevantes en la configuración de la memoria de los pueblos indígenas de Perijá. Mucho menos, el costo humano aparece en los informes de supervisión de las transnacionales o en los medios de comunicación nacionales y privados. ¿por qué? Debido a que todo ello obedece a una misma lógica de supervivencia del mismo y agotado sistema capitalista y todo lo que implica el modo de vida neoliberal. ¿modo de vida neoliberal? Pues si, debido a que sigue siendo un absurdo mantener la idea de que neoliberalismo es solo parte de un sistema económico o un periodo degradado del capitalismo. (Lander, Edgardo, ciencias sociales, saberes coloniales y eurocéntricos en La colonialidad del saber: eurocentrismo y ciencias sociales, 2000) De manera que, las cifras del ecocidio es asunto y moda de los ambientalistas “come flores” o de algunas corporaciones conservacionistas encargadas de amortiguar, negociar o desviar la atención de la opinión pública, pero no de los Estados Nacionales porque ellos (los Estados) Negocian en términos de producción y ganancia. Los estados nacionales se encargan del reacomodo político, económico, ideológico y jurídico y de su perpetuidad como poder centralizado (y racional) con clases burocráticas (diputados, legisladores y políticos) y clases económicas (nacionales y extranjeros) claramente privilegiadas, que se presentan en el escenario Nacional y mundial como sujetos únicos y en plena “capacitación” (que equivale a meritocracia) de manejar los asuntos de gobierno, política y finanzas

En el paquete de recursos estratégicos y energéticos con los cuales Venezuela entra en el intercambio megacapitalista del mercado neoliberal, el motor de arranque y el pasaporte a la mesa de los “grandes” es la producción, (y seguirá siendo por un tiempo estimado). Es decir, lo que a los tecnócratas que hoy venden la integración comercial de América Latina como planes hiperpatrióticos, les interesa es el crecimiento en términos productivos (y como sabemos toda producción en el marco del sistema capitalista se hace sobre la base de la explotación y en consecuencia de la ganancia, el valor y la utilidad) en fin más de lo mismo o de lo ya sabido.

Así, el lugar de nuestro país en el amplio y bizarro almanaque del tiempo neoliberal todos los hombres y mujeres deben ser seres sujetos a tales reglas, algo así como piezas claves, unidades de producción o engranajes de la gran maquinaria asimétrica que, pese a la devastación dejada en el siglo pasado, sigue cojeando hacía los caminos del espejismo desarrollista.

3.- Mercado, pacto de Estado y supervivencia de los pueblos indígenas.

Dentro de esta lógica del mercado internacional y en conformidad con el mantenimiento de un orden interno nacional, es completamente “natural”, para quienes manejan el Estado, que este habiéndose fundado dentro de los márgenes e ideologías de expansión capitalista y colonial, quiera (y lo haga) manejar y controlar todo lo que dentro de su territorio geográfico ocurra y se desplace. En contraposición a las ideas neoliberales de que el Estado, debía dejar paso a la empresa privada, debido a que este era un muy mal gerente, (un mal administrador, según tal perspectiva), cosa contraria que se jactaba de demostrar las acciones del empresariado privado, no queda otra salida que: a) Fortalecer la concepción del Estado con la implementación de políticas e ideologías nacionalistas y b) Negociar (dentro de esos términos) con las fuerzas capitalistas emergentes (y no tan emergentes) en el escenario mundial. Es decir, con el fortalecimiento nominal del Estado, las relaciones de poder no cambian, sino que por el contrario se ahondan y la brecha social que separa a unos grupos con respecto a otros, (la vieja pero imperante y actual luchas de clases) crece, debido a que es el mismo poder manejado pero desde otra dirección sobre la plataforma capitalista neoliberal. Más aún, cambian las concepciones de gerencia, pero la fabricación de productos, sigue siendo en serie, con amplios márgenes de ganancia y sobre la misma explotación humana. Ante las imperantes ideas de que dentro del mercado todo se vale, ante la convicción de los tecnócratas, o ante los eufemismos de un “Mundo Multipolar” los grupos burocráticos y todos aquellos gendarmes que trabajan desde el Estado como vendedores de prosperidad, se extiende, familiariza y legitima la idea de que es dentro del mercado que la supervivencia de los pueblos puede lograrse.

Los Estados cumplen la función de Negociar con los gobiernos corporativos que nunca han tenido nacionalidad, ni conciencia social, ni compromisos políticos con nadie, salvo con quienes les aseguren, bajo la condiciones y reglas del mercado, que puedan operar libremente en territorios considerados para ambos (Estado y Transnacionales) como espacios vacantes para la intervención del capital mundial. Se crea un pacto entre los gobiernos corporativos y el Estado, que vive en el espejismo de su fortalecimiento, mientras se socavan las bases de su propia soberanía originando mayor dependencia material, alimenticia, educativa, tecnología y política. Un ejemplo de ello, lo constituye la implementación de empresas mixtas, un pacto corporativo entre el Estado Venezolano y las Transnacionales Petrolera, como la solución “patriótica”, o la más eficiente, al desbarajuste realizado por gobiernos anteriores en la principal empresa energética del Estado Venezolano.

La negociación entre Estado y Corporaciones se hace pacto y no consenso, ni acuerdo, ni mucho menos convenio, porque sella las condiciones donde una de las partes acepta entrar bajo las reglas asimétricas que propone el negociador o quien inventa el juego. La palabra “pacto” proviene de latin Pactum, que quiere decir convenio o tratado, en la segunda acepción se refiere al modo o a una manera de acordar algo. El pacto, está relacionado con el participio de pacisci de la misma raíz de paz, pues su derivados como Pactare (Latín Vulgar) está relacionado con la manera convenida en el pago de un tributo o el tratado que se hace para convenir la paz. Es obvio, por tanto que en el “juego” de las Transnacionales sea el Estado venezolano quien obtiene el lado más delgado de la cuerda. Su pacto es en función de convenir una paz momentánea a cambio de un pago representados por todos los recursos energéticos de la nación.

Para que la cuerda no se reviente y el Estado quede fortalecido en su espejismo, pero tambaleante en su programación y permanencia pactada en el tiempo, cambia las reglas de su orden y control interno, es decir, modifica, de acuerdo a las reglas del mercado global, todo el sistema o conjunto de leyes que definen el régimen político del Estado y por donde se suponen orientar todas sus instituciones.

En Venezuela esta modificación del sistema de leyes de 1999 entra sin mayores complicaciones dentro de los márgenes pactados entre el Estado y las Transnacionales. Ninguna de las leyes que se desprendieron de la modificación o reestructuración constitucional de 1999 se ajusta a cambios verdaderamente profundos o revolucionarios, pues si bien se ha logrado mayor participación y menos apatía política de las mayorías, cada una de estas leyes se ajustan, sobre el dolor de las minorías étnicas, a la perpetuidad del sistema y modo de vida neoliberal.

En tales sentidos, y a pesar del maravilloso preámbulo constitucional donde se asumen los objetivos de refundar y establecer una república “una sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural” todo lo que está relacionado con los pueblos originarios indígenas y que se manifiesta en leyes como “Ley de Tierras”, ley de demarcación, ley de Pueblos y Comunidades indígenas, ley de pesca, no hay ni media letra o articulo que defina, respete y parta de elementos culturales tan esenciales y definitorios de la étnicidad de cada grupo como el territorio, la lengua materna o la cosmovisión de cada uno de estos pueblos en conformidad a la cultura dominante y en beneficio de su existencia en el futuro. Todo lo que se establece en cada una de estas leyes no tienen nada que ver, más allá de lo nominal, con lo Pluricultural y con lo Multiétnico y mucho menos con el protagonismo y la participación directa (y no representativa y desvinculada) de los miembros de los pueblos indígenas que se encuentran en territorio venezolano. ¿qué decir de las culturas afrodescendientes? ¿qué decir de la impune matanza de dirigentes campesinos? ¿para qué hablar de la economía de los pueblos pesqueros de la cuenca del Lago de Maracaibo afectados por la destrucción sistemática del estuario?

Una república que se refunda en función de las mismas voces burocráticas del poder y en donde el indígena que “dibujan” las leyes relacionadas a su existencia, es uno sui géneris, con la posibilidad de que se le consulte en la ejecución de proyectos o en la participación de su proceso de demarcación de tierras (y no de territorios), pero que en definitiva aparece sin voz, sin pensamiento, sin autonomía, excepto las que aparecen en las postales del folclor turístico, puesto que la última acción, voz y voto la tiene el Estado y sus burocracias, sus trampas y pactos. ¿qué clase de democracia o de socialismo se construye sobre la base del olvido de que en su geografía se asientan más de 34 grupos étnicos con cosmovisiones distintas, con lenguas maternas distintas, con pensamientos distintos y con territorios (aún vírgenes) distintos del moderno – capitalista occidental que tanta destrucción ha hecho en el mundo?

Todas estas leyes y cada uno de sus artículos están pensados, redactados y establecidos para la reproducción del sistema capitalista, para su continúa marcha devastadora sin importar pensamiento distinto, ni cosmovisión distinta, ni lengua materna distinta, es decir, sin que lo frene ninguna refundación de la patria, ni ningún nominalismo multiétnico o pluricultural dentro de una Constitución.

El proyecto de Estado Nación moderno es uno homogenizador, que desde el establecimiento de los territorios coloniales hasta los proyectos independentistas y liberales, las culturas no occidentales de este continente, deben asumirse como partes integradas a las ideas, pensamientos y creencias de las burocracias políticas gobernantes. Sin duda, la identidad, la cosmovisión, el territorio y la cultura en toda su amplia diversidad de los pueblos indígenas queda hoy puesta nuevamente al servicio de proyectos totalizadores e integracionistas del Estado venezolano como también del proyecto globalizador del capital.

Por eso, el reconocimiento del territorio (y no de las tierras o del suelo) de los pueblos indígenas por parte del Estado venezolano, en su constitución y en las acciones racistas y reduccionistas de la Comisión de Demarcación Zulia, no pasa de ser un mero saludo a la bandera, pues en ese mismo reacomodo de las fuerzas capitalistas internacionales, el Estado al convenir productividad y ganancias con las Transnacionales Energéticas, tiene que Negociar lo que este señala y reconoce como su geografía como Nación, cosa que asegura su existencia como administrador omnipresente, (o de gerente universal) al creer distribuir elementos tan concretos que van desde la renta petrolera, hasta categorías tan indivisibles como la dignidad, curiosamente esta última sujeta siempre, según las categorías tanto de gobiernos anteriores como el actual, al valor que se le da a la obtención o posesión de recursos propiamente materiales otorgados o financiados por él.

Si en la refundación de la república se partiera desde el pensamiento, la cosmovisión, entiéndase bien cosmovisión y no visión del mundo, de la comprensión epistemológica e histórica de su territorio y la relación de este con cada lengua materna de los pueblos indígenas de Venezuela, entonces estaríamos en las puertas de un verdadero cambio revolucionario. Un repensar la patria, no ya desde la acción burócrata de legisladores y políticos privilegiados, sino desde un cosmosaborear diverso, tolerante y liberador.

Pero la comisión de demarcación del Estado Zulia ni lejanamente pensó en beneficio de las comunidades y pueblos indígenas Barí de la Sierra de Perijá, sino que obedeció las ordenes, cómo solo lo saben hacer los funcionarios de un Estado Policial, en conformidad con lo establecido a las ley de demarcación, a la Ley de Comunidades y Pueblos Indígenas y a la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Obedientes al proyecto de país que señala el artículo 1 de la CRBV, la Comisión de Demarcación del Estado Zulia acata la orden de persuadir a las comunidades indígenas para que se “integren” al mismo, dentro de los márgenes jurídicos pensados y establecidos por los mismos que mandan y engañan, aceptando que:

1.- Se les encierre en espacios reducidos (y anteriormente demarcados), caso Kumandá, Bakugbari y Senkae.

2.- La propiedad entregada en los títulos colectivos no es en su totalidad de los Barí,( a pesar de que es uno de los pueblos establecidos en el territorio, antes de la fundación del Estado) sino de la Nación venezolana, debido a que sólo se reconoce la existencia del suelo y la tierra, es decir, la superficie pertenece a los pueblos indígenas, pero el subsuelo es del infierno del Mercado Global energético.

3.- Se sujeten a las “nuevas reglas” donde la mayor suma de felicidad está en la productividad, (Ley de Tierras) el valor (LOPCI), la dependencia financiera con el Estado (Misión Guaicaipuro) y el cambio definitivo e irreversible de su cultura (etnocidio oficial y progresivo).

Lizarralde y Beckerman señalan en sus investigaciones que en el siglo pasado la lucha que mantuvieron los Barí con la cultura dominante (del lado venezolano) y en particular con las empresas petroleras como la Shell y Creole entre los años 1910 y 1945, luego desde 1945 a 1970 con los hacendados y campesinos, redujo su territorio de un millón 600 mil hectáreas (entre Venezuela y Colombia) a cuatrocientas mil hectáreas (Lizarralde, Roberto y Stephen Beckerman, Historia contemporánea de los Barí, 1982). Más aún y ante semejantes antecedentes, la Comisión de Demarcación (Zulia), en virtud de creer que cumplían con su labor al “regatear” los pocos espacios que hoy ya le restan a los Barí, o al anunciar planes que ni los propios miembros de la comisión creían, e incluso al condicionar el mismo proceso de Demarcación, cometen el mismo crimen que tanto las transnacionales del petróleo, como los hacendados y campesinos colonos del siglo pasado hicieron. Pero no conforme con ello, aunque habitat y tierra son términos complejamente reduccionistas para culturas antecesoras al orden colonial capitalista del siglo XVI y más recientemente a la conformación de los Estados – Nación modernos, en la LOPCI, (Ley Orgánica de Pueblos y comunidades Indígenas) tanto el habitat como las extensiones de tierras, no se limitan al asentamiento de caseríos indígenas, como lo ha hecho ver la Comisión de Demarcación de Tierras (Zulia), lo cual sumaría que los informes entregados por la misma no son propiamente creados, ni nacidos en el proceso de autodemarcación indígena y bajo las aspiraciones de cada comunidad Barí, sino de las aspiraciones y acatamiento de ordenes de los miembros de la comisión a los pactos Corporativos entre Estado y Transnacionales del carbón. Por lo que no es humanamente justo que como condición sine qua nom se le exija a los miembros de las comunidades indígenas de las Sierra de Perijá que en sus nuevos reductos terrestres deben convivir en plena paz con terceros (hacendados y parceleros) viejos y presentes enemigos de la cultura Barí, confinados a respetar el uso pactado de sus territorios ancestrales entre el Estado venezolano y las Transnacionales del carbón. El pacto, corresponde del lado Barí en particular, más de 50.000 hectáreas dadas por el Ministerio de Energía y Minas (MEM) a la Corporación para el Desarrollo de la Región Zuliana (Corpozulia) y a las empresas Minera MAICCA, CA. CARBOCA y CONSULMINCA, lo cual representa en el aspecto general unas 230 hectáreas de superficie del Piedemonte de la Sierra de Perijá y Casigua El Cubo, con la finalidad de aumentar la exportación del mineral negro a 36 millones de toneladas métricas de carbón al año. (Portillo, Lusbi Los Proyectos Carboníferos amenazan la demarcación de las tierras de los indígenas, Documento de la Ong. Homo et Natura, Maracaibo Venezuela 2002)

Todo esto sin duda agravia aún mucho más las condiciones actuales en la que sobreviven los pueblos indígenas que se encuentran en territorio venezolano (Caso Kariña), y en particular las del Estado Zulia, (Sierra de Perijá y zonas lacustres del Estado Zulia) puesto que la demarcación hecha, pensada y controlada por el Estado y el gobierno que encabeza Hugo Chávez origina además situaciones de mayor dependencia para las mismas en un plazo de tiempo no muy lejano.

Tales situaciones, como el otorgamiento de créditos y cambio drástico de su economía y practicas culturales o la aceptación de los Planes propuestos por la Comisión de Demarcación para que aceptaran sus condiciones reduccionistas (Plan “A” y Plan “B”) puede que incrementen la participación de las comunidades y pueblos indígenas, (en los términos pasivos y maleables que indica la CRBV) pero sus decisiones, aspiraciones, deseos y voluntades dejan de ser vinculantes en los sentidos de su autonomía como pueblos con culturas, lenguas, relaciones parentales y territorios diversos con derecho a su autodeterminación. Dicho de otra manera, el proyecto de país al que obedecen todas las acciones que se desarrollen en territorios indígenas necesita de unos indígenas mucho más pasivos, domesticados, productivos y disociados de los convenios, resoluciones, declaraciones y tratados del derecho internacional, para ser insertados como “unidades productivas” en el marasmo de la Globalización comercial. 

El asunto es que en los territorios (y no las tierras) que el Estado Venezolano admite como parte de su territorialidad nacional y que Negocia con las Transnacionales del Carbón se encuentran naciones indígenas, siendo además estos espacios geográficos estratégicos y abundantes en biodiversidad y en recursos y reservas acuíferas. De allí que el reconocimiento de los territorios de los pueblos indígenas que se encuentran dentro del joven Estado venezolano, implica el reconocimiento y la aceptación por parte de este a que las comunidades y pueblos indígenas puedan “ejercer control y autoridad sobre el conjunto de los recursos y sobre los procesos sociales que allí se dan” tal como lo indica el Instituto Interamericano de Derechos Humanos en su Documento Preparatorio sobre Derechos Indígenas, que no por casualidad hoy resisten en la última frontera hasta donde los arrinconó el establecimiento de la colonia y que desde hace poco menos de 200 años las políticas reduccionistas, los programas de asimilación, el asistencialismo y los proyectos de integración nacional del Estado Venezolano.

Lo que tratamos de decir es que el Estado venezolano, ni mucho menos el gobierno de Hugo Rafael Chávez Frías, no puede, ni debe menoscabar, en nombre de proyectos desarrollistas materializados en las concesiones minero – carboníferas de todo el pié de Monte de la Sierra de Perijá, la vida de los pueblos indígenas (Barí, Yukpa y Wayú) sus recursos de agua potable y su abundancia diverso – biológica por encima de todos los acuerdos, derechos y convenios internacionales tanto en materia ambiental como en materia de derechos humanos y protección de minorías étnicas, puesto que ni el Estado, ni el gobierno se conforman bajo la creencias de ser entidades absolutas, eternas y desvinculadas de los deseos, esperanzas y logros individuales y colectivos que configura una República que se pronuncia a favor de lo Multiétnico y lo Pluricultural.

Responsable son los miembros de la Comisión de Demarcación, por sus engaños, su reduccionismo técnico, solapado de patriotismo y por su seudocientificismo neocolonial. Responsable es el Gobierno en Pleno de Hugo Chávez Frías, por el pacto no consultado, no acordado con las comunidades y pueblos indígenas y por la oportunidad de ser consecuente en estos justos momentos con su prédica revolucionaria y antiimperialista. Responsables somos todos (estudiantes, universitarios, movimientos ecológicos, luchadores sociales, etc) de la desaparición drástica o progresiva de culturas milenarias como la Bari, por seguir militando desde un silencio cómplice y no abrir espacios para el dialogo, la disertación y el compromiso verdadero con la palabra empeñada, la democracia en términos pluriculturales y la acción directa efectiva y conciente entre todos los pueblos y culturas que se sientan dueños legítimas de sus territorios.

En conformidad a todo lo expuesto, hermanos y hermanas del País, del continente y del mundo entero, desde una conciente solidaridad, único y poderoso instrumento de los desposeídos y derrapados de la tierra, hacemos un llamado de alerta y enlace con otras luchas tan dignas como las que han librado nuestros pueblos primigenios por más de 500 años de colonialismo y ahora neobolivarianismo neoliberal de las Transnacionales del carbón y sus ejecutores internos, para que:

1.- Denunciemos, en instancias internacionales, las agresiones por parte del Estado Venezolano y sus comisiones actuales de demarcación al Derecho de autodeterminación de los pueblos indígenas conforme al Derecho Internacional.

2.- Fortalecer los espacios para el discernimiento en democracia, sin solapamientos partidistas, que se aborden y repiensen temas como: la soberanía, la tierra, los territorios, los pueblos indígenas, la energía, la educación, la participación popular autónoma y conciente, los medios comunitarios, la representatividad burocrática de anteriores y actual gobierno, la biodiversidad y la problemática del agua, entre otros.

3.- Construir y ejecutar propuestas alternativas de convivencia, mercados y conocimientos locales, al modelo y forma de vida neoliberal coincidentes tanto en los planes gubernamentales como en los opositores.

4.- Sumarnos a la lucha de los pueblos y comunidades indígenas en un proceso de demarcación originariamente desde su memoria de despojo, movimiento cultural vinculado a su territorio y conocimientos locales de los ecosistemas selváticos, áridos y lacustres.

Hoy los únicos caminos que han conocido y fortalecido los movimientos sociales son la solidaridad conciente y la indignación orientada a la invención de nuevos procesos educativos, tecnológicos y políticos ligados al discernimiento sobre el nacimiento de las condiciones de exclusión y explotación actual.

Hermanos y hermanas tenemos que detener la aceleración del tiempo por parte de los tecnócratas neoliberales del gobierno y la oposición, cuando aluden que no existe tiempo para discutir, para detenerse a hablar con los compañeros que no piden ni aceptan limosnas. Ellos, que ahora y siempre se han sentido dueños del país y de nuestro futuro, hoy hablan de no “tener tiempo para tanta democracia”.

Lamentablemente, hermanos y hermanas, no solo en las “urgencias” políticas coinciden gobierno y oposición, sino en la gestación de planes desarrollistas, sin consultas vinculantes, en los pactos con las transnacionales, y en la pacificación obligatoria de viejos y culturales enemigos en nombre de la integración.


POR TODAS NUESTRAS LUCHAS…SEGUIMOS MOVILIZADOS!!!

TERRITORIOS INDÍGENAS SIN MINAS DE CARBÓN, NI GANADEROS CON CAÑÓN !!!.

AUTODEMARCACIÓN INDÍGENA CON DIGNIDAD Y AUTODETERMINACIÓN CON ESPERANZA Y GARANTÍAS!!!

PODER POPULAR Y RESISTENCIA CULTURAL

FRENTE A LOS PACTOS ENTRE LAS TRANSNACIONALES Y EL ESTADO VENEZOLANO.

Por el camino de las comunidades



Esta nota ha sido leída aproximadamente 3061 veces.



homo et natura, anmcla, colectivos alternativos, comunidades al mando-pna


Visite el perfil de Manuel izaguirre Lorca para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: